Feijóo, historia de un fracaso

El líder del PP y jefe de la oposición ha cometido demasiados errores en su difícil camino a la Moncloa

02 de Diciembre de 2025
Actualizado el 03 de diciembre
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Feijóo acelera sin brújula: el líder del PP que compite contra su propio reloj
Feijóo y Abascal en una imagen de archivo

Alberto Núñez Feijóo desembarcó en la política nacional en 2022 con la reputación de gestor eficaz y moderado, tras más de una década al frente de la Xunta de Galicia. Su perfil se antojaba el idóneo para devolver al Partido Popular a La Moncloa: experiencia, pragmatismo y una imagen de estabilidad frente a la crispación política. Sin embargo, su trayectoria en Madrid ha estado marcada por una serie de fracasos que han debilitado su liderazgo y cuestionado su capacidad de convertirse en presidente del Gobierno.

La derrota en la investidura

El fracaso más evidente fue su intento fallido de investidura en septiembre de 2023. Aunque el PP fue la fuerza más votada en las elecciones generales del 23 de julio, con 137 escaños, Feijóo no logró sumar los apoyos necesarios para alcanzar la mayoría absoluta. Obtuvo 172 votos a favor frente a 178 en contra, quedando a las puertas del poder. Este episodio lo dejó marcado como un líder incapaz de transformar una victoria electoral en poder efectivo, y reforzó la imagen de Pedro Sánchez como político hábil en la negociación. Pese a todo, Feijóo mantiene que no ha sido presidente porque no ha querido pactar con Junts. Nadie le cree.

Pactos con Vox y desgaste de la imagen moderada

Feijóo intentó mantener una imagen de centro-derecha moderado, pero los pactos autonómicos y municipales con Vox tras las elecciones de mayo de 2023 erosionaron esa narrativa. En comunidades como Castilla y León, Comunidad Valenciana o Baleares, el PP se apoyó en Vox para gobernar. Esto debilitó su discurso de moderación y lo expuso a críticas tanto internas como externas. La contradicción fue evidente: mientras en Madrid defendía un perfil centrista, en los territorios su partido dependía de la extrema derecha. Este viraje estratégico se percibió como un fracaso en su intento de diferenciarse de Pablo Casado y recuperar el espacio del centro político.

La competencia de Ayuso

Es evidente que la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, le ha comido terreno al jefe. Su estilo más combativo y mediático ha contrastado con el perfil más institucional del líder gallego, generando tensiones y la percepción de que la lideresa marca su propia agenda política. De que va por libre. A ojos de la miltancia y el votante, ella es la dura, él el maricomplejines. La presidenta madrileña ha cultivado un liderazgo propio, con gestos de autonomía que han llegado a contradecir la línea oficial del partido. Por ejemplo: su negativa a acudir a una reunión bilateral con Pedro Sánchez, rompiendo la disciplina institucional del PP. Ayuso arrasa en Madrid atrapando el voto de Vox; Feijóo no consigue hacer lo mismo a nivel nacional. Ella confronta directamente con el presidente del Gobierno y con Abascal, puenteando al líder. Es un peligroso verso suelto. Con eso está todo dicho.

Tropiezos comunicativos y lapsus parlamentarios

Otro de los puntos débiles de Feijóo ha sido su comunicación política. En varias ocasiones, sus intervenciones en el Congreso han estado marcadas por lapsus y errores que han sido ampliamente difundidos en medios y redes sociales. Estos fallos han alimentado la percepción de un líder poco sólido en el debate parlamentario, incapaz de imponerse frente a Pedro Sánchez en el cara a cara. La política nacional exige rapidez, contundencia y capacidad de marcar agenda, y Feijóo no ha logrado consolidar un estilo comunicativo que lo proyecte como alternativa clara. La última vez que quedó en evidencia fue en la pasada sesión de control, donde enmudeció cuando trataba de ridiculizar a Sánchez con una supuesta serie de Netflix inventada por sus asesores como chiste o sarcasmo contra el sanchismo. Quiso decir Anatomía de un farsante y se quedó en “Anatop…”. Las redes sociales se inundaron de memes con el líder del PP caricaturizado como un faraón egipcio. Pedro Sánchez supo aprovechar el momento al afearle que “no es un buen parlamentario”.

