Asunción Estriégana: “Nos llamaban ‘sharmutas’ y se reían, pero no lograron rompernos”

La activista española narra su salida de las cárceles israelíes, el regreso a España y sus conclusiones tras haber sido secuestrada en aguas internacionales a bordo del barco Conscience.

22 de Octubre de 2025
Actualizado a la 13:21h
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Asunción durante su estancia de dos meses en Augusta, Sicilia, cuidando del Handala

Tercera parte: “No nos quebraron”

Tras varios días de cautiverio y humillación, la activista española Asunción Estriégana Martín relata con serenidad su salida de las cárceles israelíes, el reencuentro con sus compañeros en Jordania y el regreso a España. A bordo del Conscience, secuestrado en aguas internacionales por el ejército israelí, Estriégana vivió una experiencia límite que transformó en un testimonio de resistencia y dignidad.

—Asunción, ¿cuánto tiempo permaneciste en el campo de Ketziot antes de ser trasladada?
Al día siguiente de ese supuesto juicio nos reubicaron en otra habitación con más compañeras. Llegué a perder la cuenta de cuántas se iban incorporando. Poco después, nos trasladaron nuevamente, esposadas de pies y manos, aunque esta vez sin vendas en los ojos.

Captura en vídeo del momento del asalto del ejército israelí en aguas internacionales de uno de los barcos de la Flotilla
Captura en vídeo del momento del asalto del ejército israelí en aguas internacionales de uno de los barcos de la Flotilla

—¿A dónde las llevaron?
Esperando a ser introducidas en los furgones, pudimos ver que también había un grupo de compañeros hombres. Los furgones estaban divididos en dos habitáculos separados por un espacio común. En uno nos pusieron a las mujeres, en el otro a los hombres. No podíamos vernos, pero sí escucharnos.

Tras un par de horas de viaje llegamos a un nuevo recinto carcelario. Nos esperaban decenas de agentes armados, muchos con pasamontañas, algunos vestidos de antidisturbios. Llama la atención la cantidad de policías y soldados que necesitan para desplazar a personas encadenadas de pies y manos. Y, como ya venía siendo habitual, las risas y burlas a nuestro paso eran constantes.

La prisión

—¿Cómo eran las condiciones en esa segunda prisión?
Nos llevaron por separado, a hombres y mujeres, a unas celdas, y después nos separaron en grupos de unas seis personas por celda. Comparado con Ketziot, aquello parecía un resort: las colchonetas seguían sucias, igual que las mantas, pero la celda estaba limpia y tenía un baño con ducha.

Nos dieron a cada una un cepillo, pasta de dientes, gel y un par de toallas para compartir. Muchas de nosotras continuamos en huelga de hambre; habíamos decidido no aceptar ningún alimento que viniera de quienes estaban matando de hambre a la población de Gaza.

Imágen del barco Conscience
Imágen del barco Conscience

—¿Cuánto tiempo estuvieron allí?
Pasamos tres noches. El lunes 12 por la mañana nos volvieron a engrilletar y meter en un furgón. Esta vez nos llevaron por la Palestina ocupada hasta Jordania, cruzando por el paso Allenby / King Hussein Bridge.

—¿Qué recuerdas de ese trayecto final?
Una vez en Jordania, nos bajaron de los furgones y nos quitaron los grilletes. Entonces subimos a un autobús donde todos pudimos reencontrarnos y abrazarnos. Fue un momento muy emocionante.

A media hora de camino nos esperaban representantes de la Freedom Flotilla Coalition y de Thousand Madleens, además de representantes consulares que nos acompañaron en todo el proceso de regreso.

—¿Y en el caso del grupo español?
En nuestro caso, estaba presente la Cónsul y su equipo. Solo puedo decir que es un orgullo tener representantes de tal talla humana y compromiso. Nos acompañaron en todo momento, facilitando cada trámite en el aeropuerto.

Los activistas de la Flotilla de la libertad regresan a España tras ser retenidos por Israel
Los activistas de la Flotilla de la libertad regresan a España tras ser retenidos por Israel

El vuelo de regreso

Nuestro vuelo de regreso desde Ammán tuvo escala en Doha y luego aterrizó en Madrid-Barajas, donde nos esperaba un representante del Ministerio de Exteriores. También él nos acompañó y ayudó hasta justo antes de salir a la sala de llegadas, donde nos esperaban amigos, familiares y decenas de activistas.

—Después de todo lo vivido, ¿qué conclusiones sacas de esta experiencia?
De toda esta experiencia saco varias conclusiones:

—No nos quebraron.
—Seguiremos navegando hasta romper el bloqueo.
—Sabemos que este alto el fuego no pondrá fin a la opresión y la ocupación sistemática.
—Israel liberó a casi 2.000 prisioneros palestinos en la primera fase del acuerdo de alto el fuego, pero más de 10.000 palestinos siguen encarcelados.

—¿Qué te quedó grabado en la memoria de esos días?
Cada mirada, cada grillete, cada gesto de desprecio… pero también cada gesto de solidaridad entre nosotros. Nunca olvidaré los susurros del Bella Ciao en aquella sala cerrada, ni la dignidad de mis compañeros y compañeras frente a los soldados.

—Has dicho varias veces que lo vuestro fue un secuestro. ¿Por qué lo ves así?
Porque lo fue. Éramos un grupo de civiles navegando en aguas internacionales, bajo una acción no violenta, y fuimos atacados, detenidos, trasladados y encarcelados sin causa. Eso, en cualquier definición jurídica, es un secuestro y un acto de piratería de Estado.

Los activistas de la Flotilla de la libertad regresan a España tras ser retenidos por Israel, foto Rumbo a Gaza
Los activistas de la Flotilla de la libertad regresan a España tras ser retenidos por Israel, foto Rumbo a Gaza

La llegada

—¿Qué sentiste al poner los pies de nuevo en España?
Una mezcla de alivio y rabia. Alivio por volver a casa, rabia porque sabíamos que nuestras horas de cautiverio eran solo un reflejo lejano de lo que miles de palestinos viven a diario. Pensé en las familias separadas, en los niños encarcelados sin cargos, en los más de 10.000 prisioneros que siguen desaparecidos entre rejas.

—¿Sientes miedo de volver a participar en otra flotilla?
No. Todo lo contrario. Cada vez que nos detienen, nos hacen más fuertes. Cada asalto refuerza nuestra convicción de que el bloqueo debe terminar y que la solidaridad internacional es imprescindible.

—¿Qué esperas que cambie después de esto?
Espero que la sociedad internacional deje de mirar hacia otro lado. Que entienda que Gaza no es una noticia lejana, sino una herida abierta que nos afecta a todos.

—Tu última frase en el relato fue contundente: “¡No nos rompen, nos hacen más fuertes!”. ¿Qué significa para ti hoy?
Significa resistencia, dignidad, humanidad. Significa que, por más cárceles, armas o burlas que usen, nunca podrán con quienes luchamos por la justicia.

Epilogo
Asunción Estriégana Martín, una de las 92 personas que zarparon a bordo del Conscience, ha transformado su experiencia de secuestro, prisión y humillación en un testimonio de resistencia. Su voz recuerda a las más de 10.000 personas palestinas encarceladas, muchas sin cargos, en detención indefinida.
“Seguiremos navegando —dice— porque no se puede encerrar la conciencia.”

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