El Gobierno español ha propuesto formalmente ante la Unión Europea eliminar de manera definitiva el cambio de hora estacional a partir de 2026, reabriendo un debate que quedó paralizado desde 2019 y que enfrenta ciencia, preferencias populares y una anomalía geográfica que España arrastra desde hace 85 años.
La Comisión Europea ha respaldado la iniciativa española, comprometiéndose a “fomentar el consenso entre los Estados miembros” para alcanzar una posición común, aunque la decisión requiere una mayoría cualificada en el Consejo que hasta ahora ha sido imposible de conseguir.
Las dos opciones sobre la mesa: horario de invierno frente a horario de verano
El debate europeo sobre la eliminación del cambio horario se centra en dos alternativas fundamentales, cada una con implicaciones muy distintas para la vida cotidiana de los ciudadanos.
Horario de invierno permanente (GMT+1 para España): El horario de invierno, que actualmente rige en España entre el último domingo de octubre y el último domingo de marzo, supondría mantener de forma permanente el huso horario GMT+1. Esta opción implica que durante el invierno las condiciones actuales se mantendrían iguales, pero en verano se perdería una hora de luz por las tardes. Concretamente, en ciudades como Madrid el sol saldría entre las 8:00 y las 8:30 de la mañana y se pondría entre las 17:30 y las 18:00 horas durante el invierno. En verano, bajo este horario permanente, el amanecer llegaría antes y el atardecer también se adelantaría una hora respecto a lo que ahora vivimos.
La Sociedad Española del Sueño (SES) respalda de manera contundente esta opción. Según los expertos en cronobiología, el horario de invierno promueve un ritmo biológico más estable que contribuye a mejorar la calidad del sueño, incrementar el rendimiento intelectual y reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad, insomnio y depresión. Estudios de la Universidad de Murcia demuestran que este horario permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar, propiciando una mayor exposición a la luz solar matinal. Un estudio de Stanford Medicine reveló que mantener el horario de invierno de forma permanente podría prevenir 300.000 accidentes cerebrovasculares anuales y reducir la obesidad en 2,6 millones de personas.
Horario de verano permanente (GMT+2 para España): La alternativa del horario de verano permanente mantendría el actual GMT+2 durante todo el año. Esta opción significaría tardes más largas con luz solar, anocheciendo más tarde incluso en invierno, pero a cambio las mañanas serían considerablemente más oscuras durante los meses fríos. En algunas ciudades españolas, bajo este esquema, el amanecer no se produciría antes de las 9:30 horas durante el invierno, mientras que en verano el anochecer no llegaría hasta las 22:00 horas.
Esta opción cuenta con el respaldo mayoritario de la población española, según las encuestas del CIS. Un 66% de los ciudadanos prefiere el horario de verano frente a solo un 23,9% que aboga por el de invierno. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) confirmó esta tendencia en octubre de 2024, cuando el 70% de los encuestados manifestó su preferencia por el horario de verano. El sector turístico y hostelero también se posiciona a favor de esta opción, argumentando que las tardes más largas contribuyen a atraer más visitantes, incrementar el consumo y generar más empleo y actividad económica. Sin embargo, los cronobiólogos advierten que esta desincronización entre la luz y la hora provoca que las personas tiendan a acostarse más tarde por la noche y a despertarse más tarde por la mañana, durmiendo menos tiempo los días laborables y generando un bajo rendimiento laboral y escolar.
La posición de España: ciencia frente a preferencia popular
España se encuentra en una encrucijada entre lo que la evidencia científica recomienda y lo que la mayoría de los ciudadanos prefieren. El Gobierno de Pedro Sánchez ha evitado pronunciarse explícitamente sobre cuál de los dos horarios debería adoptarse, limitándose a proponer el fin del cambio bianual basándose en tres argumentos fundamentales: la práctica ya no aporta ahorro energético significativo, provoca efectos negativos en la salud al alterar los ritmos circadianos, y la mayoría de españoles y europeos están en contra de cambiar el reloj dos veces al año. La ministra de Salud, Mónica García sí que se ha pronunciado públicamente a través de sus redes sociales, señalando que es favorable al horario de invierno.
Sin embargo, instituciones científicas como la Sociedad Española del Sueño han sido categóricas en su recomendación. Los expertos en sueño defienden unánimemente el horario de invierno como el más beneficioso para la salud, especialmente para los grupos más vulnerables como niños y personas mayores. El doctor Fernando Baixauli, pediatra especialista en salud del sueño, explica que cada persona posee un reloj biológico ubicado en el cerebro que se ajusta con los cambios de luz solar, y cuando este reloj interno se desajusta, se asocia con diversos problemas de salud. La luz matinal acelera el ciclo circadiano, mientras que la luz vespertina lo retrasa; por tanto, necesitamos más luz matinal y menos luz al final del día para mantener una buena sincronización con el ciclo de 24 horas.
El debate del huso horario: ¿debería España alinearse con Portugal y Londres?
Más allá de la elección entre horario de invierno o verano permanente, existe una cuestión geográfica e histórica que añade complejidad al debate español: el huso horario que el país utiliza desde 1940 no es el que le corresponde por su posición geográfica.
España continental comparte actualmente el huso horario de Europa Central (CET: GMT+1 en invierno, GMT+2 en verano), el mismo que Alemania, Francia, Italia o Polonia. Sin embargo, por su ubicación geográfica respecto al meridiano de Greenwich, a España le correspondería el huso horario occidental (GMT/UTC±0), el mismo que utilizan Portugal, Reino Unido, Irlanda y las propias Islas Canarias.
