Junts ha puesto punto final a su apoyo al Gobierno de Sánchez. ¿Va en serio el órdago o es solo puro postureo para que Moncloa le haga “casito” a Carles Puigdemont, tal como ironiza Gabriel Rufián en uno de sus atinados tuits? Habrá que esperar para comprobarlo. En cualquier caso, todo apunta a que los “incumplimientos” socialistas a los que se refiere Míriam Nogueras, la portavoz de Junts, se reducen a uno solo: el referéndum de autodeterminación para Cataluña.
El dirigente de la formación soberanista, que sigue en su exilio en Waterloo, ha puesto encima de la mesa el asunto de la consulta. Y Sánchez le ha dicho que no vaya por ahí porque ni él, ni el Gobierno, ni nadie puede darle lo que pide. El referéndum para desgajar una parte del territorio nacional del Estado es inconstitucional (además de un posible delito con pena de cárcel), por mucho que se empeñe el exhonorable. En los primeros contactos de Puigdemont con Santos Cerdán en Ginebra se habló de la amnistía, de la financiación singular para Cataluña, de la lengua catalana en las instituciones europeas y de muchos otros asuntos más. También del referéndum. Sin embargo, el presidente del Gobierno le dijo a su secretario de Organización, hoy en prisión preventiva por el caso Koldo, que no tocara ese tema. Así fue. Puigdemont, un político que llegó a la vida pública para lo que llegó (para lograr la independencia) tuvo que conformarse entonces con lo que le proponía el Gobierno de Madrid: el indulto a los presos políticos en forma de amnistía a cambio del apoyo de gobernabilidad de los siete diputados soberanistas. Calló y esperó, una práctica que el independentismo ha aprendido a interiorizar, con paciencia, tras décadas de no lograr su objetivo principal: la secesión.
Hoy, debilitado, en minoría y acorralado el Ejecutivo de Sánchez por casos de corrupción, Carles Puigdemont ha decidido volver a la carga. Pensó que era el momento oportuno para sacarle algo tangible al inquilino de Moncloa. Tampoco esta vez ha podido. Sánchez le ha ofrecido lo de siempre, más respeto a la cultura catalana, la consideración de nacionalidad histórica dentro del Estado español y euros, un buen puñado de euros. Y Puigdemont ha estallado. Las encuestas dan a la baja a Junts (hay un Vox a la catalana que le está adelantando por la derecha) y el expresident tenía que jugárselo todo a una carta. Seguir como muleta de Madrid no era un buen negocio electoral. Puede que a Esquerra le vaya bien (a fin de cuentas, tanto Rufián como Sánchez son socialistas, quizá uno más que otro), pero no a la derecha catalanista sostenida por el alto empresariado, la patronal del Foment siempre recelosa de unas reformas laborales, las de Yolanda Díaz, que considera demasiado izquierdosas. Puigdemont se ha jugado el órdago y, una vez más, ha perdido. No habrá referéndum ni consulta, ni en esta ni en la siguiente legislatura, así que ha decidido cortar por lo sano y ver si ese postureo tiene consecuencias positivas para Junts en el próximo sondeo demoscópico.
Junts ha anunciado este jueves que ha registrado enmiendas a la totalidad a todas las leyes que tiene presentadas el Gobierno y que hará lo mismo con las que lleve al Congreso en el futuro, incluidos los Presupuestos Generales del Estado, una medida con la que asegura queda “bloqueada” la legislatura, informa Efe. En una rueda de prensa en el Congreso, la portavoz puigdemontista Míriam Nogueras aseguró que sin los votos de su formación “no se pueden aprobar leyes” y que el presidente del Gobierno sabe “desde el primer día” que su partido no vota para garantizar la “estabilidad” de España sino a favor de los intereses de Cataluña. Una falacia más, ya que si le va mal a los españoles le irá mal a los catalanes. Eso es lo que todavía no ha entendido la portavoz de Junts. Que Cataluña no vive en un limbo o paraíso fiscal al margen de España y de Europa (eso es lo que quisiera la Nogueras); que la realpolitik se impone siempre por encima de utopías, entelequias y delirios; y que esa comunidad autónoma del noreste de la Península Ibérica sigue formando parte del territorio nacional: sigue dependiendo para su subsistencia, íntegramente, de los presupuestos generales del Estado. ¿Piensa rechazar su señoría portavoz, simplemente por orgullo herido, todo el pastizal que le puede caer a la Generalitat para, por ejemplo, las obras de ampliación del aeropuerto del Prat? Está por ver.
Nogueras ha explicado que Junts ha registrado enmiendas a la totalidad a 25 leyes presentadas en el Congreso por el Gobierno, que no votará a favor de las 21 que están acabando su tramitación y que vetará también las nuevas propuestas que ya han pasado por el Consejo de Ministros cuando lleguen al Parlamento. Ahora bien, habrá que ver qué pasa cuando Junts tenga que votar en contra, por simple estrategia cerril, a cosas que son buenas para Cataluña y los catalanes. Cuidado en ese caso, porque pueden quedar retratados los siete diputados posconvergentes.
Además, ha enfatizado que el Gobierno no podrá, a menos que “una sus votos con el PP y Vox”, aprobar los presupuestos ni el techo de gasto ni tampoco normas como “la ley Bolaños o la ley Begoña”, en referencia a la ley para la modernización de la justicia y la que afecta a la acusación popular con el fin de que los partidos políticos no puedan convertirse en inquisidores en el curso de un pleito. Además, Nogueras insistió en que se cumplan los acuerdos. El “acuerdo”, cabría matizar, porque aquí siempre estamos hablando de lo mismo, de una independencia que solo está en la ensoñación de un partido que sigue en caída libre en su procés de decadencia.