Mazón, váyase al Ventorro

El presidente de la Generalitat valenciana sigue dando un espectáculo lamentable que daña el dolor de las víctimas y degrada la democracia

29 de Octubre de 2025
Actualizado a las 19:23h
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Carlos Mazón durante la declaración institucional
Carlos Mazón durante la declaración institucional

Carlos Mazón no dimite, se queda. Su declaración institucional de esta mañana había despertado gran interés y expectación, ya que cabía la posibilidad de que, presionado por la jueza de Catarroja, cercado por la calle, en el alambre por cierto desdén de Feijóo –que en los últimos días se ha mostrado algo frío y distante con “el señor Mazón” –, y movido por un ramalazo esporádico de vergüenza torera, presentara su dimisión irrevocable. Pero qué va. El tipo sigue ahí, aferrado al mástil de la bandera del Palau cual capitán botarate, noqueado, pero en pie. Sin asumir la más mínima responsabilidad. Hoy tocaba admitir que su gestión al frente de la riada no fue “suficiente”. Cara dura no le falta al gachó.

“Debemos reconocerlo. Hubo cosas que debieron funcionar mejor aquel 29 de octubre”, alega en su defensa. Y en eso estamos completamente de acuerdo con el barón valenciano popular. Hay muchas “cosas” mejorables, empezando por la competencia de la persona que tiene que ponerse al timón del Cecopi cuando el barco hace aguas por todas partes. Habrá que hacer las cosas mejor en el futuro, por supuesto, en primer lugar, quitar al tarambana y poner a uno que sepa. O mejor, que quiera, porque el 29 de octubre no hacía falta un premio Nobel en ciencia climática para afrontar la catástrofe. Bastaba con poner el dedo en el teléfono móvil y darle al botón rojo de la alerta masiva a la población, lo que hubiese salvado muchas vidas. No lo hizo. Es difícil pulsar un botón cuando tienes la mano derecha en el cuchillo, la izquierda en el tenedor y los ojos en una señora a la que vas a ofrecerle una televisión, un palacio, la luna.

El Consell ha declarado el 29 de octubre como día en recuerdo de las víctimas de la dana. Hasta ahí llega el sentimiento de culpabilidad de un político que vive fuera de la realidad y al margen de cualquier código ético o moral: el que establece por sentido común que un dirigente que se va de tabernas durante horas, dándose a los placeres culinarios y caldos de la tierra mientras sus paisanos mueren ahogados, no merece ostentar la condición de honorable president de la Generalitat valenciana. Mazón hace tiempo que dejó de ser honorable. Ha dado síntomas de incompetencia e inutilidad grave; ha mentido un día sí, otro también, cambiando la versión de los hechos; ha humillado a las víctimas, cuyo dolor y sufrimiento ha colocado en un segundo plano solo para salvar su pellejo y su poltrona. Mazón no merece ser president de los valencianos por muchas cosas, también por no haber sabido acometer con eficacia la reconstrucción de las zonas afectadas. Fue inepto en la crisis climática y lo está siendo en tiempo de poscrisis. El Gobierno de Mazón aún no ha sido capaz de distribuir el 74 por ciento de los 2.364 millones que el Estado ha puesto en sus manos para reparar los destrozos de la dana: “Se trabaja muy lento”, se defiende el interfecto. Cada vez que habla, indigna un poco más. Por no hablar de la adjudicación de los fondos de ayuda, algunos de los cuales han ido a parar a algún que otro constructor vinculado a la trama corrupta Gürtel. Di que sí Carlitos, sigue refocilándote en el barro. Un incompetente no falla nunca; siempre se revela como lo que es.  

Propaganda barata, mucha; dinero, ingenieros y obreros, pocos. Ya contraprograma corridas de toros en Á Punt para no tener que emitir las manifestaciones multitudinarias y cualquier día recupera Tómbola para terminar de anestesiar a la sociedad vaenciana, como en los tiempos oscuros de Canal 9. Baste solo un dato para acreditar el desastre en la gestión: a día de hoy, más de 700 ascensores de las localidades afectadas siguen sin funcionar, condenando a cientos de personas mayores y con movilidad reducida a un confinamiento perpetuo en sus casas. La raquítica cifra que ha destinado hasta la fecha (612 millones, un 26 por ciento del total) no es más que la muestra palpable de la cicatería de un Gobierno que no cree en lo público, de la impotencia, de todo lo que queda por hacer y de todo lo que le queda por soportar al sufrido pueblo valenciano.

Pero por encima de los planes y planos más o menos fallidos del arquitecto de la negligencia, están las víctimas, esas que casi siempre salen mal paradas, dañadas o menospreciadas cada vez que se produce una tragedia y gobierna el Partido Popular (Prestige, 11M, Yak 42, accidente de Metro, geriátricos privatizados de Ayuso convertidos en trampas mortales en pandemia para 7.291 ancianos). “Falta la reconstrucción humana”, se lamentan las víctimas. Esa no llegará nunca mientras Mazón no se vaya a su casa. Los 229 muertos no tendrán justicia; sus familiares no tendrán descanso; los niños seguirán teniendo pesadillas cada vez que caigan cuatro gotas sobre L’Horta Sud. Mazón es el rostro del trauma; ese matasanos nefasto que no le deja a uno curarse de su enfermedad.

Hoy, con los nervios y las emociones a flor de piel, Carlos Mazón tendrá el cuajo de presentarse en la Ciudad de las Ciencias para participar, junto a los reyes de España, en los actos de homenaje por el primer aniversario de la dana. ¿Con qué cara se va a presentar ante tanta gente que lo mira ya con una mezcla de resentimiento y curiosidad, la que se siente ante un bicho raro que parece carecer de sentimientos humanos? Ahí estará él. Con su traje de los domingos, su cabello engominado y su falsa sonrisa; con sus mentiras, bulos y coartadas ridículas. Aguantando el chaparrón de indignación popular. Mazón tiene anchas espaldas y rostro impermeable para abrir el paraguas y capear. Todo menos dimitir; todo menos presentar una higiénica renuncia; todo por la pasta. Se lo pasa todo por el arco de triunfo, por el puente del barranco del Poyo. Hoy sí que sería un buen día para meterse en el Ventorro y darse al buen filete al calor de la chimenea. Hoy sí que sería el mejor momento para hacer mutis por el foro, como uno de esos personajes del teatro clásico, y no volver a subirse jamás a los escenarios políticos. Mazón ha demostrado que no es una persona decente, pero también que es un pésimo actor. Ni Feijóo le cree ya sus mentiras de histrión aficionado. Y si el PP valenciano y nacional aguanta en las encuestas (Vox le come votos por días) es solo porque el votante de derechas es fiel, un hooligan que apoya siempre a su equipo, con independencia de si el entrenador es un crack o un paquete.

“El dolor fue y sigue siendo inmenso”, ha dicho el president en esa infame declaración institucional a mayor gloria de él mismo. Para dolor el que nos entra a nosotros cada vez que lo vemos en la pantalla del televisor. Un dolor hondo y profundo, casi una arcada. Nos duele Valencia, nos duelen los valencianos, nos duele mucho que el hombre del Ventorro siga ahí, en el poder. Vivito, coleando y con toda su jeta.

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