Cuando el dinero tech compra los grandes medios: Trump, MAGA y la ofensiva contra la información

No es conspiración: es concentración de poder, presión política y una amenaza directa a la democracia

16 de Diciembre de 2025
Actualizado a las 12:21h
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Cuando el dinero tech compra los grandes medios Trump, MAGA y la ofensiva contra la información

Durante las últimas semanas ha circulado con fuerza un artículo que sostiene una idea tan inquietante como provocadora: que los siete individuos más ricos del planeta se han convertido en grandes magnates de los medios de comunicación. La afirmación, tal como está formulada, no es del todo cierta. Pero tampoco es inocente. Bajo una capa de exageración hay una realidad mucho más grave que conviene explicar con rigor, porque es ahí donde el proyecto político MAGA encuentra su mayor fortaleza: en la confusión, el ruido y la captura del relato público.

La operación que sí es real

Lo primero que conviene aclarar es un hecho contrastado: Paramount–Skydance, dirigida por David Ellison, ha lanzado una oferta hostil para adquirir Warner Bros. Discovery, el conglomerado propietario de CNN. Esta operación existe, está documentada y ha generado inquietud en el sector mediático y entre periodistas de la propia CNN, conscientes de que un cambio de control puede suponer un giro editorial profundo.

Lo que no es cierto es que exista una “compra inminente de CNN por Larry Ellison” como operación cerrada. CNN no se vende de forma aislada, el acuerdo no está aprobado y no hay ninguna garantía de que vaya a culminar. Presentarlo como un hecho consumado es una media verdad que desvirtúa el análisis.

Presiones políticas documentadas

Donde el asunto deja de ser teórico es en el terreno de las presiones. Está publicado que Larry Ellison habló con altos funcionarios de la Casa Blanca sobre el futuro de CNN y sobre posibles cambios de presentadores y contenidos. No es una conjetura: lo han contado medios internacionales. Esto no prueba un control formal, pero sí demuestra intencionalidad política directa.

No todos los multimillonarios son “barones de los medios”, pero casi todos controlan plataformas clave para decidir qué se ve y qué se silencia.

Lo que no se sostiene es la idea de que el presidente de Estados Unidos tenga que “firmar” la operación. Las fusiones mediáticas pasan por reguladores antimonopolio, no por un trámite personal del presidente. Confundir influencia política con procedimiento legal es un recurso habitual del sensacionalismo… y también de la propaganda.

CBS News y el giro ideológico

Otro hecho verificable es el nombramiento de Bari Weiss como editora en jefe de CBS News. No se trata de una figura neutral ni de un perfil técnico. Weiss representa una corriente ideológica muy concreta, alineada con el discurso conservador estadounidense y con una visión restrictiva del pluralismo en el debate público.

Conviene precisar, eso sí, que David Ellison no es el CEO de CBS News, sino de Paramount. El matiz es clave: la influencia no se ejerce desde la redacción, sino desde la cúpula empresarial. El poder mediático moderno no necesita censurar: le basta con nombrar.

¿Son todos los ricos barones de los medios?

No todos los siete más ricos del mundo son magnates de medios en sentido clásico. Pero la realidad es igualmente preocupante: la mayoría controla plataformas esenciales para la información pública.

Elon Musk controla X.
Mark Zuckerberg controla Facebook, Instagram y WhatsApp.
Google, de Page y Brin, controla YouTube.
Jeff Bezos es dueño de The Washington Post y de un ecosistema mediático global.
Bernard Arnault posee medios influyentes en Francia.

No todos viven de los medios, pero todos pueden condicionar lo que se ve, se lee y se amplifica. Y eso, en términos democráticos, es poder bruto.

MAGA no quiere censura: quiere medios útiles, ruido permanente y un relato bajo control.

TikTok y la excusa de la seguridad

También es cierto que Estados Unidos ha aprobado marcos legales que pueden forzar la venta o reestructuración de TikTok, y que Oracle aparece como actor central en las negociaciones. Lo que no está confirmado es una venta cerrada ni un control definitivo.

Aquí entra de lleno el manual MAGA: invocar la seguridad nacional para someter  plataformas que no controlan el relato, especialmente entre jóvenes. TikTok no preocupa por sus datos, sino por su impacto político.

Donde el análisis acierta de lleno es en identificar una tendencia clara: el alineamiento de grandes fortunas tecnológicas con el proyecto político de Donald Trump. No hace falta recurrir a conspiraciones. Basta con observar los incentivos compartidos.

La concentración mediática no es una conspiración: es dinero, poder y presión política documentada.

Musk ha transformado X en un entorno hostil al periodismo crítico. Zuckerberg ha debilitado los sistemas de verificación. Bezos ha marcado límites ideológicos explícitos en The Washington Post. MAGA no busca pluralidad ni debate: busca hegemonía narrativa.

El rigor es clave para la democracia 

La extrema derecha se alimenta de exageraciones mal construidas para desacreditar cualquier crítica. Por eso es fundamental separar hechos probados de afirmaciones infladas. La concentración mediática es real. La presión política existe. El giro autoritario del ecosistema informativo estadounidense es evidente.

Pero solo la verdad bien documentada es verdaderamente peligrosa para el poder.

Esto no es solo un problema de Estados Unidos. Es un laboratorio. Si el modelo MAGA se consolida —medios y plataformas en manos de ultrarricos alineados con un proyecto autoritario—, la democracia queda reducida a una escenografía vacía.

Cuando el dinero compra el micrófono, la democracia empieza a quedarse sin voz.

Defender una información libre, plural y verificable ya no es una consigna: es una necesidad democrática urgente. Porque cuando el dinero ‘tech’ compra el micrófono, la ciudadanía empieza a quedarse sin voz.

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