La Comunidad de Madrid se acerca al cierre de 2025 con un dato que debería provocar alarma social e institucional: 78 personas han muerto en el trabajo o como consecuencia directa de él en lo que va de año. No se trata de una cifra fría ni de un balance técnico. Son 78 vidas truncadas, 78 familias golpeadas y 78 fracasos colectivos de un sistema productivo que sigue sin garantizar algo tan básico como regresar a casa con vida tras la jornada laboral.
Los datos provisionales del Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo (IRSST) confirman que la siniestralidad laboral no es un fenómeno puntual, sino una tendencia persistente. Solo en el mes de noviembre se registraron cinco accidentes mortales en el trabajo. Dos de las personas fallecidas pertenecían al sector de la construcción y tres al sector servicios. Detrás de cada caso hay circunstancias distintas, pero un mismo denominador común: la prevención sigue sin ser una prioridad real en demasiados centros de trabajo.
Pedro Fuentes, secretario de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT Madrid, lo expresa con claridad: “Estamos asistiendo a un goteo incesante de muertes en el trabajo. No son hechos inevitables ni fortuitos, son consecuencia directa de la falta de prevención y del incumplimiento de la normativa”.
Miles de accidentes y un riesgo que no disminuye
El balance de noviembre refleja, además, la magnitud del problema más allá de las muertes. En ese mes se produjeron 7.811 accidentes laborales en la Comunidad de Madrid. De ellos, 6.257 ocurrieron durante la jornada de trabajo y 1.554 en los desplazamientos de ida y vuelta al trabajo, los conocidos como accidentes in itinere.
Estos últimos registraron un aumento cercano al 20 % respecto a noviembre de 2024, un crecimiento especialmente preocupante que apunta a la falta de planes de movilidad laboral, a los horarios extensos y al aumento de la presión sobre las personas trabajadoras. Aunque el total de accidentes en jornada laboral solo creció un 1,61 %, el dato verdaderamente alarmante es el incremento de la siniestralidad mortal.
“No podemos normalizar que cada mes mueran personas trabajadoras”, advierte Fuentes. “Cuando hablamos de prevención no hablamos de burocracia, hablamos de salvar vidas”.
Construcción y servicios, los sectores más castigados
El análisis por sectores revela un escenario especialmente grave en la construcción. En apenas un año, la siniestralidad mortal se ha duplicado. De 14 accidentes mortales en 2024 se ha pasado a 28 en 2025, lo que supone un incremento del 100 %. Este aumento refleja condiciones laborales cada vez más duras, ritmos de trabajo acelerados y un control insuficiente de las medidas de seguridad en muchas obras.
En el sector servicios, las muertes suelen estar relacionadas con patologías no traumáticas, como infartos, ictus o derrames cerebrales, asociadas al estrés laboral, la sobrecarga de trabajo y la ausencia de una adecuada evaluación de los riesgos psicosociales. En noviembre, dos de los fallecimientos se produjeron por estas causas, y uno de ellos ocurrió incluso fuera de España, mientras la persona trabajadora se encontraba desplazada por motivos laborales.
También preocupa de forma creciente la seguridad vial laboral. En 2025 se han registrado 26 accidentes mortales relacionados con desplazamientos por trabajo, tanto en misión como in itinere, frente a los 23 contabilizados el año anterior. Son muertes que, en muchos casos, podrían evitarse con una mejor organización del trabajo y medidas preventivas eficaces.
Más fallecidos que el año anterior
El dato más contundente llega al comparar los ejercicios completos. A falta de cerrar definitivamente el año, 2025 ya supera a 2024 en número de personas fallecidas en el trabajo. El año pasado murieron 77 personas trabajadoras en la Comunidad de Madrid; este año la cifra ya alcanza las 78.
“Cada incremento, por pequeño que parezca en una tabla, es una tragedia”, subraya Pedro Fuentes. “No estamos ante una evolución inevitable del empleo, sino ante un incumplimiento sistemático de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales”.
La prevención no llega a muchas empresas
Desde UGT Madrid insisten en que el problema no es la falta de legislación, sino su escasa aplicación real en los centros de trabajo. La normativa existe desde hace décadas, pero en muchas empresas, especialmente pequeñas y medianas, la prevención se reduce a documentos formales sin una implantación efectiva.
“La prevención debe integrarse en todas las actividades de la empresa, no limitarse a cumplir un trámite”, señala Fuentes. “Es imprescindible contar con recursos preventivos en las tareas peligrosas, con trabajadores designados con garantías y con una coordinación real con los servicios de prevención”.
Uno de los déficits más evidentes es la ausencia de planes de movilidad laboral. Los accidentes in itinere no son fruto del azar, sino de jornadas interminables, prisas constantes y falta de organización. Planificar desplazamientos, horarios y descansos también es prevenir.
Una figura clave para salvar vidas
UGT Madrid vuelve a reclamar la implantación de la figura del delegado territorial o sectorial de prevención. Se trata de una herramienta fundamental para asesorar y vigilar la prevención en empresas donde no existen delegados de prevención propios.
“En miles de pequeñas empresas no hay representación sindical ni medios suficientes”, explica Fuentes. “El delegado territorial permitiría llegar donde ahora no se llega y anticiparse a los riesgos antes de que se conviertan en accidentes mortales”.
No son números, son derechos
La siniestralidad laboral no es solo una cuestión técnica o estadística. Es una vulneración directa de derechos fundamentales. El derecho a la vida, a la salud y a un trabajo digno se quebranta cada vez que una persona muere por falta de prevención.
“Nadie debería jugarse la vida para ganarse el sueldo”, concluye Pedro Fuentes. “Aceptar estas cifras como normales es asumir que hay trabajos en los que morir forma parte del contrato, y eso es absolutamente inaceptable”.
Las 78 personas fallecidas en el trabajo este año en la Comunidad de Madrid no pueden quedar diluidas en un balance anual. Son un recordatorio urgente de que la prevención salva vidas y de que mirar hacia otro lado tiene consecuencias irreparables. La siniestralidad laboral no es un accidente: es una responsabilidad colectiva que exige medidas inmediatas.