Tal como era de esperar, Feijóo ha sido citado a declarar por la jueza de la dana. La instructora de Catarroja que incoa la causa penal sobre las negligencias del Gobierno de Carlos Mazón ha fijado para el viernes 9 de enero la declaración como testigo del líder del PP, según un auto hecho público por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana. Feijóo sabe más de lo que cuenta sobre la riada que dejó 230 fallecidos el 29 de octubre de 2024. Primero porque puede aportar información sobre las comunicaciones que mantuvo con Carlos Mazón (entonces president de la Generalitat) durante la emergencia. Y segundo porque es el líder de la oposición y se supone que estuvo en contacto permanente con el Gobierno de España.
La investigación por la gestión de la emergencia ha entrado en una fase crítica. Las declaraciones del líder del PP y de Mazón son contradictorias. El primero afirmó que estuvo al corriente de la tragedia desde primera hora de la mañana gracias a los datos que, “en tiempo real”, le iba transmitiendo el líder de la Generalitat; el segundo que ambos hablaron ya bien entrada la tarde noche, cuando cientos de valencianos perecían ahogados porque nadie en el Cecopi dio la alerta a la población mediante el sistema telemático Es Alert. De ahí que la jueza quiera aclarar el asunto para saber quién, de los dos, miente. Como fondo, está la causa por 230 homicidios imprudentes, cientos de miles de euros en daños materiales que se podrían haber evitado y posibles responsabilidades políticas, lo cual no es ninguna broma.
Aquella tarde de comilonas y ocio en El Ventorro puede salirle muy cara a Mazón. Y de rebote, también a Feijóo. El dirigente popular deberá aclarar qué datos concretos le transmitió Mazón, si esas comunicaciones reflejaban la magnitud de la tragedia y si hubo conocimiento previo de fallos en la gestión de emergencias. No puede mentir al acudir al juzgado en calidad de testigo, así que se acabaron los bulos y teorías conspiracionistas para escurrir el bulto y tratar de endosarle el marrón a Pedro Sánchez, a Teresa Ribera, a la AEMET, a la UME o la Confederación Hidrográfica. La jueza ya ha establecido como verdad jurídica, en algún que otro auto, que las competencias deben atribuirse, íntegra y exclusivamente, a la Generalitat Valenciana. Así que le dejará claro a Feijóo, desde el principio, que no vaya por otro camino que no sea ese. Desde ese punto de vista, tiene poco margen el líder del PP. Puede aportar los mensajes de wasap que cruzó con Mazón o puede decir que los ha borrado, lo cual, visto el precedente del fiscal general del Estado en su juicio en el Supremo, no se antoja una buena idea. También puede ayudar a confirmar la veracidad de las comunicaciones: si Mazón le informó de la situación, puede facilitar detalles sobre el contenido y la hora de esas llamadas. La declaración del dirigente popular también podría aportar pruebas indirectas (aunque no gestionaba la emergencia, su relato puede servir para contrastar la versión oficial de la Generalitat), así como para reforzar la investigación judicial. En cualquier caso, su testimonio puede ayudar a determinar si hubo negligencia o falta de reacción adecuada por parte de las autoridades autonómicas.
En la misma diligencia de ordenación de la jueza se ha fijado el lunes 12 de enero para la celebración del careo entre la exconsellera de Justicia e Interior Salomé Pradas y el que fue jefe de gabinete de Carlos Mazón en Presidencia de la Generalitat, José Manuel Cuenca. Otra prueba trascendental. La jueza considera que “no es una probabilidad, sino una certeza” que el líder del PP pudo estar informado sobre la gestión de la dana por Mazón, una creencia que “se deriva de la manifestación pública” que efectuó el propio Feijóo al asegurar que “Mazón le informó en tiempo real”. Esta afirmación, “en tiempo real”, se ha terminado convirtiendo en una pesada losa para el jefe de la oposición.
Feijóo hizo esa declaración el 31 de octubre de 2024 en l’Eliana (Valencia), en el complejo del Centro de Coordinación de Emergencias, alrededor de las 9 horas (aproximadamente una hora y media antes de la llegada del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a estas mismas instalaciones). En una comparecencia ante la prensa, flanqueado por Mazón y por el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, Feijóo añadió: “Me venía diciendo que la situación era muy compleja y desde el martes ya me estuvo informando de que nos tememos que haya más personas fallecidas”. El PP ha afirmado que su líder colaborará con la Justicia pese a que no ha recibido ninguna constancia documental de la citación de la jueza. Génova, apunta el PP, no tuvo constancia documental de que se fuera a citar a Feijóo por parte del juzgado de Catarroja cuando se hizo público ni ha recibido hasta el momento notificación alguna acerca de la fecha. Tampoco se ha recibido ningún auto que haga referencia a los mensajes privados de Carlos Mazón con el presidente nacional del Partido Popular.
Feijóo cometió un grave error al no cesar de forma fulminante a Mazón como militante del PP. Eso podría haber precipitado su dimisión como president de la Generalitat. Con Mazón fuera del Consell, Feijóo habría quedado a salvo, salvando su pellejo. No lo hizo, en una equivocación fatal que le acompañará toda la vida. Al contrario, su respaldo y apoyo al jefe del Consell, durante más de un año, sirvió al barón valenciano para aferrarse al poder mientras miles de personas salían a la calle cada fin de semana para exigirle que renunciara a su cargo. De alguna forma, y absurdamente, Feijóo ató su destino al del hombre de El Ventorro. A día de hoy, nadie en Génova 13 es capaz de explicar por qué lo hizo. El caso es que ahora se encuentra en una posición delicada, con la citación de la jueza entre las manos y sin saber lo que puede salir de esa peligrosa comparecencia. Feijóo no tiene nada que ganar y sí mucho que perder en su cara a cara con la valiente jueza de Catarroja. No es probable que salga como imputado del juzgado, aunque ya se puede decir que ha llegado allí por errores y torpezas políticas. Él solito se metió en el fango de la dana. Y ahora no sabe cómo salir.
