La comparecencia de la secretaria de Organización del PSOE, Rebeca Torró, no fue una simple rueda de prensa para apagar un incendio político. Fue una exposición detallada de las medidas que el partido ha decidido poner en marcha y reforzar para combatir el machismo dentro de su propia organización. Un mensaje dirigido tanto a la militancia como al conjunto de la sociedad: la violencia machista no se tolera, no se minimiza y no se gestiona con silencios ni con ambigüedades.
En un contexto de hartazgo social frente a los abusos y de creciente exigencia de responsabilidades, el PSOE quiso trasladar una idea central: el feminismo no puede quedarse en declaraciones de principios. Tiene que traducirse en mecanismos eficaces, recursos suficientes y decisiones firmes, incluso cuando son incómodas.
Una reacción inmediata ante acusaciones graves
El origen de esta crisis se sitúa en la publicación de testimonios de mujeres que denunciaban comportamientos machistas por parte de un dirigente socialista. Hasta ese momento, la dirección del partido no había recibido denuncias formales por los canales internos. Aun así, la respuesta política fue inmediata: la persona señalada quedó fuera de la nueva Ejecutiva y abandonó sus cargos orgánicos e institucionales ese mismo día.
Esta reacción marca una diferencia relevante respecto a prácticas del pasado. No se esperó a que el problema se diluyera ni se intentó ganar tiempo. Se actuó desde el primer momento para dejar claro que determinadas conductas son incompatibles con los valores del partido y con su trayectoria histórica en la defensa de los derechos de las mujeres.
Un canal específico para denunciar acoso
Dos días después de conocerse la información, el PSOE habilitó un canal específico para denunciar situaciones de acoso, tanto de forma anónima como identificada. Conviene explicarlo con claridad: no se trata de un buzón genérico ni de un formulario simbólico, sino de un mecanismo telemático que conecta directamente con el órgano contra el acoso.
Este órgano es autónomo, confidencial y separado de la dirección política. Su función es investigar las denuncias, garantizar la protección de las personas denunciantes y evitar cualquier tipo de presión interna. La existencia de este canal no elimina por sí sola el machismo, pero reduce el miedo a denunciar y rompe una cultura de silencio que durante años ha protegido a los agresores. Pero parece que no funciono.
Reconocer fallos para poder corregirlos
Uno de los puntos más delicados fue el reconocimiento de deficiencias en la comunicación con algunas denunciantes. Se produjeron problemas en el acceso a la información de los expedientes, lo que generó inquietud y críticas legítimas.
Las denuncias no se borraron en ningún momento. El sistema informático oculta automáticamente los datos pasados 90 días para reforzar la protección de datos personales. Este procedimiento, conocido como ofuscación, se aplica a todas las denuncias. Aun así, el fallo existió, se reconoció y se corrigió de inmediato. Asumirlo públicamente fue un paso necesario para mejorar el sistema y recuperar la confianza.
Qué significa una falta muy grave
Una vez concluido el trabajo del órgano contra el acoso, el partido determinó que la conducta investigada constituía una falta muy grave según sus estatutos y contraria al código ético. Es importante subrayarlo: no se trata de una condena penal, sino de una sanción interna con consecuencias orgánicas.
Esto implica que la conducta es incompatible con la organización. Aunque la persona implicada se haya dado de baja como militante, quedará constancia de esa falta en el registro interno, lo que impide una reincorporación automática en el futuro. Es una forma de fijar límites claros dentro del partido, al margen de los procesos judiciales.
Apoyo jurídico y psicológico a las víctimas
Otra de las medidas anunciadas fue el respaldo integral a las mujeres denunciantes. Quienes decidan acudir a la vía judicial contarán con apoyo jurídico del partido. Quienes no deseen hacerlo verán igualmente respetada su decisión.
Este punto es esencial. No todas las víctimas quieren o pueden afrontar un proceso judicial largo y revictimizante. Respetar esa decisión también es una forma de feminismo. Además, se ofrecerá asistencia psicológica y acompañamiento personal, porque la violencia machista no termina cuando se cierra un expediente.
Reforzar y revisar los protocolos
La respuesta no se cerró con un “caso resuelto”. El PSOE anunció el refuerzo del órgano contra el acoso con más apoyo jurídico especializado, la revisión del protocolo por expertos independientes y la puesta en marcha de campañas formativas y de sensibilización dirigidas a toda la organización.
Estas acciones se dirigirán a la militancia, a los cargos públicos y a los cargos orgánicos. La formación es clave para identificar comportamientos machistas, prevenirlos y actuar antes de que el daño sea mayor. Los protocolos solo funcionan si se conocen, se entienden y se aplican con rigor.
Una responsabilidad que va más allá del partido
Rebeca Torró insistió en que el machismo no es un problema exclusivo del PSOE ni de la política. Afecta al conjunto de la sociedad: a los partidos, a las empresas, a los medios de comunicación, a las universidades y a cualquier espacio donde exista una relación de poder.
No se puede combatir la violencia machista desde la negación ni desde el recorte de derechos. La ejemplaridad se demuestra con hechos y con políticas públicas sostenidas en el tiempo.
El feminismo se demuestra con hechos
El mensaje final fue claro y rotundo: el feminismo no se proclama, se practica. Actuar cuando surgen casos incómodos, asumir responsabilidades y mejorar los mecanismos existentes no debilita a una organización, la fortalece.
Las medidas anunciadas buscan marcar un antes y un después dentro del partido y enviar un mensaje a la sociedad: frente al machismo no caben ambigüedades. Erradicarlo no es una opción ni una consigna. Es una obligación democrática.