La sesión de control a Isabel Díaz Ayuso en la Asamblea de Madrid dejó una imagen contundente: una presidenta centrada en la confrontación personal y en proteger la sanidad privatizada, y un presidente de la Cámara que redujo a chiste un insulto directo a los diputados y diputadas socialistas. En lugar de hablar de vivienda, familias o listas de espera, el pleno derivó hacia ataques, burlas y discursos que poco tienen que ver con los problemas reales de la ciudadanía.
Todo estalló cuando Ayuso, en plena defensa del grupo Quirón y de los conciertos sanitarios, decidió llamar “caniches” a los socialistas. No fue un desliz: lo integró en un discurso duro, cargado de acusaciones sobre autoritarismo, operaciones ocultas y supuesta falta de propuestas. La tribuna, en vez de ser un espacio de control democrático, se convirtió en un escenario de ataque personal.
Infrafinanciar la sanidad pública para obligar a los ciudadanos a ir a Quirón no es libre elección: es CHANTAJE.
— PSOE Madrid (@psoe_m) November 13, 2025
Mientras los madrileños van de madrugada al hospital a hacerse pruebas, Ayuso está de fiesta privada en su ático con el dinero de todos.@espinar_mar 👇🏼 pic.twitter.com/rSkeVtkR0k
Cuando el diputado Juan José Fernández Lara pidió la palabra para recordar que los diputados representan a la ciudadanía y no son “caniches”, el presidente de la Asamblea prefirió bromear: anunció que era “el Día de la Bondad” y añadió que los caniches le parecían perros “entrañables”. Le restó importancia al insulto y lo trató como si fuese un chascarrillo. Dejó claro, con esa actitud, que llamar “caniche” a un diputado desde la presidencia de la Comunidad no iba a tener consecuencias.
La vivienda y la sanidad, sepultadas bajo la bronca
Mientras tanto, seguía sin respuesta una pregunta clave: ¿dónde están las 25.000 viviendas públicas prometidas por Ayuso en 2019? Desde la oposición se insistió, especialmente desde el PSOE, pero la presidenta volvió a esquivar la cuestión. Prefirió hablar de nuevos desarrollos futuros y de cifras presentadas sin detalle, sin aclarar cuántas viviendas se han construido, dónde y para quién.
Vox trató de apropiarse del discurso de la “defensa de los barrios”, llamando a la presidenta, "cosmopaleta" y culpando a la inmigración y a las movilizaciones por Palestina de todos los males de la región. Acusaron a la izquierda de haber “traicionado a los barrios” por salir a la calle contra el genocidio en Gaza, mezclando deliberadamente crisis internacionales con problemas locales de vivienda y precariedad.
En sanidad, la portavoz socialista Mar Espinar fue directa: madrileños levantándose a las cinco de la mañana para hacerse pruebas en hospitales privados porque la Consejería no abre turnos de tarde; millones de sobrecoste a favor de Quirón; casi 600 falsos negativos en cribados de cáncer de colon calificados como “incidencia”; y la falta de transparencia sobre la trayectoria profesional de la consejera. Lo resumió así: no derivan pacientes, derivan clientes.
Ayuso evitó responder punto por punto y se limitó a repetir que “Madrid tiene la mejor sanidad pública de España”, desviando el enfoque hacia ataques políticos al Gobierno central.

Manuela Bergerot: familias contra especulación
La intervención de Manuela Bergerot, de Más Madrid, puso el foco en un aspecto que afecta a miles de hogares: las familias monomarentales y la imposibilidad de llegar a fin de mes con un solo sueldo. Planteó preguntas muy concretas: ¿cómo se mantiene una familia con 15.000 euros al año en Madrid? ¿Cómo se paga una escuela infantil si no hay plaza pública? ¿Cómo se afronta un alquiler de 1.200 euros?
Bergerot resumió el dilema en términos muy claros: o derechos o negocio. O se protege a las familias, o se deja campo libre a los fondos buitre. Recordó que el PP y Vox están alineados con los intereses de quienes especulan con la vivienda, no con quienes intentan sobrevivir con sueldos bajos.
Ayuso respondió enumerando medidas y ayudas, pero sin abordar la raíz del problema: los precios desorbitados de la vivienda, la falta de parque público y la necesidad de políticas que regulen el mercado. Su intervención se centró en defender su gestión y en acusar a la oposición de “mezclar temas”, en lugar de detallar cómo una madre sola puede afrontar un alquiler en la Comunidad de Madrid.
Vox, Gaza y la criminalización de la protesta
El papel de Vox en la sesión fue especialmente agresivo. Acusaron a la izquierda de haber dedicado “meses con la cabeza en Palestina” y de “abandonar los barrios”. Cargaron contra quienes se manifestaron contra el genocidio en Gaza, insinuando que preocuparse por los derechos humanos es incompatible con defender a los vecinos de Madrid. Y, como siempre, vincularon inmigración con delincuencia y deterioro de los barrios, reforzando un discurso que estigmatiza a colectivos enteros.
Es una narrativa peligrosa y falsa que oculta a los verdaderos beneficiarios del modelo actual: fondos que compran bloques enteros de viviendas, grandes empresas sanitarias privadas y quienes hacen negocios con cada privatización.
En ese contexto, la dureza contra Ayuso no es una cuestión de estilo, sino de responsabilidad. Cuando llama “caniches” a diputados elegidos democráticamente y el presidente de la Cámara responde con bromas, no se está normalizando solo el insulto: se está degradando la institución que representa a todos los madrileños y madrileñas.
Mientras tanto, las preguntas siguen sin respuesta:
— ¿Dónde están las 25.000 viviendas prometidas?
— ¿Por qué se cierran turnos de tarde en los hospitales públicos?
— ¿Por qué tantas familias no pueden pagar el alquiler?
Detrás del chiste sobre los caniches está el verdadero problema: un Gobierno que prefiere el combate político a la rendición de cuentas, y una ciudadanía que sigue esperando soluciones.