Hace años que la batalla política se trasladó a la lucha por las audiencias de televisión. Y la derecha, gracias al poder mediático de las grandes cadenas privadas, estaba dando un auténtico repaso o revolcón a la izquierda. Cambiabas de canal y allí estaban ellos, los nuevos prebostes del conservadurismo patrio echándonos algún sermón nostálgico. No había partido, no había color, salvo el azul pepero. El equipo asesor de Pedro Sánchez cayó en la cuenta de que estaban perdiendo esa batalla, la batalla del relato televisivo que sigue siendo fundamental a la hora de ganar elecciones, y decidió pasar a la ofensiva. La opinión pública española se estaba derechizando a fuerza de las divas de la mañana, las Ana Rosa y Susana, y por momentos daba la sensación de que España se había vuelto ultraconservadora, tal era el vacío de programas plurales y progresistas del que adolecía la parrilla mañanera y vespertina.
El Gobierno, al constatar que PP y Vox le estaban comiendo la tostada, reaccionó a tiempo. Y lo ha hecho con una serie de sorprendentes programas y audaces formatos que están devolviendo el interés, el prestigio y el glamur a nuestra tan querida como denostada TVE. Espacios como los informativos de Pepa Bueno que sin renunciar a la pluralidad muestran la otra cara de la moneda, la realidad de los hechos frente a los bulos propalados por la extrema derecha en la pequeña pantalla y en redes sociales. Finalmente, los cambios han dado resultado y han logrado equilibrar una balanza que hasta hoy dominaba aplastantemente la derecha. Puede decirse que de aquí a 2027, horizonte electoral, todavía hay partido.
La cadena pública ha hecho dos apuestas principales para esta temporada que han resultado cruciales a la hora de recuperar terreno perdido, espectadores y credibilidad. La sensación de la temporada está siendo Malas Lenguas, el programa de Jesús Cintora. Los datos de audiencia de este mes no dejan lugar a dudas. Ha sido el bombazo que necesitaba la izquierda desmovilizada, desafecta y en horas bajas. La emisión en La 2 (franja horaria de 17.30 a 19.30) ha alcanzado una cuota de pantalla del 5,6% con 376.000 espectadores de media. En Euskadi (11,3%) y Madrid (9%) es de lo más visto a esa hora. En cuanto a su emisión en La 1 (19.30-20.30), los resultados son todavía mejores. La cuota de pantalla se dispara al 9,9% con 707.000 espectadores de media. El programa se ve masivamente en Castilla-La Mancha (14,3%), Castilla y León (14,2%), Madrid (13,8%), Navarra (13,8%), Murcia (13,2%) y Euskadi (12,4%). Curiosamente, en algunas de las comunidades autónomas que son feudos del PP con Vox como socio de coalición. El formato ha logrado consolidarse como uno de los más potentes de la nueva TVE, superando a competidores como Telecinco, La Sexta y Cuatro en su misma franja. Su aroma crítico, algo subversivo y ágil ha conectado especialmente bien con el público.
Pero no menos brillante ha sido la entrada en escena de Directo al grano (La 1), el espacio de tarde presentado por Gonzalo Miró y Marta Flich. El magacín de actualidad política ha tenido un arranque prometedor con una media de 956.000 espectadores y una cuota de pantalla del 11,1%. Supera a su competidor directo, El tiempo justo, y se posiciona como segunda opción de la parrilla, solo por detrás de Sueños de libertad. Es evidente que una parte de los españoles (que había apagado la tele harta del chorreo conservador) echaba de menos algo así.
TVE ha vuelto y el ciudadano vuelve a mirar con interés a la televisión pública. Silvia Intxaurrondo reina en las mañanas con su programa La Hora de La 1, el magacín matinal con noticias y análisis que se ha convertido en líder de audiencia. Su cuota de pantalla llega hasta el 22,2% en picos recientes con más de 1.613.000 espectadores. Supera ampliamente a El programa de Ana Rosa (13,6%), el faro y referente de la derechona a esa hora del día, y dobla en audiencia a Espejo Público de Susanna Griso (10,4%). Intxaurrondo ha consolidado un liderazgo matinal asentado en el rigor y la profesionalidad. Su estilo incisivo ha conectado con una audiencia que buscaba análisis político y de actualidad sin concesiones. El éxito de la periodista que fue despedida por Ayuso de Telemadrid tras una entrevista incómoda a la presidenta madrileña en la que le hizo varias preguntas incisivas sobre la contratación de personal sanitario para el hospital de Valdebebas se ve reforzado por Mañaneros 360, el espacio presentado por el hipnótico Javier Ruiz y Adela González que también está dando buenos resultados. Todo ello sin olvidar que programas de entretenimiento y humor como La Revuelta, de David Broncano, Futuro Imperfecto, con Andreu Buenafuente, y sobre todo Late Xou con Marc Giró, están resintonizando de forma muy positiva con un perfil de espectador que había dado la espalda a la televisión por pura indigestión conservadora y casposas hormigas.
Hoy por hoy (gran noticia) la programación cultural de TVE sigue rayando a un altísimo nivel (muy loable ese intento por recuperar el cine clásico en vías de extinción por desconocimiento de las nuevas generaciones) y algunos programas como Los archivos secretos del NO-DO están ayudando a desmontar el bulo de que el franquismo fue un tiempo de paz y prosperidad. Prueba de que la derecha está preocupada porque ya no monopoliza el cortijo televisivo es que Santiago Abascal ha manifestado su intención de acabar con algunos programas por demasiado rojos. “Cuando gobernemos en España no va a haber Malas Lenguas ni en TVE, ni en el Gobierno, ni en la política, ni en las escuelas”. Ayer mismo, el diputado de Vox Manuel Mariscal Zabala aseguraba que Marc Giró será “despedido fulminantemente” en el hipotético caso de que su partido “llegue a RTVE”. No les gustó el monólogo sobre el “varón recio y peludo” del ingenioso cómico y lo han puesto en la diana. Mucho nos tememos que el bueno de Giró va a ser el Jimmy Kimmel español con todas las papeletas para que lo cancelen cuando llegue al poder el fascio ibérico redentor. En la misma línea se han pronunciado altos cargos del PP que se quejan de que la televisión pública española está “politizada por el sanchismo”. Ladran, luego cabalgamos.
TVE ha dado el zarpazo y así lo demuestran los datos de las demás cadenas competidoras. El tiempo justo (Telecinco), con Joaquín Prat al frente, ha caído a mínimos desde su estreno, siendo superado por Directo al grano. Y aunque Ahora Sonsoles (Antena 3) aguanta el chaparrón socialista, se ha resentido ante la llegada de los programas republicanotes de La 1 y La 2. Algo parecido a lo que ocurre con Todo es mentira. El programa de Risto Mejide, azote de Sánchez (y cementerio de viejas glorias decadentes del PP que recalan allí como supuestos tertulianos independientes, véase Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes, el veterano Margallo o Xavier García Albiol) ya no arrasa como antes. Sin duda, la televisión ha dejado de ser ese Gran Hermano con el que la derecha inoculaba subliminalmente sus ideas perniciosas. Esta TVE es una ventana liberadora que ayuda a depurar el ambiente rancio que se había instalado en las antenas. Y el último conejo que Sánchez se ha sacado de la chistera antes del golpe trumpista final. Disfrutemos de lo bueno mientras dure.