Este desfase tiene un origen histórico controvertido. El 16 de marzo de 1940, el gobierno de Franco ordenó adelantar los relojes una hora para alinear España con la Alemania nazi en plena Segunda Guerra Mundial. El gobierno franquista afirmó en su momento que “oportunamente” avisaría del restablecimiento de la hora “normal”, pero esto nunca sucedió. Aunque diversos historiadores coinciden en que la medida tuvo un claro componente de simpatía hacia el Tercer Reich, el cambio se mantuvo tras la guerra y persiste 85 años después.
La Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles (ARHOE) propone que España no solo adopte el horario de invierno de manera definitiva, sino que además cambie su huso horario para alinearse con Portugal y Reino Unido, es decir, volver al GMT. César Martín, presidente de ARHOE, explica que la hora actual en la península Ibérica “no es la que le corresponde” y que más allá de las opiniones, la Sociedad Española del Sueño lo recomienda como “el más beneficioso para la salud, el descanso, la productividad laboral y el rendimiento escolar”.
Esta propuesta radical implicaría que España retrasara sus relojes una hora adicional respecto al horario de invierno actual, es decir, pasaría del actual GMT+1 al GMT±0. Curiosamente, este cambio cuenta con precedentes en el pacto de gobierno que Sánchez alcanzó con Ciudadanos en 2016, donde se comprometió a la “recuperación del huso horario GMT” como catalizador para racionalizar los horarios españoles. Sin embargo, esta opción resulta aún más polémica que la simple eliminación del cambio horario, ya que implicaría que en invierno anocheciera a las 17:00 horas.
La alineación europea: Francia, Bélgica y los Países Bajos mantuvieron el horario alemán tras la guerra
El caso español no es único en Europa. Francia, Bélgica y los Países Bajos también adoptaron el huso horario de Berlín durante la ocupación alemana en 1940 y, al igual que España, nunca revirtieron el cambio tras la liberación. Cuando Alemania invadió estos países en mayo-junio de 1940, impuso su huso horario (UTC+1) en los territorios conquistados, lo que se conoció en Francia como “hora alemana”. En el caso de los Países Bajos, los relojes se adelantaron directamente una hora y cuarenta minutos con la invasión alemana, ya que hasta entonces utilizaban la “hora de Amsterdam” (GMT+00:20).
Tras la liberación aliada en 1944, estos países mantuvieron el huso horario alemán por razones pragmáticas y económicas, no por cuestiones “nacionales o identitarias”. Aunque Francia planeó volver al horario de Greenwich el 18 de noviembre de 1945, la decisión fue cancelada por el gobierno menos de dos semanas antes de su implementación. Desde entonces, aproximadamente 96 millones de personas en Europa Central Occidental siguen este huso horario que originalmente fue impuesto por los nazis.
El camino hacia el consenso europeo
La propuesta española llega en un momento estratégico. La directiva europea que regula el cambio de hora tiene prevista su renovación en 2026, lo que abre una ventana de oportunidad perfecta para forzar una decisión. En 2018, una consulta ciudadana europea recibió 4,6 millones de respuestas, de las cuales un 84% se mostraron a favor de terminar con los cambios horarios. El Parlamento Europeo respaldó esta postura en 2019 con el 63% de los votos, pero la decisión final quedó paralizada por la falta de consenso entre los Estados miembros sobre qué horario adoptar de forma permanente.
El comisario de Energía y Vivienda, Dan Jorgersen, ha señalado que “aunque este cambio de hora estacional puede no ser uno de los aspectos más importantes de la agenda política de la UE, es un tema que reclaman millones de ciudadanos”. La Comisión ha decidido iniciar un estudio adicional para apoyar la toma de decisiones y fomentar el consenso entre los 27 Estados miembros. A la iniciativa de España se han sumado países como Finlandia y Polonia, mientras que Alemania y Dinamarca siempre han estado a favor de eliminar el cambio horario.
El principal obstáculo es que la propuesta de 2018 dejó la decisión del horario permanente en manos de cada país, lo que podría crear un mosaico horario fragmentado en Europa. La falta de coordinación podría complicar el comercio, el transporte y las comunicaciones transfronterizas, razón por la cual varios Estados miembros han bloqueado sistemáticamente cualquier avance en este asunto.
Adaptación y consecuencias para España
Si finalmente España elimina el cambio horario y adopta el horario de invierno permanente, como recomiendan los expertos, los ciudadanos no tendrían que adaptarse significativamente durante los meses de octubre a marzo, ya que ese es el horario actual. Sin embargo, en verano se perdería una hora de luz por las tardes respecto a lo que ahora experimentamos. Por el contrario, si se optara por el horario de verano permanente, las mañanas de invierno serían considerablemente más oscuras, con amaneceres que en algunas ciudades no llegarían hasta las 9:30 horas.
En cuanto a la alineación con otros países, si España simplemente elimina el cambio horario manteniendo el huso actual (GMT+1 en invierno permanente), seguiría igualada con Berlín, París y la mayor parte de Europa Continental. Solo si adoptara la propuesta radical de ARHOE de volver al huso GMT se alinearía con Portugal y Londres, lo que supondría una diferencia horaria de una hora con Francia y el resto de Europa Central. Esta segunda opción, aunque geográficamente más lógica, resulta más compleja de implementar por sus implicaciones económicas y comerciales con el resto de la Unión Europea.
El debate permanece abierto, y la decisión final dependerá de si España prioriza la salud pública y la evidencia científica, las preferencias de la ciudadanía, o una combinación de ambos factores junto con consideraciones económicas y de coordinación europea.