España lidera la batalla europea contra el cambio de hora: escaso ahorro energético y efectos en la salud

El presidente presenta hoy ante el Consejo de la UE una propuesta para acabar con una práctica iniciada hace más de un siglo y que, según la ciencia actual, apenas aporta beneficios y genera problemas cardiovasculares y de sueño

20 de Octubre de 2025
Actualizado a las 16:11h
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cambio horario

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha anunciado este lunes 20 de octubre de 2025 que España propondrá formalmente ante el Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía de la Unión Europea acabar definitivamente con el cambio de hora estacional a partir de 2026. La iniciativa llega en la misma semana en que los españoles volverán a atrasar sus relojes una hora en la madrugada del sábado 25 al domingo 26 de octubre, en lo que podría convertirse en uno de los últimos cambios horarios si la propuesta prospera.
“Cambiar la hora dos veces al año ya no tiene sentido. Apenas ayuda a ahorrar energía y tiene un impacto negativo en la salud y en la vida de la gente”, ha afirmado Sánchez en un vídeo publicado en la red social X. El jefe del Ejecutivo ha destacado que “en todas las encuestas, españoles y europeos, de manera mayoritaria, están en contra de cambiar el horario”, y ha subrayado que la ciencia respalda esta postura al demostrar que “ya no supone un ahorro energético” y que “trastoca los ritmos biológicos dos veces al año”.

Un origen bélico y una práctica consolidada en la crisis del petróleo

La historia del cambio de hora en España es tan larga como controvertida. Aunque la idea de modificar los relojes para aprovechar mejor la luz solar se atribuye a veces al estadounidense Benjamin Franklin, quien en 1784 escribió un texto satírico sugiriendo a los parisinos madrugar más para ahorrar en velas y aceite, el concepto moderno nació durante la Primera Guerra Mundial.
Fue Alemania quien implementó por primera vez el horario de verano en 1916 con el objetivo de ahorrar carbón durante el conflicto bélico. España adoptó esta medida poco después, en 1918, cuando el Real Decreto de 3 de abril estableció el primer cambio horario oficial, adelantando la hora legal en sesenta minutos el 15 de abril de ese año debido a la escasez de carbón provocada por la guerra mundial.
Sin embargo, la aplicación fue intermitente durante décadas. Entre 1920 y 1925, y nuevamente entre 1930 y 1936, España suspendió el cambio de hora. En 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, el dictador Francisco Franco adoptó el huso horario de Europa Central (UTC+1), alineándose con la Alemania nazi, un cambio que se mantendría permanente desde 1942. Curiosamente, este ajuste hizo que España viviera con una hora adelantada respecto al meridiano de Greenwich, cuando geográficamente debería compartir huso horario con Portugal y el Reino Unido.
El impulso definitivo para la práctica bianual del cambio de hora llegó con la crisis del petróleo de 1973. En 1974, España reinstauró de forma urgente el horario de verano, según el Instituto Geográfico Nacional, y desde entonces se ha mantenido de manera ininterrumpida. En 1980, la Comunidad Económica Europea legisló de forma coordinada para que todos los países miembros aplicaran el cambio de hora de manera simultánea.

El cuestionado ahorro energético: entre 0,34% y 5% según los estudios

El argumento principal para justificar el cambio de hora siempre ha sido el ahorro energético. Sin embargo, las cifras disponibles pintan un panorama mucho menos prometedor de lo que se creía en los años setenta.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), España ahorraría aproximadamente 300 millones de euros de forma anual gracias al cambio horario, de los cuales unos 90 millones corresponderían directamente a los hogares españoles, lo que implica un ahorro de apenas 6 euros por domicilio particular. La Comisión Europea estima que el ahorro medio en Europa es de 6 euros por hogar y año, mientras que en España esta cifra se reduce a solo 2,3 euros, según el Centro de Investigación de Recursos y Consumos Energéticos (CIRCE).
Otros estudios son aún más escépticos. Una investigación de la universidad Ludwig Maximilians de Múnich concluyó que el cambio al horario de verano representa únicamente un ahorro del 0,34% del consumo mensual. Por su parte, estudios más optimistas sitúan el ahorro energético en el consumo de iluminación en torno al 5%, aunque expertos del IDAE advierten que este porcentaje se ha reducido drásticamente con la generalización de la iluminación LED de alta eficiencia.
El ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ha sido contundente al respecto: “Las razones que daban lugar originalmente al cambio horario para reducir el consumo de energía ya no se dan en la práctica”. La propia Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo reconoció en 2018 que, aunque los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son “marginales” y no hay certeza de que los beneficios se obtengan en todos los Estados miembros.

