Carlos Mazón ya ha dimitido. O mejor dicho, lo han dimitido. Acorralado por la calle (el pueblo dictó sentencia contra él durante el funeral de Estado con presencia de los reyes de España), presionado por la jueza de Catarroja que investiga las negligencias en la gestión de la dana y retirado el apoyo incondicional de Feijóo, el president de la Generalitat se encuentra en una situación complicada y comprometida, casi crítica. En las últimas horas, ha afirmado que se hace “cargo del día de ayer”, cuando familiares de las víctimas de las inundaciones le increparon al grito de “cobarde, traidor y rata”. Según Mazón, va a “reflexionar sobre lo que significa” esa jornada, por lo que en los próximos días hará una declaración institucional. Esas palabras se interpretan como un anuncio trascendente: o bien dimite, o bien anuncia que no se presenta a la reelección. La carta está redactada, solo tiene que firmarla.
Carlos Mazón está acabado desde que decidió quedarse en el restaurante El Ventorro mientras cientos de valencianos morían ahogados. Lo sabe él y lo sabe Feijóo. También lo sabe Abascal, que sigue prestándole los votos de Vox para que pueda sacar adelante sus leyes y mantenerse en el poder. Sin embargo, en Génova 13 se resisten a hablar de dimisiones y aseguran que esa posibilidad no está, a día de hoy, encima de la mesa. El tiempo corre y Feijóo sigue hipotecando su futuro al de un cadáver político. ¿Por qué lo hace? ¿Qué sabe Mazón del gallego que hace que este le respalde, sin ambages, una y otra vez y contra toda lógica? Estamos ante un misterio que nadie entiende, algo que escapa a nuestra comprensión. Apoyar contra viento y marea a un incompetente acreditado no tiene ningún sentido. Solo Feijóo sabe por qué lo hace.
Habrá un antes y un después del funeral de Estado celebrado el miércoles en Valencia en homenaje a las 237 víctimas mortales de la dana en el primer aniversario de la tragedia, donde recibió abucheos y gritos de “asesino” y “fuera” por parte de los familiares de los fallecidos. La dignidad e integridad de los damnificados por la riada contrastó con el rostro sombrío y enmudecido del barón popular levantino, un fantasma empequeñecido deambulando por la Ciudad de las Ciencias. Las familias han jurado que están dispuestas a ser “la pesadilla” constante del president y lo van a cumplir. Del dolor, la rabia y la indignación nace el activismo de un movimiento, el de afectados por la dana, que va camino de convertirse en un fenómeno sociológico y político: la tumba política de Mazón. Más de 50.000 personas se manifestaron en Valencia el pasado fin de semana exigiendo su dimisión. Y asociaciones de víctimas desplegaron 229 mantas térmicas frente al Palau de la Generalitat como símbolo de protesta. Fue un mar dorado, una imagen demoledora muy dañina para un PP al que el pueblo empieza a identificar con la imagen de la más cruda insensibilidad e inhumanidad con las víctimas de la tragedia.
Por momentos, es como si a Mazón solo le quedara el respaldo de la ultraderecha valenciana. El portavoz de Vox en Les Corts, José María Llanos, criticó el acto celebrado ayer en recuerdo de las víctimas asegurando que “no fue un funeral, sino un acto político para blanquear al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez”. Una auténtica infamia que humilla a las víctimas, además de todo un balón de oxígeno para el líder popular acorralado. Llanos fue aún más lejos al afirmar que “tras un año de la tragedia, el Gobierno todavía no ha iniciado ni una sola obra hidráulica que podría evitar que mañana mismo volviera a repetirse una catástrofe como esta”. Obvia, claro está, que la competencia para esas obras depende de la Generalitat valenciana según los planes de reconstrucción.
¿Cuándo puede hacer Mazón esa declaración institucional trascendente? De momento, la única fecha anunciada es la de su comparecencia en comisión de investigación, la del 17 de noviembre en el Congreso de los Diputados. Además, Mazón tiene previsto remodelar su equipo de Gobierno la próxima semana, tras la salida de su vicepresidenta y conseller para la Recuperación, Francisco José Gan Pampols, según anunció el pasado mes de septiembre. Pero quizá lo más probable es que el líder del PP valenciano no tenga ninguna intención de irse asumiendo su responsabilidad, sino que solo trata de ganar tiempo sacando conejos de la chistera.
Así las cosas, Feijóo sabe que la situación es insostenible. La sangría o fuga de votos del PP a Vox en la Comunidad Valenciana es altamente preocupante. Y cuanto más tiempo siga en su despacho del Palau de la Generalitat mayor será el destrozo. En Génova hay voces que piden al líder que corte por la sano y cese ya a su barón. Pero Feijóo se resiste de momento a tomar decisiones drásticas.
Mazón ha apelado a que en los próximos días se pueda “hacer una reflexión algo más profunda sobre lo que significa, sobre lo que ha significado el día de ayer y estos días”, y cuando se le ha preguntado qué significa eso se ha limitado a señalar: “No dejar de reflexionar sobre ello y atender a las víctimas”. Además de incompetente e insensible con el dolor ajeno está demostrando que es un mentiroso compulsivo.
