La polémica por la bandera palestina pintada con tiza en la plaza del Dos de Mayo de Madrid ha desatado un debate nacional sobre prioridades políticas, derechos de expresión y, sobre todo, la negación del genocidio en Gaza por parte del alcalde José Luis Martínez-Almeida.
El pasado martes, varias familias y alumnos del colegio público Pi i Margall, situado en el corazón de Malasaña, participaron en la iniciativa “Martes con Palestina”. Con cinta de carrocero delimitaron el contorno de la bandera palestina en el suelo y la rellenaron con tiza de colores. El acto, simbólico y pacífico, buscaba mostrar solidaridad con los niños y niñas de Gaza en pleno curso escolar interrumpido por los bombardeos.
Ayuntamiento de Madrid para la bandera de Palestina que pintaron con tiza los niños de Malasaña.
— Manuel ,Socialdemócrata, Humanista 🏳️🌈🌹🇪🇦 (@Mart2Saco) September 25, 2025
El consistorio mandó a su servicio de limpiezas especiales para que borrara en menos de 24 horas la acción de denuncia del genocidio , increíble es vergonzoso. pic.twitter.com/LbjM9U3pjv
Pero la imagen apenas duró un día. El Ayuntamiento de Madrid ordenó al Selur, su servicio de limpieza urgente, borrar cualquier rastro de la bandera en menos de 24 horas. La rapidez del operativo contrasta con las quejas vecinales sobre la suciedad habitual en el barrio, que en ocasiones tarda días en ser retirada tras los fines de semana de ocio nocturno.
Negación del genocidio y censura del símbolo
El gesto de Almeida no se limita a una cuestión de limpieza. La portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Mar Espinar, ha recordado que el alcalde ha evitado en todo momento hablar de “genocidio” en Gaza, alineándose con la posición de Isabel Díaz Ayuso, que llegó a vetar cualquier acto de denuncia en los centros educativos.
“En la tierra de la libertad de Ayuso una bandera de Palestina dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio. Si hubieran pintado la de Ucrania, la presidenta habría venido a hacerse la foto”, ironizó Espinar. Para la oposición, lo ocurrido en la plaza del Dos de Mayo es más que un gesto administrativo: es una demostración de censura política y de negación de la realidad que se vive en Gaza.
Lo que han limpiado/lo que se han dejado 😳 pic.twitter.com/DYtHwC1l4B
— Mar Espinar (@espinar_mar) September 25, 2025
Reyes Maroto, portavoz socialista en el Ayuntamiento, fue tajante: “El Selur es un servicio que debería estar limpiando las calles, no borrando una manifestación libre de niños por la paz. Almeida utiliza recursos públicos para silenciar el derecho de la infancia a expresarse”.
El PP se está quedando solo: Ayuso prohíbe los símbolos en favor de Palestina en colegios y Almeida los borra en las calles en horas.
— Reyes Maroto (@MarotoReyes) September 25, 2025
Ojalá fueran tan rápidos para limpiar nuestros barrios y cuidar los servicios públicos.
Libertad de expresión sí, pero solo cuando les conviene. pic.twitter.com/yiIiOIxZ9X
El dardo de Óscar Puente
El ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente, también se sumó al debate con un mensaje cargado de ironía que se viralizó en pocas horas:
“Sugiero pintar con la bandera Palestina los innumerables puntos sucios de Madrid. Va a ser la única forma de que Almeida los limpie. Idéntica estrategia sería necesaria en Valladolid”.
Ayuntamiento de Madrid para la bandera de Palestina que pintaron con tiza los niños de Malasaña.
— Manuel ,Socialdemócrata, Humanista 🏳️🌈🌹🇪🇦 (@Mart2Saco) September 25, 2025
El consistorio mandó a su servicio de limpiezas especiales para que borrara en menos de 24 horas la acción de denuncia del genocidio , increíble es vergonzoso. pic.twitter.com/LbjM9U3pjv
Su comentario puso el foco en lo que muchos vecinos ya venían denunciando: la lentitud de la limpieza ordinaria en barrios como Malasaña frente a la rapidez casi inmediata del operativo para borrar la protesta. En redes sociales, el mensaje fue replicado miles de veces y aplaudido por usuarios que compartieron fotografías de basuras acumuladas y contenedores desbordados.
¿Selur para borrar banderas palestinas?
El Selur es un dispositivo reservado para actuaciones “de carácter excepcional”, como grandes acumulaciones de basura o situaciones que suponen un riesgo sanitario. Sin embargo, el Ayuntamiento justificó su intervención alegando que la pintura de tiza ocupaba espacio público y debía retirarse.
Para colectivos vecinales como la Asociación Vecinal Maravillas, esta explicación no es suficiente. “Nos gustaría que el Ayuntamiento fuera igual de eficaz con la basura de cada lunes, después de los botellones. Malasaña soporta un altísimo número de pisos turísticos ilegales que no pagan impuestos y la suciedad se acumula durante días. Pero para borrar una bandera hay recursos inmediatos”, denuncian.
El debate ha trascendido el barrio y ha llegado a los plenos municipales, donde la oposición ha anunciado mociones para que no se vuelva a utilizar el Selur con fines “políticos o ideológicos”.
Un acto simbólico que se convierte en detonante
La bandera pintada por las familias y alumnos no era permanente ni dañaba el pavimento. Se trataba de pintura de tiza que hubiera desaparecido por sí sola en unos días o tras la lluvia. Para las familias, el borrado exprés demuestra que el objetivo no era mantener el orden, sino silenciar un mensaje incómodo para el consistorio.
“Nos hubiera gustado que nuestros hijos vieran que su gesto tenía valor, que se respetaba su voz”, lamenta una madre del colegio. “Les han enseñado que expresar solidaridad es algo que debe borrarse”.
Las familias planean nuevas acciones para la próxima semana, no sólo en Malasaña, sino en decenas de colegios de Madrid que se han sumado a la ola de movilizaciones de la Marea Palestina. “No nos van a callar”, afirman en un comunicado.
Más allá de la limpieza, la polémica ha reabierto el debate sobre el lenguaje utilizado por las autoridades. Almeida y Ayuso han evitado sistemáticamente calificar como genocidio las acciones del gobierno de Israel en Gaza, a pesar de que organizaciones internacionales y múltiples parlamentos europeos han reconocido el término.
Para Reyes Maroto, “negar el genocidio es ponerse del lado del agresor y dar la espalda a los derechos humanos”. La edil socialista insistió en que “la comunidad educativa, y con ella la sociedad madrileña, están alzando la voz para decir basta ya”.
Una protesta que crece
Lejos de apagarse, el gesto del Ayuntamiento ha convertido a la bandera palestina en un símbolo de resistencia. En redes sociales circulan convocatorias para repetir la acción en otros puntos de Madrid y para visibilizar la situación en Gaza con más intervenciones artísticas en el espacio público.
Vecinos de Xirivella, en Valencia, ya habían recurrido a la misma idea: pintar banderas palestinas en los baches de caminos agrícolas para llamar la atención del ayuntamiento. Allí, la protesta sirvió para denunciar el abandono de infraestructuras básicas y el agravio comparativo frente a la rapidez con que se borran los mensajes políticos incómodos.
El episodio de Malasaña es, en el fondo, un espejo de una cuestión más profunda: ¿qué limpia más rápido el Ayuntamiento de Madrid, una calle llena de basura o una plaza llena de disidencia? La bandera borrada en menos de 24 horas ha terminado generando el efecto contrario al deseado, avivando el debate sobre el genocidio en Gaza y multiplicando las voces que piden respeto a la libertad de expresión.