Junts deja claro que el reloj no juega a favor de Sánchez

La portavoz de Junts, Miriam Nogueras, ha manifestado el hartazgo de la formación independentista instando a Pedro Sánchez a que "se debería empezar a hablar de la hora del cambio"

22 de Octubre de 2025
Actualizado a las 14:11h
Guardar
Nogueras Debate Corrupcion Junts
Miriam Nogueras en un momento de su intervención en el Pleno del Congreso

En el Congreso de los Diputados, un comentario aparentemente trivial sobre el cambio horario se transformó en metáfora política. “Se debería hablar menos de cambios horarios y empezar a hablar de la hora del cambio”, lanzó Míriam Nogueras, portavoz de Junts, dirigiéndose a un Pedro Sánchez que, una vez más, enfrentó desde la tribuna el dilema que define su mandato: gobernar gracias a quienes no creen en el Estado que preside.

La escena fue breve pero significativa. Nogueras acusó al Gobierno de estar desconectado de la realidad económica cotidiana. Habló en nombre de “los que no llegan a fin de mes”, de los autónomos que cierran sus negocios, de los trenes de cercanías que no llegan a tiempo y de una sanidad que se resiente tras años de saturación. En su intervención, condensó un sentimiento difuso pero políticamente potente: la percepción de que el Gobierno progresista se ha convertido en una maquinaria burocrática más interesada en la estabilidad parlamentaria que en la eficiencia del Estado.

Pedro Sánchez, fiel a su estilo, respondió con datos. Recordó que su Ejecutivo ha sido “el que más ha hecho por los autónomos en toda la democracia”, que las prestaciones se han ampliado y que la vivienda pública en construcción ha aumentado un 63 %. Reconoció, eso sí, que queda “mucha tarea por delante”, pero insistió en que “podemos estar orgullosos” de lo conseguido, gracias también al apoyo parlamentario de Junts, añadió con cierta ironía.

Sin embargo, el intercambio trascendió la aritmética de escaños. Fue un episodio que reflejó la fatiga social y la erosión política de un gobierno que combina la retórica del cambio con las dificultades de la gestión cotidiana. Nogueras, en tono de reproche, acusó a Sánchez de utilizar causas simbólicas (como la bandera palestina o el debate sobre el cambio horario) para distraer la atención de los problemas estructurales: la precariedad, la inflación y la pérdida de poder adquisitivo. “Han conseguido que la gente esté hasta las narices”, dijo, recogiendo un malestar que trasciende ideologías.

Pulso económico tras la retórica

El enfrentamiento verbal encierra un conflicto más profundo sobre el relato económico del Gobierno. Sánchez sostiene que España vive una recuperación sólida, con crecimiento superior a la media europea y récords de empleo. Pero esa narrativa macroeconómica convive con una realidad microeconómica mucho menos optimista: la de unos trabajadores autónomos que afrontan subidas de cuotas, la de unos alquileres disparados y la de una clase media que percibe que su esfuerzo rinde cada vez menos.

En términos políticos, Nogueras representa a un partido que combina nacionalismo catalán con liberalismo económico, y que busca distanciarse del progresismo socialdemócrata del PSOE. Su intervención no fue solo una crítica presupuestaria; fue también un aviso. Junts, que sostiene parlamentariamente al Ejecutivo, busca capitalizar el descontento con un discurso de eficiencia y agravio territorial: el argumento de que Madrid recauda y gasta mal, mientras Cataluña paga el precio de un Estado ineficaz.

Coalición fatigada

La réplica de Sánchez fue calculada. Evitó la confrontación directa y optó por reafirmar la gestión, con un tono más técnico que político. Pero el trasfondo es claro: la relación con Junts se basa en una alianza pragmática, no en afinidad ideológica. Cada vez que Nogueras sube a la tribuna, recuerda al presidente que su mayoría depende de fuerzas que desconfían de él tanto como de la oposición.

Ese equilibrio precario se agrava en un contexto de creciente desgaste social. La crisis de vivienda, las tensiones fiscales entre comunidades autónomas y el encarecimiento del coste de vida erosionan la narrativa oficial del “avance social”. El discurso de Sánchez, centrado en indicadores macroeconómicos, corre el riesgo de sonar autocomplaciente frente a una ciudadanía que mide su bienestar en facturas y alquileres, no en PIB.

El reloj

Paradójicamente, el debate sobre el “cambio horario” (una medida menor impulsada desde Bruselas) terminó sirviendo de espejo retórico para una discusión mayor: la del tiempo político de Sánchez. Nogueras, al invocar “la hora del cambio”, aludía menos al reloj solar que al ciclo político. En su lectura, el tiempo del sanchismo se agota; el gobierno vive en una prórroga sostenida por concesiones, gestos y retórica.

En el fondo, ambos políticos entienden el valor del tiempo de manera distinta. Para Sánchez, el tiempo es gestión: cada día que pasa sin ruptura es una victoria. Para Junts, el tiempo es presión: cada día que pasa sin concesiones alimenta su relato de abandono y centralismo. En esa asimetría se juega el futuro inmediato de la legislatura.

La sesión del Congreso dejó una instantánea reveladora: un Gobierno que defiende su legado con tecnocracia, frente a una oposición fragmentada pero con capacidad de conectar con la irritación social. Nogueras, con su tono de desafío, encarna ese malestar difuso que no encuentra salida institucional pero sí resonancia emocional.

Quizá tenga razón la portavoz de Junts: no se trata del cambio horario, sino de la hora política. Y el reloj, en la España de 2024, no parece avanzar a favor de Pedro Sánchez.

Lo + leído