Feijóo ha nombrado a Juan Francisco Pérez Llorca como candidato del PP a la Generalitat Valenciana tras la dimisión (en diferido) de Carlos Mazón. La designación ha sido interpretada como una apuesta por “la continuidad, la estabilidad institucional y la cohesión interna del partido” (según fuentes de Génova), aunque también ha generado tensiones con Vox.
Pérez Llorca es considerado un perfil moderado y leal al expresident. Sin embargo, la oposición lo tiene claro: se trata de más mazonismo, de modo que PSPV y Compromís exigen elecciones inmediatas ya. La designación ha contado con el respaldo unánime de las direcciones provinciales del Partido Popular de la Comunidad Valenciana, lo que refuerza su legitimidad interna. Alcalde de Finestrat desde 2015 y portavoz del PP en Les Corts, su trayectoria combina gestión municipal con experiencia parlamentaria. Esto le otorga una imagen de gestor eficaz, alejado de polémicas, lo que podría resultar atractivo para el electorado de centro, según le ha explicado Feijóo a sus colaboradores más cercanos.
En cuanto a su relación con Vox, el partido de Abascal ha expresado malestar por no haber sido consultado previamente. La noticia les llegó por la prensa, lo que ha tensado las relaciones y podría complicar la investidura si no se gestiona con habilidad política. Ahí se abre otro frente complicado para el nuevo aspirante a barón popular valenciano.
El objetivo de Feijóo es cerrar heridas y entrar en un período de cierta calma en una comunidad autónoma que lleva un año de convulsiones desde la dana de octubre de 2024. El propio líder nacional del PP ha justificado la elección de Pérez Llorca como una vía para “dar estabilidad a la Comunidad Valenciana a la mayor brevedad posible”. La salida de Mazón ha generado incertidumbre en el tablero político valenciano. Se busca evitar luchas internas y mantener el control del gobierno autonómico en un contexto de alta fragmentación parlamentaria. Sin embargo, está Francisco Camps, que piensa dar guerra y batalla hasta el final para alzarse otra vez con la Generalitat.
En julio de 2025, Pérez Llorca declaró que Camps tenía “todo el derecho” a postularse para liderar el PP, aunque matizó que sería más oportuno hacerlo “cuando llegue el momento”. Esta afirmación fue interpretada como un gesto de respeto institucional, pero también como una forma de marcar distancias frente a los intentos de Camps de recuperar protagonismo político. Camps, por su parte, ha defendido su “derecho legítimo” a volver a presidir el partido, esgrimiendo encuestas que lo sitúan como el candidato con mayor capacidad de movilización. Aunque no hay declaraciones explícitas de apoyo o rechazo, la postura de Camps parece más centrada en su propia reivindicación que en respaldar a Pérez Llorca.
El nombramiento de Pérez Llorca como candidato a la Generalitat ha sido impulsado por Alberto Núñez Feijóo y respaldado por las direcciones provinciales del PP, lo que reduce el margen de influencia de Camps en esta decisión. En definitiva, Camps no se ha opuesto abiertamente, pero tampoco ha mostrado entusiasmo público por el nombramiento. Su foco parece estar en su propia agenda interna dentro del partido.
Y luego está el horizonte judicial nada halagüeño para el PP. Juan Francisco Pérez Llorca ha sido citado por la jueza de Catarroja para aclarar la gestión de la riada con 229 muertos de 2024, lo que ha generado inquietud sobre su horizonte judicial justo cuando se le propone como candidato a la presidencia de la Generalitat Valenciana. Aunque no está imputado formalmente, su citación ha sido interpretada como un posible riesgo político y reputacional, especialmente en un momento en que se negocia su investidura como presidente autonómico. La citación ha acelerado los contactos entre el PP y Vox, buscando cerrar un acuerdo exprés que garantice la estabilidad institucional antes de que el proceso judicial pueda afectar la imagen del candidato. Además, el futuro candidato deberá declarar ante la comisión de investigación de Les Corts Valencianes.
En cualquier caso, Pérez Llorca representa una figura de continuidad, con buena imagen interna y experiencia de gestión, pero su éxito dependerá de su capacidad para negociar con Vox y consolidar una mayoría parlamentaria. Su perfil técnico y moderado puede ser una baza electoral, aunque deberá demostrar liderazgo propio más allá de la sombra de Mazón.
