Santiago Abascal ha tendido la mano a Feijóo para construir más presas y pantanos como forma de evitar danas e inundaciones como la vivida en Valencia en octubre de 2024. “Pongámonos de acuerdo en eso al menos”, le dijo en el último debate en el Congreso de los Diputados. La idea del jefe ultra es un retorno a la vieja fórmula franquista que, en pleno siglo XXI y ante los nuevos desafíos y retos como el cambio climático, ya no sirve. España es el país de la Unión Europea con más presas y embalses (más de 1.200) y también el más árido, seco y afectado por la sequía debido a su clima mediterráneo y a la escasez de lluvias. Por si fuera poco, las presas tampoco sirven de nada para detener las inundaciones torrenciales, ya que el cambio climático es un fenómeno global que se combate con otras armas que nada tienen que ver con añadir más cemento a nuestros montes.
La demagogia populista e inculta de los ultras es muy osada. Las presas y embalses no frenan el cambio climático. Podemos construir mil pantanos más, llenar España de pantanos, y el desastre de las danas seguirá produciéndose no solo en Valencia sino en otras regiones de España. El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU resume en sus informes las medidas clave para frenar el desafío al que se enfrenta el planeta: reducir emisiones de gases de efecto invernadero; disminuir las emisiones globales de CO₂ en torno a un 35 por ciento para 2030 y más del 55 por ciento en 2035; eliminar progresivamente el carbón y reducir el uso de petróleo y gas; transición energética rápida; aumentar la inversión en energías renovables (solar, eólica, hidroeléctrica, geotérmica); mejorar la eficiencia energética en edificios, transporte e industria; desarrollar almacenamiento de energía y redes inteligentes; protección de ecosistemas; conservar y restaurar bosques, humedales y océanos, que absorben carbono; frenar la deforestación y promover la reforestación; impulsar una agricultura sostenible que reduzca emisiones de metano y óxido nitroso; cambios en consumo y producción; fomentar la economía circular (reutilización y reciclaje); promover dietas más sostenibles, con menos carne de ganadería intensiva y de macrogranja, demasiado costosa medioambientalmente hablando; y favorecer el transporte público, movilidad eléctrica y reducción de vuelos cortos.
La adaptación y la resiliencia son también muy necesarias. Es preciso invertir en infraestructuras resistentes a fenómenos extremos (inundaciones, sequías, olas de calor); garantizar acceso equitativo al agua y la energía en comunidades vulnerables; y acometer planes de refrigeración sostenible para enfrentar olas de calor, sobre todo en verano. La lucha contra los incendios forestales de sexta generación se antoja fundamental para evitar la desertización que avanza a pasos agigantados.
La ONU advierte de que los compromisos actuales son insuficientes: el mundo se dirige hacia un escenario de aumento de 2,5 grados centígrados o más este siglo. Aún sería posible limitar el calentamiento a 1,5 grados, pero ello requeriría acciones inmediatas y coordinadas en todos los sectores, algo a los que se oponen gobiernos de extrema derecha mundial como Donald Trump en Estados Unidos y Putin en Rusia. En resumen: el IPCC pide una transformación profunda y rápida de la economía mundial, con reducciones de emisiones sin precedentes y cambios en energía, consumo y protección de la naturaleza.
Abascal demuestra no solo su ignorancia en la materia, también su irresponsabilidad, ya que sigue jugando peligrosamente con fuego. Engañar al pueblo en medio de una crisis climática como la que vivimos es tanto como decir que el Titanic no se hunde cuando se va a pique. Un billete directo para la devastación total del medio ambiente. Y no tenemos un planeta B.
Vox ha exigido en negociaciones políticas que se retiren referencias al Pacto Verde Europeo y a la Agenda 2030, marcos estratégicos de la UE para reducir emisiones y avanzar hacia energías renovables. En la Comunidad Valenciana y Baleares, la formación ha presionado al PP para desmantelar medidas climáticas y eliminar compromisos de sostenibilidad. Abascal ha llegado a calificar al presidente Pedro Sánchez de “mafioso climático”, acusándole de usar la agenda verde como herramienta política. Tanta demagogia negacionista y tan poca ciencia solo puede tener una consecuencia: la ruina del país a medio plazo.
El presidente Sánchez ha advertido que el negacionismo climático de Vox podría “desmantelar la arquitectura institucional y presupuestaria” destinada a combatir el cambio climático. Organizaciones como More in Common advierten de que el negacionismo climático puede espantar a gran parte del electorado de Vox, ya que la mayoría de los votantes del PP y del PSOE reconocen la realidad del cambio climático.
Expertos alertan de que regiones como Baleares y la Comunidad Valenciana son altamente vulnerables a los efectos de la crisis climática (sequías, inundaciones, pérdida de biodiversidad). Abascal y Vox mantienen un discurso suicida frente a la acción climática, rechazando marcos internacionales y europeos. Por desgracia, el populismo demagógico está costando vidas.