Impacto en la salud: de los ritmos circadianos a los problemas cardiovasculares

Si el ahorro energético es discutible, la evidencia científica sobre los efectos negativos del cambio de hora en la salud es cada vez más sólida y preocupante.
El cambio horario altera el ritmo circadiano, el reloj biológico interno que regula nuestros patrones de sueño y vigilia, la producción de hormonas y la temperatura corporal. Según la Sociedad Española de Sueño (SES), aunque el cambio sea de solo una hora, este altera el tiempo de exposición al sol durante el día y desequilibra al reloj interno, que tarda varios días en reajustarse.
Durante los primeros días después del cambio de hora, no es infrecuente que las personas refieran irritabilidad, falta de concentración, bajo rendimiento laboral e insomnio. Pero las consecuencias pueden ir mucho más allá de estas molestias temporales.
Un estudio reciente de la Universidad de Stanford, publicado en la revista PNAS, concluyó mediante modelos matemáticos que si en Estados Unidos no se cambiara la hora dos veces al año, se podría prevenir aproximadamente 300.000 casos de accidentes cerebrovasculares al año y reducir la obesidad en 2,6 millones de personas. Los investigadores encontraron que mantener el horario estándar (de invierno) todo el año sería lo más beneficioso, ya que el horario de verano permanente lograría aproximadamente dos tercios del mismo efecto.
Otro estudio de la Universidad de Turku, en Finlandia, realizado en 2016, reveló que la tasa global de ictus isquémico era un 8% más alta durante los dos primeros días después de una transición al horario de verano. Además, las personas con cáncer presentaban un 25% más de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular después del cambio de hora.
El profesor Darío Acuña, del Departamento de Fisiología de la Universidad de Granada, ha explicado que el cambio de hora produce un estado de “cronoriesgo” o “cronodisrupción” que desincroniza el organismo. La investigación señala que esta desincronización provoca hasta un 20% más de problemas cardiovasculares en las mujeres.
La Sociedad Española de Sueño (SES) se ha posicionado a favor de la supresión de los cambios horarios y pide mantener de forma permanente el horario de invierno, ya que este “favorece un ritmo biológico más estable, mejora la calidad del sueño e incrementa el rendimiento intelectual”. Los expertos advierten que si el problema se cronifica y el sueño es insuficiente durante un período largo, se favorece la aparición de enfermedades graves como el cáncer, el Alzheimer, la hipertensión arterial, la obesidad, la diabetes, el infarto de miocardio y la depresión.

El coste económico de la pérdida de productividad

El impacto del cambio de hora no solo afecta a la salud individual, sino también a la economía. El ministro Carlos Cuerpo ha citado estudios de la London School of Economics que cifran en 750 dólares (643 euros) por trabajador el impacto en la caída de su productividad derivado del impacto sobre la salud del cambio horario.
“El resultado se traduce en un menor rendimiento en el trabajo que, además, tiene un impacto negativo en la economía de la empresa”, señalan estimaciones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Los efectos incluyen mayor riesgo de accidentes de tráfico y laborales, aumento de la somnolencia diurna y disminución del rendimiento académico.

Un respaldo ciudadano abrumador que choca con la inercia institucional

El rechazo social al cambio de hora es contundente. En 2018, la Comisión Europea promovió una consulta pública que batió el récord de participación en consultas comunitarias: 4,6 millones de personas respondieron, y el 84% se mostró a favor de suprimir los cambios de hora. Además, más de tres cuartas partes de los encuestados (el 76%) consideraron que cambiar la hora dos veces al año era una experiencia “muy negativa” o “negativa”.
En España, las cifras son igualmente reveladoras. Según el barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de noviembre de 2023, el 65,8% de los españoles está a favor de acabar con el cambio de hora. En cuanto a la preferencia horaria, si hubiera que elegir entre mantener el de verano o el de invierno de forma permanente, el 68,5% de los españoles opta por el horario de verano, frente al 21,5% que prefiere el de invierno.
En 2019, el Parlamento Europeo respaldó acabar con el cambio de hora con el 63% de los votos (410 votos a favor, 192 en contra y 51 abstenciones), proponiendo que la medida entrara en vigor en 2021. Sin embargo, la decisión final quedó paralizada por la falta de consenso entre los Estados miembros, ya que es necesaria una mayoría cualificada en el Consejo para que la propuesta salga adelante. Esta es, precisamente, la postura que hoy pretende cambiar el presidente del gobierno de España. 

La propuesta española: una oportunidad histórica en 2026

Según ha explicado el Gobierno, 2026 es un momento clave porque finaliza la planificación que realiza cada cinco años la Comisión Europea, que fija un calendario con las fechas en las que se producen los dos cambios horarios anuales. La última directiva sobre el cambio horario se publicó en el BOE el 11 de marzo de 2022 y contempla el cambio de horario bianual hasta 2026, estableciendo como último cambio programado el 25 de octubre de 2026.
Los próximos cambios de hora previstos son: el 26 de octubre de 2025 (cambio al horario de invierno), el 29 de marzo de 2026 (cambio al horario de verano) y el 25 de octubre de 2026 (cambio al horario de invierno). Si la propuesta española prospera, estos podrían ser los últimos ajustes horarios que experimente Europa.
“Ahora es la oportunidad para decidir. Es una cuestión de sentido común, bienestar y coherencia con la evidencia científica”, sostiene el Ejecutivo español en un comunicado. El presidente Sánchez ha recordado que “la política útil es la que escucha a los ciudadanos, también a la ciencia, y los lleva a su legislación”.
La vicepresidenta de la Comisión Europea, Teresa Ribera, ha subrayado en declaraciones a TVE que en 2018 los europeos se mostraron “afines” a mantener siempre el mismo horario y que “ahora es el momento adecuado para hacerlo”.
El debate, que lleva más de un siglo abierto desde aquella propuesta inicial alemana de 1916, podría cerrarse definitivamente en los próximos meses. La evidencia científica, el respaldo ciudadano y la insignificancia del supuesto ahorro energético conforman un argumento poderoso para que Europa sincronice, de una vez por todas, sus relojes con el bienestar de sus ciudadanos y no solo con las manecillas que marcan el tiempo.

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