Geert Wilders, líder del partido de derecha radical PVV en Países Bajos, llegaba como favorito a las elecciones de este miércoles según los sondeos. Sin embargo, ha sido derrotado por la derecha clásica moderada. Y aunque sigue obteniendo buenos resultados, no podrá formar gobierno debido al cordón sanitario que le han colocado las fuerzas democráticas. La mayoría de sus rivales políticos han descartado cualquier posibilidad de formar coalición con él, tras el colapso del último Gobierno en el que participó, que apenas duró once meses.
El ejemplo holandés marca el camino a seguir para derrotar a los ultras en los demás países europeos. El cordón sanitario funciona, eso debe entenderlo de una vez el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, que firma pactos y coquetea sin complejos con la extrema derecha para sostener sus gobiernos regionales. Las fuerzas democráticas miran con curiosidad las elecciones en Países Bajos y toman nota para organizar nuevas estrategias de cara a las batallas electorales que están por librarse. Aunque las últimas encuestas arrojan una fuerte subida de Vox en España, el partido del ultra Santiago Abascal, todavía queda tiempo para revertir la situación. Los voxistas están haciendo caja con los votos de ciudadanos desencantados por asuntos como la indignación popular por el elevado precio de la vivienda, la pérdida de poder adquisitivo, la nefasta gestión de las catástrofes (dana en Valencia, incendios en Castilla y León y caos de las mamografías en Andalucía) y la manipulación de las cifras sobre inmigración. Tras años de travesía en el desierto, la extrema derecha española empieza a vivir un momento algo más dulce. Tienen la esperanza de seguir creciendo en el Parlamento y se ven influyendo directamente en el próximo Consejo de Ministros. Se creen imprescindibles. Todo ello a costa de la caída del PP en la intención de voto. O Feijóo toma medidas, cambiando de estrategia para alejarse del nuevo fascismo posmoderno, o el fracaso en las urnas de los populares está asegurado. Puede que no se produzca el sorpasso en las próximas elecciones generales, pero el desgaste político, el roto que le va a ocasionar Vox, se ve venir a leguas.
En España, el concepto de “cordón sanitario” contra la ultraderecha (específicamente contra Vox) ha sido debatido pero nunca aplicado de forma sistemática. A diferencia de países como Francia o Alemania, donde los partidos tradicionales excluyen formalmente a la extrema derecha de pactos, en España el PP ha formado gobiernos autonómicos y municipales con Vox desde 2019. El PP ha pactado con Vox en comunidades como Castilla y León, Extremadura, Valencia, Murcia y Aragón. En el Congreso de los Diputados, Vox ha sido clave para aprobar leyes del PP y ha presidido comisiones parlamentarias como el circo que vivimos ayer en el Senado con la declaración del presidente del Gobierno por el caso Koldo.
La lección de Wilders
Con más de veinte años en el Parlamento, Wilders ha construido su imagen política sobre el rechazo al islam y la inmigración. Holanda great make again. Holanda para los holandeses. Las encuestas le otorgaban entre 25 y 31 escaños, por debajo de los 37 que tenía actualmente en una cámara de 150. Su campaña se vio interrumpida durante varios días por supuestas amenazas terroristas, lo que le llevó a cancelar su participación en debates clave. Aunque las autoridades descartaron que existiera una amenaza real, el líder del PVV retomó su actividad electoral, centrada principalmente en redes sociales, donde suele comunicarse con sus seguidores.
En los debates televisivos, Wilders ha sido blanco de críticas por parte de sus adversarios, quienes lo acusan de haber provocado la caída de dos gobiernos (uno en 2012 junto a Mark Rutte, y otro este verano con tres socios de derechas) sin haber logrado avances significativos. “Tres partidos dando patadas al PVV”, ironizó tras uno de los encuentros, mientras líderes como Frans Timmermans (GroenLinks-PvdA), el liberal VVD y el democristiano CDA reiteraban su negativa a pactar con él.
Durante el último experimento de gobierno, Wilders fue vetado como primer ministro a pesar de liderar el partido más votado, y se optó por el funcionario independiente Dick Schoof. Sin embargo, la coalición se desintegró en junio, cuando Wilders retiró a sus ministros al considerar que sus socios no endurecían suficientemente la política de asilo.
En su programa electoral, titulado “¡Este es tu país!”, proponía medidas radicales como la suspensión total del derecho de asilo, el cierre de centros de acogida, la denuncia de la Convención de Refugiados de la ONU y la repatriación de todos los sirios. Aunque ha suavizado algunas propuestas anteriores (como prohibir el Corán o cerrar mezquitas), mantiene que el islam representa “la mayor amenaza existencial para nuestra libertad”.
También plantea reinstaurar literas en las cárceles, eliminar el derecho de queja de los presos, suprimir la financiación pública de la radiotelevisión neerlandesa (NPO) y convertir el Mediapark en una zona residencial. Defiende que “solo existen dos sexos, hombre y mujer” y propone eliminar los fondos destinados a políticas climáticas.
Su liderazgo autoritario (es el único miembro oficial del PVV), y sus antecedentes judiciales por incitación al odio, refuerzan su perfil antisistema, pero también alimentan el rechazo del resto del arco político. La Asociación Neerlandesa de Abogados ha advertido que sus propuestas representan “graves riesgos para el Estado de derecho”.
