El martes a mediodía, el centro de Madrid se estremeció. Un estruendo seco, una nube de polvo y después, el silencio. El edificio del número 4 de la calle de las Hileras, a escasos metros del Teatro Real y la plaza de Ópera, se había venido abajo mientras se realizaban obras de rehabilitación. En cuestión de segundos, seis plantas se desplomaron una sobre otra, dejando tras de sí una montaña de escombros de hasta ocho metros de altura. Cuatro personas murieron atrapadas bajo los restos del inmueble.
Las víctimas eran tres hombres —originarios de Malí, Guinea y Ecuador— y una mujer española, de unos 30 años, que trabajaba en la oficina del edificio. Los tres hombres formaban parte del equipo de construcción de la empresa ANKA, subcontratada para la obra. La mujer, identificada como Laura, desempeñaba tareas administrativas y, según el Ayuntamiento, tenía “alguna responsabilidad en la obra”.

Un rescate contrarreloj
Los bomberos de Madrid iniciaron las labores de búsqueda pasadas las seis de la tarde. Con la ayuda de perros adiestrados y drones, comenzaron un operativo minucioso y peligroso: retirar los escombros uno a uno, a mano, ante el riesgo de nuevos derrumbes. “Es una tarea durísima”, admitió el alcalde José Luis Martínez-Almeida, que acudió al lugar tras interrumpir un viaje oficial a Londres.
Cerca de las tres de la madrugada del miércoles, tras más de doce horas de trabajo, se localizaron los dos últimos cuerpos sin vida. La operación de rescate se dio por finalizada poco después, y los bomberos dejaron un retén de vigilancia ante el riesgo de colapso de los muros que aún permanecen en pie.
Durante las horas de incertidumbre, familiares y compañeros de los trabajadores permanecieron en las inmediaciones, atendidos por psicólogos de los servicios de emergencias. Muchos no podían creer lo ocurrido: “Era un edificio viejo, pero nadie pensó que se fuera a caer. Todo fue de repente”, relataba un obrero, aún cubierto de polvo.
Las primeras hipótesis
Según explicó el alcalde, el colapso se habría iniciado por el derrumbe del forjado de la sexta planta, lo que provocó un efecto dominó hasta la planta baja. Aún se desconocen las causas exactas, y la investigación se encuentra en manos de la Policía Judicial Municipal al tratarse de un accidente laboral.
El edificio, construido en 1965, estaba siendo rehabilitado desde febrero con licencia municipal para transformarlo en un hotel de cuatro estrellas, propiedad del fondo saudí RSR. Las obras las ejecutaba la empresa Grupo Rehbilita. Fuentes municipales confirmaron que la documentación urbanística “estaba en regla”, pero los técnicos analizan si hubo algún fallo estructural o error en la ejecución de los trabajos.

El delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín, confirmó que se investigará “a fondo” el siniestro y el impacto sobre los edificios colindantes. Por precaución, los vecinos fueron desalojados, aunque pudieron regresar a sus casas una vez comprobada la estabilidad de sus viviendas.
“Era como si temblara la tierra”
Los testimonios de los vecinos describen una escena dantesca. “Estaba abriendo mi peluquería cuando sonó un estruendo horroroso. Se levantó una nube blanca, como si hubiera explotado algo”, contó Milagros García, con el local aún cubierto de polvo. Desde el restaurante El Cogollo, situado a pocos metros, los trabajadores relataron que el suelo comenzó a temblar y la nube de polvo invadió el comedor en segundos. “Por fuera no se veía nada raro, la fachada seguía en pie, pero dentro todo se vino abajo.”
Varias dotaciones de @BomberosMad trabajando en C/Hileras tras derrumbe de varios forjados en un edificio en obras.
— Emergencias Madrid (@EmergenciasMad) October 7, 2025
Desplegado un dispositivo de @SAMUR_PC en la zona.@policiademadrid trabajan con los drones@policia colaborando pic.twitter.com/slTP129zT5
La encargada de la chocolatería San Ginés, en la calle contigua, confirmó que el edificio llevaba años abandonado antes de comenzar la rehabilitación. “Instalaron una grúa enorme hace unos meses. Se decía que iban a tardar dos años en hacer el hotel”, recordaba.
Reacciones políticas y sociales
La tragedia ha despertado una ola de solidaridad y de preguntas sobre la seguridad laboral en las obras de la capital. La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, expresó su “consternación” y recordó que “nadie debería perder la vida en el trabajo”. Anunció además que la Inspección de Trabajo ya está actuando.
fffffffffffffffffffffffffff
Consternada por el fallecimiento de los cuatro trabajadores tras el derrumbamiento de un edificio ayer en Madrid. Nadie debería perder la vida en el trabajo. Desde @trabajogob.bsky.social estamos en contacto con la Inspección. Un abrazo enorme a familiares y amigos.
— Yolanda Díaz (@yolandadiaz.bsky.social) 8 de octubre de 2025, 7:55
Por su parte, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lamentó lo sucedido y destacó la “extraordinaria labor” de los equipos de emergencia, sin realizar declaraciones in situ.
Buenos días:
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) October 8, 2025
Gracias a la extraordinaria labor de los servicios de emergencia ya se han rescatado los cuerpos de los cuatro fallecidos en el derrumbe del edificio del centro, evitando prolongar la agonía de sus familias y conocidos. DEP.
Nuestra cercanía y ánimo a todos ellos y…
Las asociaciones de trabajadores han insistido en que el suceso vuelve a poner sobre la mesa la precariedad que afecta al sector de la construcción, donde los subcontratos y las condiciones ajustadas son la norma. “Cuatro vidas se han perdido en una obra con permisos, con empresas registradas y en pleno centro de Madrid. Eso demuestra que algo está fallando”, señalaba un portavoz sindical.
Un edificio que escondía una trampa mortal
El inmueble, de seis plantas y sótano, fue levantado hace seis décadas y llevaba años sin uso. Su estructura, según los primeros análisis, podría haber sufrido una sobrecarga en los forjados durante las obras de rehabilitación. “Un error de cálculo en una edificación antigua puede desencadenar un colapso total”, advierten ingenieros consultados.
El hotel de lujo que iba a ocupar el edificio se ha convertido ahora en símbolo de otra cosa: la fragilidad de la seguridad laboral, incluso en pleno centro de una capital europea.
En la madrugada silenciosa del miércoles, mientras los bomberos retiraban sus herramientas y la calle de las Hileras quedaba acordonada, Madrid despertaba a una amarga realidad: cuatro vidas segadas por una obra que prometía modernidad y prosperidad. Bajo los focos de los equipos de rescate, los cascos amarillos se perdían entre el polvo y los escombros, recordando que, en la ciudad que nunca se detiene, aún hay quienes se juegan la vida cada día por levantarla.