Misterios de la dana: la factura incompleta de El Ventorro, los fallos de oído de Vilaplana y el borrado de los mensajes del jefe de prensa

La jueza de Catarroja investiga si se está obstaculizando la acción de la Justicia para salvar a Carlos Mazón

27 de Noviembre de 2025
Actualizado a las 14:44h
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Factura de El Ventorro donde no aparecen datos importantes para la investigación
Factura de El Ventorro donde no aparecen datos importantes para la investigación

Prosigue la investigación de la dana instruida por la jueza de Catarroja. Nuria Ruiz Tobarra avanza lentamente, pide documentos, testigos, cualquier prueba que ayude a confirmar la responsabilidad de Carlos Mazón en la nefasta gestión de la riada en la que murieron 229 personas. Sin embargo, hay quien se empeña en obstaculizar ese trabajo profesional de la jueza, incluso ayudando a que pruebas fundamentales desaparezcan misteriosamente o como por arte de magia.

En las últimas horas se ha sabido que El Ventorro, el restaurante con reservado donde estuvieron comiendo Mazón y la periodista Maribel Vilaplana la tarde de la tragedia, ha emitido una factura cuando menos extraña sobre aquel ágape. Una factura sin desglose, solo con el precio final: 165 euros por “2 menús concertados”. Ningún detalle más sobre la comida que tomaron ambos protagonistas de la historia, ni sobre la bebida, ni sobre los postres o si hubo copa y puro. Nada de nada. No habrá gustado a la jueza esa información insuficiente o recortada que, sin duda, beneficiará a los intereses del PP valenciano, partido al que le interesa que cuanto menos se sepa sobre aquel almuerzo, mejor.

Mazón y la periodista Vilaplana comieron aquella tarde del 29 de octubre de 2024 en El Ventorro, según consta en la factura emitida por el propietario del restaurante e incorporada ya al sumario de la causa judicial por la gestión de la dana. En esa factura, a la que ha tenido acceso Efe, se hace constar como receptor de la misma al PP de la Comunitat Valenciana. Ambos comieron en la mesa 106, aunque la hora tampoco consta, otro dato importante que se le escatima a la jueza, ya que la cronología resulta crucial para aclarar el asunto y determinar si Mazón cometió una negligencia grave con resultado de muerte.

El propietario de El Ventorro, que declaró recientemente como testigo ante la jueza de Catarroja, ha aportado también dos fotografías del reservado, donde se puede ver una mesa ovalada con cinco sillas en una habitación con dos grandes ventanales y un pequeño mueble bajo auxiliar. Además, ha entregado el plano en planta de dicha habitación, que tiene 4,43 metros de largo por 2,83 de ancho. Unas dimensiones reducidas que contrastan con la declaración de Maribel Vilaplana ante la instructora. “Yo no oigo las llamadas. Se levantaba y se iba a hablar [sobre Mazón]. Cuando volvía a la mesa, no me comentaba nada sobre las llamadas, ni yo le preguntaba. Para hacer las gestiones, él no salía de la sala. Se levantaba. Es un reservado grande con una mesa grande”, declaró la comunicadora. Poco más de cuatro metros por dos. Resulta difícil creer que en esa habitación tan limitada, y durante largas horas, Vilaplana no escuchara las conversaciones de Mazón, que no salió de la sala. No escuchó hablar de riadas, ni de alertas rojas, ni del Cecopi, el centro de control de emergencias del que se ausentó el president durante toda la jornada dramática para los valencianos. Vilaplana no escuchó a su compañero de comida hablar sobre Salomé Pradas, ni de que había personas ahogadas ya a esa hora.

Pero hay más cosas extrañas. Carlos Mazón comparte piso en València, desde el verano de 2023, con quien es desde hace años su asesor de confianza, el jefe de Gabinete secretario autonómico de Comunicación José Manuel Cuenca, según informa Eldiario.es. Pues bien, la mano derecha de Mazón ha confesado que borró los mensajes que cruzó con su jefe ese día. Cuenca ha testificado ante la jueza de la dana que se planteó que el president de la Generalitat se desplazara a Utiel poco antes de las 17 horas de aquel 29 de octubre, pero la entonces consellera Salomé Pradas les dijo que allí no se podía entrar.

Cuenca ha explicado además que en ningún momento se planteó que Mazón fuera al Cecopi, ya que Pradas les mantenía al corriente, tal como informa Efe según fuentes conocedoras del caso. Cuenca ha asegurado que cambió de teléfono en julio y que tiene entre nueve y doce meses de mensajes perdidos porque no había hecho copias de seguridad. ¿Casualidad? Cabe recordar que al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, lo han condenado, entre otras cosas, por el borrado de su teléfono móvil durante el caso de la revelación de datos del expediente tributario del novio de Ayuso. Lo dicho, demasiadas pruebas que empiezan a desaparecer o a revelarse incompletas. La estrategia política de Mazón se basó en la mentira; la judicial va por el mismo camino.

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