Felipe se suma al golpe de gracia contra el PSOE

El expresidente del Gobierno aboga por que Pedro Sánchez convoque elecciones anticipadas y se abstenga en la investidura de Feijóo

06 de Noviembre de 2025
Actualizado a la 13:03h
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Felipe González con Aznar en un acto público
Felipe González con Aznar en un acto público 

Felipe González no pierde la oportunidad de erosionar al sanchismo. En público y en privado, en corrillos con amigos de Ferraz y en actos públicos como conferencias y charlas, cualquier momento es bueno para verter su gota de cicuta en el vaso y terminar de liquidar a un Gobierno de coalición que nunca le ha gustado por excesivamente izquierdoso. “Yo soy de extremo centro”. Así se ha llegado a definir él mismo, una afirmación que no deja de provocar sonrojo y vergüenza entre los socialistas de verdad. Pero hay más síntomas del mal del conservadurismo que corre sus venas, y no nos estamos refiriendo solo a los piropos que últimamente recibe de los prebostes del Partido Popular.

Junts ha echado el cerrojo a la legislatura. Se acabó, no habrá presupuestos ni votará a favor de las 24 leyes en trámite, según ha anunciado Míriam Nogueras. En Moncloa huele a muerto mientras FG va de acá para allá, por los salones y tertulias madrileñas, con sus propios planos del golpe. Aznar dijo aquello de “el que pueda hacer que haga” contra el sanchismo y Felipe hace lo posible para que el PSOE tire la toalla, dé un paso al lado y permita un Gobierno del PP. Es así como el expresidente va preparando el terreno ante unas posibles elecciones anticipadas. Hay ambiente de comicios. Con el caso Koldo dejando al descubierto las “lechugas y chistorras” de la corrupción, con Begoña Gómez al borde de un juicio con jurado, con el hermano del presidente acorralado por la Justicia y el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, despedazado, triturado y hecho trizas en la caza de brujas que le ha montado MAR, es más que probable que la legislatura no llegue a su fin. Felipe lo sabe y está calentando el cotarro en petit comité y también ante la opinión pública española. Se ha empeñado en que el PSOE rompa los pactos materiales y sentimentales con la izquierda real. A Yolanda Díaz la tiene entre ceja y ceja y de hipotéticos acuerdos con Podemos no quiere ni oír hablar. Le repugna todo ese tipo de rojerío tanto como el ajo a un vampiro.

Según el patriarca del socialismo español, un frente común de izquierdas para frenar al nuevo fascismo posmoderno tendría “poco futuro” y sería “lo peor para España”. Una frase que podría rubricar el mismísimo Alvise Pérez. De modo que si Feijóo no logra la mayoría absoluta con la muleta de Vox, si tras la jornada electoral hay empate técnico y no es posible la investidura del gallego, González lo tiene más que claro: que gobierne la lista más votada, gran coalición bipartidista al canto, la salida por la “vía moderada” para evitar la parálisis institucional, la repetición en bucle de las elecciones y una crisis mucho más profunda y galopante. En esa tesitura, Isidoro plantea diversas alternativas y la que más le gusta es un Gobierno del PP con apoyos indirectos o puntuales del PSOE. Para ello, según González, el partido socialista debería abstenerse en una hipotética sesión de investidura del candidato popular. En realidad, lo que está proponiendo Felipe es que el PSOE se suicide ya, que traicione a sus principios fundacionales, que Pedro Sánchez se acabe convirtiendo, de facto, en el colaboracionista de Feijóo. Su Puigdemont particular. Que el PSOE vuelva al redil para seguir domesticándose (le parece poco todo lo que se ha prostituido ese partido desde 1982), que se amanse, que entregue la cuchara y que se deje de una vez por todas de aventuras y alegrías pseudomarxistas. Esto es, la rendición final.

Felipe no le ve ningún futuro a Pedro Sánchez. Ni siquiera como bedel de Ferraz. Lo quiere totalmente fuera de la organización. Y ya tiene sustituto. Lo anunció durante un homenaje a Alfredo Pérez Rubalcaba, donde afirmó: “Eduardo Madina fue mi candidato y lo sigue siendo en mi cabeza y en mi corazón”. Lógicamente, los sectores más progresistas del PSOE han visto todas estas propuestas como una traición a los votantes y al socialismo, mientras Page (el quintacolumnista del felipismo) va arrojando leña al fuego de la discordia.

Felipe intriga contra la actual Ejecutiva socialista. Proliferan los cotilleos de pasillo, los chascarrillos y bromas hirientes contra el jefe; las rencillas y los rencores. Hay una pugna fratricida en el partido de los 146 años de historia que va más allá de lo ideológico para entrar de lleno en el terreno del odio personal. Una lucha que puede estallar en forma de cruenta guerra civil con riesgo de escisión en cualquier momento. En los próximos meses asistiremos a un recrudecimiento de ese navajeo a cara de perro. La detonación controlada del PSOE, alentada por Felipe desde dentro, sería la peor noticia para la democracia española, que se encuentra ante una encrucijada histórica: o Estado de derecho o extrema derecha.

Todo lo que propone FG es propio de un conservador, de alguien que vive en el pasado, de un estadista que hace tiempo perdió el olfato político hasta no saber leer la realidad contemporánea de un país que nada tiene que ver con el que él gobernó en los albores de la democracia. No debe haberse enterado Felipe de que el rojeras de Mamdani se ha alzado con la alcaldía de Nueva York, dándole un revés histórico a Trump y demostrando que no todo está perdido siempre que se mantenga viva la llama del socialismo real. En plena ofensiva ultra en toda Europa y en todo el mundo, no queda otra que sumar por la izquierda. Y cuantos más partidos se suban al carro del frentismo, mucho mejor. El espacio de “extremo centro” al que apela el expresidente es una quimera, cuando no una estafa al votante progresista. Las mentiras del caudillo sevillí pudieron colar en el ciudadano temeroso, cándido e inocente de la Transición –cuando puso en marcha un cachondosocialismo financiero de feroces reconversiones industriales, capital árabe y pelotazos inmobiliarios–, pero hoy la fórmula está más que agotada. El libro del rey emérito, Reconciliación, no es más que el epitafio con letras doradas de un régimen en descomposición.

Todo lo que no sea caminar hacia una nueva socialdemocracia fuerte y robusta (mejores salarios y condiciones laborales, servicios públicos de calidad, abolición de la desigualdad, vivienda digna para todos y derechos cívicos) está abocado al fracaso. Las viejas recetas de González desangran al PSOE por las entrañas y solo tienen un beneficiario: el nuevo franquismo en ciernes de Abascal. El general Armada le ofreció la vicepresidencia del Gobierno de concentración a Felipe cuando el tejerazo. Hoy le invitan a sumarse a otro golpe en marcha. Es lo que tiene estar siempre en el lado malo de la historia.

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