El juez Peinado ha elegido el día de su cumpleaños para verse las caras con Begoña Gómez, esposa del presidente Sánchez, en los juzgados de Plaza Castilla. Una nueva declaración de intenciones de un magistrado que cada paso que da tiene un fuerte contenido simbólico/político. En efecto, según han confirmado fuentes de su entorno y ha adelantado el periodista de La Sexta Alfonso Pérez Medina, este sábado es el cumpleaños de su señoría (71), el último antes de su jubilación definitiva, y, previsiblemente, lo pasará en el juzgado de guardia, con la citación de Gómez, su asistenta y el delegado del Gobierno. Es, sin duda, su forma de decirle al sanchismo que lo ha derrotado en los tribunales.
El Poder Judicial ha prorrogado la vida laboral de un juez controvertido que se ha tomado el caso Begoña casi como algo personal. Tras su auto en el que sienta a la primera dama frente a un jurado popular, el aluvión de críticas a su instrucción de periodistas, tertulianos y prestigiosos expertos en derecho está siendo abrumador. En el ambiente flota la idea de que estamos ante un juez que ha decidido dar pábulo a las insidias, conspiraciones y bulos de la extrema derecha de este país, alguien que puso la diana en la esposa del presidente desde el primer momento en que la familia presidencial aterrizó en la Moncloa. La finalidad de las querellas de los sindicatos y organizaciones ultras no ha sido averiguar si el máster universitario de Gómez era o no legal. Se trataba de hacerle daño al sanchismo y lo han conseguido. Ya no importa si el jurado declara inocente o culpable a la esposa del líder socialista según el procedimiento iniciado por Peinado (vistas las endebles pruebas que ha logrado reunir el instructor lo más probable es que haya absolución en el juicio o en instancias superiores mediante los pertinentes recursos). La familia Sánchez pasará como la más corrupta de la historia de España. Objetivo cumplido por la extrema derecha y sus terminales mediáticas.
La última excentricidad de Peinado ha sido citar a Gómez y a los otros investigados, entre ellos su asesora, el sábado día de su cumpleaños. Ya se antoja raro que alguien decida trabajar un día de fiesta en lugar de quedarse en casa tomando la tarta y el champán con los suyos. Por otro lado, podría haber esperado a tener la instrucción terminada, a comunicar el auto de procesamiento a las partes y a transmitirles las nuevas pruebas que dice tener contra ellas (a esta hora se desconoce el contenido de los supuestos correos electrónicos cedidos por la Universidad Complutense) antes de solicitar la apertura de juicio con jurado. Ese hubiese sido el trámite normal que marca la ley. Pero no. Ha decidido adelantarse y anunciar que será el pueblo de Madrid quien finalmente juzgue a la esposa del presidente. ¿Por qué? Sin duda, en su decisión ha pesado una cuestión política. Había que reaccionar rápido y cuanto antes ante la noticia del procesamiento de Alberto González Amador, novio de Isabel Díaz Ayuso, a quien la Justicia va a sentar en el banquillo por delitos fiscales, y Peinado lo ha hecho. El que pueda hacer que haga para derrotar el sanchismo, ya lo dijo Aznar.
El simbolismo que tiene que un juez a punto de jubilarse tome declaración a la esposa de un presidente del Gobierno el mismo día de su cumpleaños es innegable. Es su forma de decirle al PSOE que le ha ganado la batalla, que él sale triunfador antes de recoger sus cosas y emprender el camino al retiro. No es la primera vez que ocurre que su agenda coincide con los intereses de la derecha de este país. Ya tomó declaración a la primera dama días antes de unas elecciones, sin duda para entrar él también en campaña. En los juzgados no hay coincidencias. Peinado lleva en el punto de mira este último año por sus controvertidas decisiones en torno a la mujer del presidente del Gobierno. Todo desde que el sindicato ultraderechista Manos Limpias se presentó en el juzgado con unos recortes de prensa.
Entonces, el juez Peinado consiguió convertir esos burdos titulares en el primer interrogatorio a un presidente en el Palacio de la Moncloa. Aunque de ese cara a cara con Pedro Sánchez apenas sacase dos minutos de obviedades. “¿Conoce a doña Begoña Gómez?”, le preguntó el magistrado a Sánchez, a lo que este respondió algo evidente: “Es mi esposa”.
Peinado también forzó su viaje hasta la Moncloa para interrogar a Félix Bolaños. Para lo que pidió un chófer, saltarse el control de seguridad y hasta una tarima, con la que elevarse por encima del ministro de Justicia. Un encuentro cargado de tensión, en el que Peinado le negó hasta la sonrisa. La declaración acabó con el Poder Judicial abriendo diligencias a Peinado para investigar su comportamiento, y con el juez intentando imputar al ministro. Al menos, hasta que el Supremo le paró los pies.
La Audiencia de Madrid sí le ha respaldado en alguna ocasión, pero también le ha tenido que prohibir que investigue sin pruebas la supuesta relación de Begoña Gómez con el rescate de Air Europa. E incluso le obligó a desimputar al presidente del Instituto de Empresa, al que presionó tergiversando el testimonio de una testigo que nunca afirmó que se contratase a Gómez por ser la esposa de Pedro Sánchez. Un juez muy particular llevando la causa de forma muy peculiar.