El cuello de Feijóo peligra

Las críticas del líder del PP al modelo de gestión hospitalaria de Ayuso recuerdan mucho a las que hizo en su día, contra la lideresa, el defenestrado Pablo Casado

05 de Diciembre de 2025
Actualizado a las 12:06h
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Feijóo y Ayuso, las dos cabezas visibles de la derecha española, en una imagen de archivo.
Feijóo y Ayuso, las dos cabezas visibles de la derecha española, en una imagen de archivo.

En las últimas horas, Alberto Núñez Feijóo ha dejado críticas veladas a la gestión de Isabel Díaz Ayuso por el escándalo del Hospital de Torrejón. Desde la Comunidad de Madrid se guarda silencio absoluto sobre el asunto, la lideresa se muerde la lengua y sigue sin pronunciarse, lo que debe infundir aún más inquietud y preocupación al dirigente nacional del PP. La cuerda se está tensando entre ambos líderes y cabe preguntarse si puede volver a ocurrir un nuevo episodio como el de Pablo Casado, a quien defenestraron por airear la supuesta corrupción del entorno de la presidenta castiza. Así se les gasta el ayusismo. Se maneja con prácticas y vendettas propias de la mafia calabresa.

El conflicto en el seno del PP surge tras la revelación de unos audios del directivo de Ribera Salud, empresa gestora del Hospital público de Torrejón de Ardoz, en los que se reconoce que cuanto más largas son las listas de espera, más beneficios obtiene la compañía. Esto ha desatado una tormenta política sobre el modelo de gestión público-privada de la sanidad madrileña. Un modelo con tendencias yanquis del que es ferviente admiradora y seguidora Isabel Díaz Ayuso.

Feijóo ha exigido una auditoría con “absoluto rigor” sobre la gestión del hospital tras calificar las prácticas detectadas como contrarias a los principios éticos elementales de la medicina. Incluso ha ido más allá al sugerir que podrían derivarse responsabilidades penales. Nunca antes había cruzado ese Rubicón para posicionarse contra las políticas de su baronesa madrileña. La petición de auditoría es todo un dardo envenenado en la línea de flotación del ayusismo. Desde que el dirigente conservador soltó esa bomba, hay malestar en la lideresa, según fuentes consultadas en Puerta del Sol, y cabe esperar que en las próximas horas la jefa del Gobierno regional salga a la palestra para dar su versión de los hechos o algún tipo de explicación institucional.

De momento, Ayuso opta por guardar silencio, evitando pronunciarse sobre el escándalo pese a la presión mediática y política. Esta actitud contrasta con la contundencia de Feijóo y ha generado especulaciones sobre un posible choque interno. El episodio recuerda inevitablemente al enfrentamiento entre Pablo Casado y Ayuso en 2022, cuando el entonces líder del PP cuestionó la gestión de contratos vinculados a la pandemia. Aquella crítica derivó en una crisis interna que acabó con el cese de Casado y el ascenso de Feijóo. La sombra de ese precedente planea ahora sobre la relación entre el dirigente gallego y su delfina.

A Feijóo, la crítica le permite marcar perfil y escenificar cierta aureola de autoridad sobre un asunto sensible como la Sanidad pública. Al mismo tiempo, el silencio de Ayuso puede interpretarse como parte de su habitual estrategia de rebeldía ante el poder de Génova, pero la penaliza, ya que en política quien calla otorga, que es tanto como asumir que es responsable de las negligencias cometidas en el hospital de Torrejón. Frente al escándalo, nada que decir, mutis total y cierre de filas con el nutrido electorado ultraderechista de la capital. De cualquier forma, el choque abre una grieta interna inevitable que puede ir a mayores. Feijóo ha cuestionado la política sanitaria de Ayuso y eso, seguramente, no caerá en saco roto. Cuando alguien se mete con ella o con alguien de su entorno familiar, puede darse por liquidado, muerto y enterrado. Que se lo pregunten si no al exfiscal general del Estado, purgado en una cruel caza de brujas del sector ayusista de la judicatura.

Mientras tanto, el Gobierno de coalición aprovechará la oportunidad para cuestionar el modelo sanitario del PP. Ya lo está haciendo. La Sanidad promete convertirse en parte del eje ideológico principal de la próxima campaña electoral. Pedro Sánchez ha alertado de que el modelo público-privado mata, y advierte de que la Sanidad pública, el buque insignia de nuestro Estado de bienestar, corre serio riesgo si PP y Vox llegan al poder. Esta vez Feijóo ha sabido leer el momento delicado ante el que se encuentra. Si hay algo que la mayoría de los españoles aprecia de nuestra democracia es la Seguridad Social pública, universal y gratuita. En esa socialdemocracia coinciden tanto un socialista como un liberal moderado que vota al PP. Otra cosa es el ultra echado al monte con el partido de Santiago Abascal. Ese pide la motosierra de Milei para acabar con todo lo público. Pero está por ver que las ideas reaccionarias y anarcoderechizantes del ultra Trump y el delirante presidente argentino calen en un país europeo avanzado como es España.

Feijóo sabe que si no capta el voto del centro, incluso el voto del centro izquierda socialista, nunca llegará a la Moncloa. De ahí que haya decidido enarbolar la bandera de la defensa de la Sanidad pública. De ahí que se haya puesto el traje de socialdemócrata por un momento, aunque solo sea por razones electoralistas. No puede permitirse otra fuga masiva de votantes a la abstención o incluso gente que entienda que lo que toca ahora es defender con uñas y dientes nuestro sistema universal de seguridad social. Ese es el estilo Feijóo: ultra cuando toca, centrista cuando lo requiere la ocasión. Es de extremo centro, como diría Felipe González, otro que se definió en esa misma posición ideológica.

El país huele a elecciones y los partidos se resitúan. Santiago Abascal ha afeado a Feijóo, en no pocas ocasiones, que se muestre demasiado cercano a posiciones socialdemócratas, especialmente por su sintonía con el socialista Emiliano GarcíaPage. Cuando Abascal dispara contra el PP siempre le acusa de ser el “PSOE azul” y esa estrategia erosiona al sector más duro del electorado popular. Muchos simpatizantes y militantes reclaman ya un giro duro, echar a Sánchez del poder como sea, incluso a costa de abrazarse a postulados neofranquistas como los que esgrime Vox. El voxista está dispuesto a quedarse sin médico si con ello el sanchismo pasa a la historia.

En Génova hay runrún. Batalla soterrada y menos soterrada (incluso pública). Aunque es pronto para prever un desenlace similar al que sufrió Pablo Casado, la situación evidencia que la relación entre Feijóo y Ayuso atraviesa un momento delicado. Hay ruido de sables en el PP. Si la presidenta madrileña percibe las críticas como una amenaza a su liderazgo, el conflicto podría escalar y reabrir la batalla interna en el partido. Que se ande con ojo el gallego, que su cuello peligra.

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