El presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, ha impuesto el perfil bajo en la presentación de su primer libro, Manual de convivencia, editado por Espasa, precisamente cuando su hoja de ruta establecida antes del estallido de la crisis de los cribados fallidos del cáncer de mama auguraba una cita trascendental y crucial para vender los logros de su mandato en Andalucía desde hace casi siete años y a las puertas de unas elecciones autonómicas que las encuestas preveían otro paseo triunfal. Este lunes 3 de noviembre, una semana después de su lanzamiento en librerías, Moreno Bonilla presenta en Sevilla su primer libro, que en el capítulo final de agradecimientos se explaya para otorgar una cuota de protagonismo a una notable lista de colaboradores, entre los que se encuentran algunos de sus asesores más cercanos en la Oficina del Portavoz del Gobierno, como por ejemplo el director general de Comunicación, Sebastián Torres.
Pero las denuncias de presuntos contratos irregulares con la sanidad privada durante la pandemia, con los tres últimos gerentes del Servicio Andaluz de Salud (SAS) imputados, incluida la actual, Valle García, y sobre todo el escándalo de los cribados fallidos del cáncer de mama, con miles de mujeres afectadas en toda la comunidad, han puesto en jaque la gestión global de un dirigente que se arroga la potestad de haber creado lo que denomina “la vía andaluza”, una forma de gestionar basada, según su propio partido, en “el respeto al adversario, la escucha activa y la moderación”, a lo que se une “una forma de entender la gestión pública centrada en las personas, en el sentido común y en la responsabilidad”.
Esta visión teórica idílica de “mano tendida” y colaboración contrasta radicalmente con las durísimas declaraciones de algunos cargos del partido en Andalucía, como por ejemplo las del diputado autonómico por Almería Pablo Venzal, que ha asegurado que “se contarán con los dedos de una mano por mucho que chillemos” el número total de víctimas del escándalo del cáncer de mama.
Lejos de respetar el malestar de las víctimas, el ejecutivo andaluz y el PP autonómico tildaron de partidistas las protestas convocadas por Amama, al tiempo que se orquestaban campañas de desprestigio
Lejos de la visión idílica de la “vía andaluza” de Moreno Bonilla, miles de mujeres afectadas por el cribado fallido de cáncer de mama han dicho basta a las reiteradas promesas de la Administración autonómica, que ha basado sus soluciones a esta crisis monumental del sistema público de salud en un plan de choque con una lluvia de millones de euros y contrataciones masivas de profesionales. Pero en ningún momento ha existido un mínimo interés de la Consejería de Sanidad en aclarar el origen del “fallo”, reconocido por el propio ejecutivo andaluz, ni tampoco en acotar el número real de mujeres que se han visto afectadas por un diagnóstico tardío o directamente fallido. Por ello, la asociación Amama Sevilla, que destapó el caso el pasado 28 de septiembre, ha convocado para este próximo domingo 9 de noviembre nuevas movilizaciones en todas las provincias de Andalucía, después de las multitudinarias dos concentraciones precedentes en la capital andaluza, la primera ante la sede central del SAS y la más reciente ante el Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta.
El ejecutivo andaluz y el PP autonómico, lejos de respetar el malestar de estas víctimas de la sanidad pública, tildaron de partidistas las protestas, al tiempo que se orquestaba desde diferentes medios afines y redes sociales campañas de desprestigio de la presidenta de la asociación, Ángela Claverol, y de sus principales integrantes, acusándolas de estar subvencionadas por el PSOE, principal partido de la oposición.
