El alcalde socialista del municipio ourensano de Barbadás, Xosé Carlos Valcárcel, ha hecho público un extenso comunicado en el que rechaza de forma tajante la acusación de acoso laboral presentada por una militante y denuncia una secuencia de hechos que, a su juicio, evidencian una estrategia política y mediática previa incluso a que él conociera formalmente la existencia y el contenido de la denuncia.
Valcárcel comienza relatando cronológicamente lo ocurrido. Según explica, “ayer por la noche recibí una llamada del secretario general de Ourense, Álvaro Vila, en la que me dijo, de forma imprecisa y ambigua, que una militante había presentado una denuncia contra mí por un presunto delito de acoso, sin más”. El alcalde subraya que en ese momento no se le ofreció ningún detalle adicional ni se le facilitó información concreta.
La situación se agrava al día siguiente. “Hoy, por boca del secretario general de Galicia en una rueda de prensa, supe que la denuncia se había presentado precisamente ayer mismo”, afirma. Antes incluso de esa comparecencia pública, Valcárcel asegura que recibió la llamada de un periodista cuando se dirigía a una reunión de la FEGAMP en Santiago, informándole de que alguien había filtrado la existencia de una denuncia por acoso, “añadiendo que era laboral”, mientras desde la dirección provincial del partido seguía sin recibir explicaciones.
El momento más crítico llega, según su relato, a las 16.30 horas de ese mismo día. “El secretario general del PSdeG, Xosé Ramón Gómez Besteiro, pide mi dimisión en una rueda de prensa, en un extraño ejercicio de sincronización entre la denuncia, la filtración a la prensa y la petición de dimisión, sin tener yo conocimiento verbal ni por escrito de la denuncia, ni haber sido escuchado”, denuncia el alcalde.
Valcárcel rechaza dimitir por esa petición y marca una línea clara: “Si Besteiro pretende que dimita por él, no lo voy a hacer”. Asegura que asumirá responsabilidades “sin vacilar” si corresponde, pero insiste en que “este no es el caso” y acusa a la dirección gallega de intentar extender una sospecha para deslegitimar a quienes exigen explicaciones internas.
Entrando en el fondo del asunto, el alcalde es contundente: “Quiero dejar claro que es absolutamente falso que yo sea un acosador laboral. Lo niego radical y tajantemente; por supuesto, tampoco un acosador de ningún otro tipo”. Considera que la filtración busca, de forma torticera, insinuar otras conductas en un contexto político determinado.
Ante la posible existencia de la denuncia, Valcárcel afirma querer afrontarla “en primera persona, dando la cara, sin subterfugios”, pero subraya que necesita conocerla. Por ello, explica que ha solicitado la baja en su partido “con enorme dolor”. Pese a ello, asegura que aún no se le ha facilitado el texto de la denuncia: “Esta tarde estuve reunido con el secretario general de Ourense para pedirle el traslado de la denuncia, que siguen sin facilitarme”.
El alcalde promete transparencia total a partir de ahora y sugiere que todo el episodio puede estar relacionado con un caso real de acoso sexual ocurrido en el municipio hace más de un año. Recuerda que entonces actuó con rapidez: “Me reuní con la afectada, a la que di toda credibilidad, y con el acusado, al que le exigí la dimisión y la entrega del acta. Así lo hizo”.
Valcárcel contrapone esa actuación con la de la dirección gallega del partido y concluye con una acusación directa: “Esa es la gran diferencia entre quien actúa con integridad y quien maniobra maquiavélicamente para ocultar su propia negligencia”. Un cierre que deja claro que, más allá de la denuncia, el conflicto tiene una profunda dimensión política y orgánica dentro del socialismo gallego.