Teresa Peramato es la nueva fiscal general del Estado elegida por Pedro Sánchez. Y, tal como se esperaba, a Feijóo no le ha gustado. Con más de 35 años de trayectoria, especializada en violencia de género y bien considerada en la profesión, es un símbolo de los valores defendidos por el sanchismo como la defensa de la mujer y la ley del solo sí es sí. Toda una provocación para las derechas radicalizadas de este país.
Con una amplia trayectoria en la lucha contra la violencia de género, es una de las grandes impulsoras de la especialización judicial en esta materia. Ha sido Fiscal de Sala Delegada para la Protección y Tutela de las Víctimas en el Proceso Penal, reforzando su perfil en defensa de los derechos de las víctimas. Posee la orden del Mérito Policial (2010) y la orden del Mérito de la Guardia Civil (2016). Una profesional de alto rango.
El Gobierno la ha propuesto como nueva Fiscal General del Estado tras la renuncia de Álvaro García Ortiz, condenado por el Tribunal Supremo. Su nombramiento se produce en un contexto institucional delicado y se interpreta como una apuesta por la estabilidad y por reforzar la lucha contra la violencia de género.
En resumen, Teresa Peramato es una jurista de perfil progresista, con sólida experiencia en la Fiscalía y reconocida por su trabajo en violencia de género y protección de víctimas. Su designación como fiscal general del Estado marca un momento clave para la institución.
Presidenta de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), esta asociación se identifica con posiciones progresistas en el ámbito judicial y ha sido la cantera de varios fiscales generales anteriores. Sin duda, puede decirse que es una fiscal feminista, lo que se interpreta en medios judiciales como un dardo provocador de Moncloa a la derecha extrema y a la extrema derecha.
Diversos medios la describen explícitamente como “de perfil izquierdista”. Ha estado cercana a figuras como Dolores Delgado y Álvaro García Ortiz, ambos también asociados al ala progresista de la carrera fiscal. Es evidente que es una fiscal general de continuidad tras la defenestración del propio García Ortiz, víctima de una caza de brujas en el Tribunal Supremo por revelar secretos tributarios del novio de Isabel Díaz Ayuso.
Teresa Peramato no solo se identifica con el progresismo por su pertenencia a la UPF, sino también por su trayectoria en defensa de los derechos de las mujeres y colectivos vulnerables. Pedro Sánchez ha enervado otra vez al búnker y a la caverna. Dirigentes del PP han salido en comandita denunciando que el Gobierno “coloniza” la Fiscalía con nombramientos afines, y que Peramato representa una continuidad de esa estrategia. El rechazo del PP no se centra en su capacidad técnica (que está ampliamente reconocida) sino en su alineación ideológica y trayectoria dentro del ala progresista de la carrera fiscal. A Feijóo le molesta que la Fiscalía General del Estado esté dirigida por una mujer que defiende de verdad los derechos de las mujeres. Así de bajo ha caído el PP. Está tan arrastrado por el fanatismo de Vox, con quien va de la mano en los Gobiernos regionales, que ha entrado en una especie de ceguera política. Ya ni siquiera ve donde hay una profesional competente y de prestigio que lucha por los derechos humanos.
