La muerte de Francisco Franco, ocurrida oficialmente el 20 de noviembre de 1975, está rodeada de enigmas y teorías que cuestionan tanto la fecha exacta como las circunstancias de su fallecimiento.
Acta de defunción
Fecha oficial versus testimonios médicos. El acta de defunción señala las 5.25 de la madrugada del 20 de noviembre de 1975. Sin embargo, algunos médicos y forenses, como Antonio Piga (embalsamador), afirmaron que Franco ya estaba muerto horas antes, incluso desde la tarde del 19.
Carga simbólica
Coincidencia simbólica con la muerte de Primo de Rivera. El 20 de noviembre era también el aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera (1936). Algunos historiadores creen que se retrasó la comunicación oficial para que ambas muertes coincidieran en la misma fecha, reforzando la carga simbólica del franquismo.
Hoja de ruta
Existió un cronograma clandestino llamado Operación Lucero, que organizaba los pasos a seguir tras la muerte del dictador. Incluía el traslado de forenses y el embalsamamiento inmediato. Según testimonios, el proceso comenzó antes de la hora oficial de defunción, lo que alimenta la sospecha de manipulación.
Teletipos
La agencia de noticias Europa Press lanzó el teletipo de su muerte a las 4.58 de la madrugada, antes de la hora oficial registrada. Esto sugiere que la información se manejaba con cierta discreción y que la versión oficial pudo ajustarse a conveniencia.
Causas médicas
Franco padeció múltiples complicaciones en sus últimos meses: una tromboflebitis, insuficiencia cardíaca, problemas digestivos y una infección tras una operación. Oficialmente murió por un fallo cardíaco, pero la sucesión de enfermedades y tratamientos agresivos (incluido el uso de respiradores y transfusiones) generó dudas sobre si se prolongó artificialmente su vida.
Papel de la CIA
La agencia de inteligencia norteamericana jugó un papel clave como observadora y analista de la situación política española en los días de su agonía y posterior fallecimiento. Sus informes buscaban anticipar el futuro del régimen y el papel del rey Juan Carlos I. Se sabe que hubo un seguimiento constante de la agonía de Franco. La CIA elaboró informes diarios sobre el estado de salud del dictador y la evolución política en Madrid. Estos documentos eran enviados a la Casa Blanca y al presidente Gerald Ford. Hubo preocupación por la estabilidad interna de España. Washington temía que la muerte de Franco desencadenara una crisis política o un vacío de poder. Incluso una confrontación o segunda guerra civil. La CIA evaluaba el papel del Ejército, la Iglesia y la oposición democrática, tratando de prever posibles escenarios de conflicto.
Sáhara Occidental
Era un foco de tensión, según los agentes de la CIA. En esos días, España estaba inmersa en la crisis del Sáhara, con la Marcha Verde organizada por Marruecos. La agencia de espionaje prestaba especial atención a cómo la agonía de Franco debilitaba la capacidad del régimen para gestionar este conflicto. Los informes destacaban la importancia de la coronación de Juan Carlos como garante de la continuidad institucional. La agencia veía en él una figura clave para mantener la alianza con Occidente y evitar un giro hacia el comunismo.
Contexto internacional
Estados Unidos, aún sacudido por el escándalo del Watergate, no podía permitirse un descontrol en España, país estratégico en la Guerra Fría por su posición geográfica y su papel como freno al comunismo en Europa occidental. La CIA fue un observador privilegiado de la Transición española en los días de la muerte de Franco. No intervino en los hechos médicos ni en la gestión interna, pero sus informes reflejan la inquietud de Washington por el futuro político de España, la estabilidad del régimen y la sucesión de Juan Carlos I en un momento crítico.
La muerte de Franco marcó el final de la dictadura y el inicio de la Transición democrática en España, culminada con la Constitución de 1978. El anuncio televisivo de Carlos Arias Navarro (“Españoles, Franco ha muerto”) se convirtió en un momento histórico cargado de solemnidad y ambigüedad. Medio siglo después, la figura de Franco sigue siendo objeto de debate y división en la sociedad española.
Los enigmas sobre la muerte de Franco giran en torno a la hora real del fallecimiento, la coincidencia simbólica con Primo de Rivera, la gestión clandestina de la noticia y el papel de la medicina en sus últimos días. Más allá de lo biológico, la manipulación política y simbólica de su muerte es lo que mantiene vivo el misterio.
