La imagen de los 26 decanos de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) concentrados ante la Real Casa de Correos no es una escena más en la Puerta del Sol. Es un aviso, una llamada de emergencia y, sobre todo, un gesto colectivo que busca frenar un deterioro que ya se nota en las aulas, en los laboratorios y en la vida diaria de quienes sostienen la mayor universidad presencial del país.
En un escenario marcado por la inminente aprobación de la Ley de Enseñanzas Superiores, Universidades y Ciencia (LESUC), los decanos han decidido levantar la voz. Lo hicieron con un manifiesto firme, leído por la decana de Trabajo Social, Aurora Castillo, y el decano de Matemáticas, Antonio Brú, que no dejaron lugar a dudas: la universidad pública está en riesgo.
Una llamada urgente: recursos dignos y respeto institucional
Los decanos reclaman algo que parece elemental: financiación suficiente, infraestructuras actualizadas y reconocimiento institucional al trabajo que realizan. Pero lo que debería ser una garantía se ha convertido en una batalla diaria. Según advirtieron, la aprobación de la LESUC llega sin un diálogo real con la comunidad universitaria, sin ese consenso que permite que una ley nazca legítima y sólida.
El mensaje fue transparente: una norma tan importante debe construirse entre todos, no imponerse desde un despacho. Ignorar a quienes dedican su vida a la docencia, la investigación o la gestión universitaria, afirmaron, debilita la autonomía de las instituciones, reduce la participación democrática y abre la puerta a un modelo que “mercantiliza el conocimiento y amenaza la equidad en el acceso”.
Tras la lectura del manifiesto, los aplausos y los gritos de “Universidad pública” resonaron en Sol, un recordatorio de que la defensa de lo común también tiene su lugar en el corazón político de Madrid.
A las 12.30, una delegación de cuatro decanos fue recibida por la viceconsejera de Universidades, Investigación y Ciencia, Mercedes Zarzalejo, y el director general de Universidades, Nicolás Casas. Según relató el decano de Geografía e Historia, Miguel Luque, el encuentro fue cordial: escucharon, tomaron nota, pero sin compromisos concretos.
El problema de fondo: Madrid, la comunidad que menos invierte
El diagnóstico es compartido. Antonio Brú lo resumió con crudeza: “Durante años hemos sufrido una infrafinanciación que compromete la docencia, la investigación y nuestro papel como ascensor social”. Recordó que Madrid es la comunidad autónoma que menos invierte por estudiante en toda España. Esa falta de recursos ha provocado carencias en profesorado, en calidad de enseñanza y en renovación de equipamientos.
Los decanos desean que la reivindicación sea conjunta con las seis universidades públicas de la región. Sin embargo, ante unos Presupuestos que destinan 1.239,7 millones —una cifra insuficiente según la Complutense—, sintieron que no podían esperar más. Solo en infraestructuras, detallan, necesitan 500 millones, frente a los dos millones actuales.
Aun así, cuentan con el respaldo del rector, Joaquín Goyache, a quien piden una negociación más contundente.
El apoyo sindical de UGT Madrid
Entre los apoyos más destacados está el de UGT Servicios Públicos de Madrid, que ha mostrado un respaldo firme a la concentración. La organización subraya que esta movilización no es un gesto simbólico, sino un aviso de que el modelo universitario que ha permitido que miles de jóvenes progresen está en peligro.
Para UGT Madrid, la universidad pública ha sido durante décadas un motor de igualdad, talento y pensamiento crítico. Hoy, alerta el sindicato, ese modelo se erosiona por la precariedad presupuestaria y por el intento de normalizar unos recortes que golpean directamente a los derechos del personal educativo.
El sindicato insiste en que este momento es un punto de inflexión: la comunidad universitaria debe permanecer unida para proteger un bien común que pertenece a toda la sociedad. Y lanza un mensaje claro a los equipos de gobierno y a los decanatos: es hora de multiplicar las acciones, defender los campus como espacios de convivencia y conocimiento, y garantizar un futuro que dependa del mérito, no de la cuenta corriente.
Desde UGT Madrid también se anima a apoyar las movilizaciones convocadas para los días 26 y 27, una huelga universitaria que refleja el hartazgo de quienes ven cómo la falta de recursos dificulta su labor diaria.
Mirando al futuro: coordinación y compromiso
Las plataformas de trabajadores y estudiantes también se han sumado a la exigencia, pidiendo a los rectores de las seis universidades públicas madrileñas que apoyen sin ambigüedades la movilización. Saben que la LESUC y los actuales niveles de inversión pueden marcar el rumbo de la educación superior en la región durante décadas.
Porque lo que se juega aquí no es solo un presupuesto, ni un pulso administrativo. Lo que está en juego es la capacidad de Madrid para seguir siendo una referencia universitaria, un espacio donde cualquier persona pueda estudiar, investigar y crecer sin barreras económicas.
La Complutense y quienes trabajan en ella han dado un paso al frente. Ahora es el turno del Gobierno regional. Y el tiempo, advierten, se está agotando.