Ayuso compara el genocidio en Gaza con las carreras de Fórmula 1 y corrige al Rey por condenar a Israel

La presidenta madrileña insulta a las víctimas de Palestina y convierte el masacre en un chiste televisivo

29 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 14:45h
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Ayuso compara el genocidio en Palestina con los neumáticos de lluvia de Fernando Alonso

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a demostrar que no tiene límites en su retórica. Ante una tragedia que ha dejado a más de 66.000 personas muertas en Gaza en menos de dos años, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha elegido ridiculizar el sufrimiento palestino. Lejos de mostrar empatía, ha asegurado que “genocidio es una palabra que no se puede usar a la ligera” y ha comparado la indignación internacional con “las modas de cuando todo el mundo opinaba de los neumáticos de lluvia de Fernando Alonso”.

Estas declaraciones, lejos de ser un simple desliz, forman parte de un discurso sistemático en el que Ayuso pretende reducir la mayor crisis humanitaria del momento a una anécdota deportiva. Su intervención, realizada en horario de máxima audiencia, no solo banaliza la masacre: ataca a quienes la denuncian, incluyendo al propio Rey Felipe VI.

Chocar incluso con la Corona

Cuando el jefe del Estado se plantó en la ONU para exigir el fin de la matanza, Ayuso decidió desautorizarlo en público. “El Rey debe unir, no tomar partido en conflictos internacionales”, dijo en televisión, sugiriendo que la condena de Felipe VI era impropia. Sus palabras no solo contradicen la posición oficial del Estado, sino que la enfrentan con otros líderes de su propio partido, como Juanma Moreno o Alfonso Rueda, que han calificado la ofensiva israelí como genocidio.

Mientras el monarca hablaba de “bombardeos de hospitales, hambruna y desplazamientos forzosos que repugnan a la conciencia humana”, Ayuso elegía defender a Netanyahu y advertir de que “España pagará durante años” la condena al Gobierno israelí. Una advertencia que suena más a amenaza política que a análisis diplomático.

Frivolizar la tragedia

La frase de Ayuso sobre Fernando Alonso ha generado una ola de indignación. “Esto es como cuando todo el mundo opinaba de Fórmula 1”, dijo, minimizando el dolor de un pueblo entero. No es solo que lo diga: es que lo hace en un momento en que Gaza está sumida en una catástrofe humanitaria sin precedentes, con familias que entierran a sus hijos en fosas comunes y hospitales que operan sin anestesia por el bloqueo.

Lejos de retractarse, Ayuso ha insistido en que “no va a abandonar a los judíos ni permitir que el antisemitismo se disfrace de causas justas”, un mensaje que repite la narrativa de la ultraderecha internacional y que equipara cualquier crítica a Israel con odio racial.

Cortina de humo para su crisis

Este endurecimiento de su discurso no puede entenderse al margen de su situación personal y política. La apertura de juicio oral contra su pareja, Alberto González Amador, por fraude fiscal y pertenencia a organización criminal, la ha colocado en el centro de la tormenta. Y ella ha respondido convirtiendo los platós en su refugio mediático.

“Mi pareja entra por la puerta de los juzgados como cualquier inocente”, declaró, asegurando que el Gobierno de Pedro Sánchez “lo tiene como rehén”. Este victimismo coincide con su estrategia de polarización extrema: atacar al Ejecutivo por la política exterior, por la inmigración e incluso por el conflicto en Oriente Medio, para que se hable de cualquier cosa excepto de la corrupción que rodea a su entorno.

Madrid no puede normalizar esto

La gravedad de lo dicho por Ayuso no se mide solo en términos políticos, sino morales. Cuando una presidenta autonómica ridiculiza un genocidio, lo que está haciendo es rebajar el estándar ético del debate público. Madrid merece líderes que estén a la altura de los principios democráticos y de los derechos humanos, no que se conviertan en portavoces de la propaganda de guerra.

Que tres presidentes autonómicos del PP usen ya la palabra genocidio mientras Ayuso se aferra al negacionismo debería ser una señal de alarma. No es valentía política: es alinearse con los sectores más duros y aislados de la escena internacional.

Historia juzgará estas palabras

La presidenta madrileña puede seguir recibiendo aplausos de sus seguidores, pero su postura quedará registrada. Dentro de unos años, cuando los tribunales internacionales fallen sobre los crímenes en Gaza, las declaraciones de Ayuso resonarán como un eco incómodo de complicidad.

El derecho internacional no es una moda como la Fórmula 1, y las víctimas de la masacre no son neumáticos de lluvia. Reducir el genocidio a un chiste es una afrenta a la dignidad humana. Y si Ayuso no entiende esa diferencia, quizá lo que se está agotando no son los consensos, sino la paciencia de la sociedad con dirigentes que confunden la política con el espectáculo.

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