La oportunidad perdida en 2018

Algunos analistas señalan como un error histórico que Feijóo no se presentara a liderar el PP en 2018, tras la caída de Mariano Rajoy. En aquel momento, tenía un perfil fuerte y podía haber evitado la etapa de Pablo Casado, que terminó debilitando al partido. Su renuncia fue interpretada como falta de ambición o cálculo erróneo, y hoy se considera uno de sus grandes fracasos estratégicos. Cuando finalmente dio el salto en 2022, el contexto era mucho más complicado: un PP desgastado, un PSOE consolidado en el poder y Vox creciendo en la derecha.

La gestión de las elecciones autonómicas

Aunque el PP logró buenos resultados en las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2023, Feijóo no supo capitalizar ese impulso en las generales de julio. El partido fue el más votado, pero no consiguió mayoría suficiente. La incapacidad de convertir victorias parciales en un proyecto nacional sólido se ha convertido en una constante en su liderazgo. La paradoja es clara: gana elecciones, pero no gobierna. Y en política, el poder real se mide por la capacidad de transformar votos en instituciones.

La sombra de Galicia y las críticas internas

Feijóo sigue siendo visto por muchos como un líder regional trasladado a Madrid, más cómodo en la política gallega que en la arena nacional. Su estilo pragmático, que funcionó en Galicia, se ha mostrado insuficiente frente a la polarización política española. Además, sectores internos del PP cuestionan su estrategia y liderazgo, lo que debilita su posición dentro del partido. La falta de un relato claro y de una visión de país más allá de la crítica a Sánchez ha generado dudas sobre su capacidad de movilizar a un electorado diverso. Para colmo de males están las críticas sobre su gestión al frente de la Xunta, unos años en que empresas vinculadas al clan Feijóo han sido regadas por un maná de dinero público. Uno de los grandes errores del dirigente gallego ha sido no pedir perdón por los años de corrupción en el PP de Mariano Rajoy y no haber sabido regenerar el partido. La sombra de Bárcenas, Gurtel, Púnica, Lezo y Kitchen es alargada.

La relación con Europa y la falta de proyección internacional

Otro aspecto que se le reprocha es su escasa proyección internacional. Mientras Pedro Sánchez ha reforzado su perfil europeo, Feijóo no ha logrado consolidar una imagen fuerte fuera de España. En un contexto donde la política nacional está cada vez más conectada con Bruselas, esta carencia se percibe como un déficit de liderazgo. Ni siquiera sabe hablar inglés.

El dilema de la oposición

Feijóo ha intentado ejercer una oposición firme, pero muchas veces ha quedado atrapado en un dilema: ser duro contra Sánchez sin parecer radical. En ocasiones, sus críticas han sido vistas como poco consistentes o excesivamente centradas en la deslegitimación del adversario, sin ofrecer propuestas alternativas claras. Este enfoque ha alimentado la percepción de que el PP bajo su liderazgo carece de un proyecto sólido de país, más allá de la oposición frontal al Gobierno. Las incongruencias e incoherencias políticas (presentarse como moderado al tiempo que pacta con Vox) le lastran de forma letal.

Los fracasos de Alberto Núñez Feijóo no se reducen a un episodio concreto, sino que forman parte de un patrón: errores estratégicos, falta de audacia en momentos clave, dependencia de Vox, debilidad comunicativa y ausencia de relato internacional. Aunque sigue siendo el líder del principal partido de la oposición, su capacidad para convertirse en presidente del Gobierno se ha visto seriamente comprometida. Feijóo encarna la paradoja de un político que parecía destinado a triunfar en Madrid, pero que hasta ahora ha acumulado más tropiezos que victorias. El futuro dirá si logra revertir esta tendencia o si sus fracasos se consolidan como el rasgo definitorio de su paso por la política nacional.

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