Feijóo cada vez más débil frente a Abascal

La victoria de María Guardiola en Extremadura desarma al PSOE pero alimenta al partido ultra, que prosigue imparable en su remontada para desbancar al PP

24 de Diciembre de 2025
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Feijoo con Ayuso en una imagen de archivo.
Feijóo con Ayuso en una imagen de archivo.

Tras la victoria de María Guardiola en Extremadura surge una pregunta inevitable: ¿sale Feijóo reforzado frente al PSOE o más atado y dependiente aún respecto a Vox que antes? Las dos cosas son ciertas a la vez.

Las elecciones extremeñas han sido un golpe duro para el PSOE y eso beneficia directamente a Feijóo, que recibe un importante balón de oxígeno. El gallego andaba en horas bajas, con un índice de popularidad incluso peor que Pedro Sánchez y Santiago Abascal. Por si fuera poco, su nefasta gestión del PP valenciano en medio de la dana (pudo haber cesado a Carlos Mazón hace más de un año y decidió mantenerlo en la Generalitat contra toda lógica política) lo han conducido a presencia de la jueza de Catarroja, que quiere saber qué mensajes se cruzaron él y el president (hoy ya dimitido) en las horas cruciales de la catástrofe. Ahora, tras meses de zozobra, Feijóo empieza a verlo algo más claro. Con Sánchez casi derrotado (su panorama electoral de cara a las próximas citas autonómicas es desolador, la corrupción le lastra demasiado y los socios le han dado un ultimátum para que remodele el Gobierno y dé un viraje izquierdista a su Ejecutivo de coalición) el líder del PP sale airoso de este primer round electoral extremeño, y encara con más optimismo las próximas citas. El día de las elecciones, algunos medios se ensañaron con el inquilino de Moncloa, y Europa Press tituló: “Feijóo asesta un golpe a Sánchez”. Se dio por muerto y enterrado al presidente socialista, pese a que la batalla se estaba jugando en un territorio regional concreto y no en España. Nunca los resultados de unas autonómicas son extrapolables a unas generales y mucho menos cuando quedan dos años para estas, en teoría, en 2027.

Ahora bien, si es cierto que Feijóo gana impulso y narrativa (el PSOE se hunde y él aparece como alternativa sólida), queda más atado a Vox que antes. Los resultados no dejan lugar a la duda. Vox sube con fuerza (de 5 a 11 escaños) mientras el PP no alcanza la mayoría absoluta. El partido ultra va a poner un precio muy caro a sus votos e incluso podría exigir la cabeza de María Guardiola en las negociaciones de cara a la investidura. Esa imagen de un PP rehén o de rodillas frente a los voxistas no deja bien parado el liderazgo de Feijóo. ¿Es el gallego el auténtico patrón de las derechas españolas? Difícil llegar a una respuesta afirmativa cuando es Abascal la figura emergente. Vox tiene ahora más armas, más resortes, para doblegar al Partido Popular. En la calle Bambú, sede ultra, hay euforia. Ven cada vez más cerca el momento de adelantar por la derecha a sus primos hermanos del PP. Ese fue el gran sueño de Abascal desde el principio. El viejo sueño del padre fundador Vidal-Quadras hecho realidad.

Sin duda, la existencia de Vox va a complicar y mucho la estrategia del PP de cara al nuevo ciclo electoral (Extremadura, Aragón, Andalucía y Castilla y León). El partido de extrema derecha es cada vez más fuerte y eso es gracias a la estrategia del propio Feijóo, que tras abrir la puerta a los voxistas, día a día, va cavando la propia tumba de Génova 13. Por tanto, estamos ante una victoria agridulce: Feijóo gana gracias a Guardiola, pero no controla el tablero. Todos los medios de comunicación coinciden en esta idea: Feijóo capitaliza la debacle del PSOE, pero no consigue contener el avance de la viscosa marea verde; Vox mete miedo a Feijóo, que ve más cerca que nunca la sombra del “sorpasso”. Tanto es así que ya no resulta extraña la idea de que Abascal sea algún día el presidente y el actual jefe de la oposición, uno de sus ministros.

De ahí que las cosas estén en el mismo lugar que antes de las elecciones en Extremadura. De ahí que en Génova siga activo, más que nunca, el plan B: relanzar la figura de Isabel Díaz Ayuso como sustituta de Alberto Núñez Feijóo, con carácter urgente, para tratar de frenar el auge de Vox. Es decir, dar el salto evolutivo hacia un PP de extrema derecha donde Feijóo no tendrá cabida por su discurso aparentemente demasiado moderado.

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