La corriente de opinión Izquierda Socialista, integrada dentro del PSOE, ha celebrado este fin de semana en Madrid unas jornadas centradas en un asunto que inquieta cada vez más a la ciudadanía: cómo proteger la democracia y las libertades en un mundo donde crece la tensión internacional, se multiplican las guerras y las grandes potencias económicas y tecnológicas marcan el rumbo del planeta. Bajo el título “Democracia, derechos y libertades en la posdemocracia”, el encuentro ha reunido a más de 150 participantes procedentes de distintos puntos de España y ha servido para exponer, sin tecnicismos, un diagnóstico claro de los riesgos actuales y de los retos de la izquierda en este nuevo escenario.
Las sesiones, distribuidas en tres mesas de debate, se han caracterizado por un tono pedagógico y directo: explicar de manera comprensible qué está pasando y qué papel debe jugar la izquierda cuando aumentan las desigualdades, se debilitan los servicios públicos y los discursos de odio ganan protagonismo en demasiados países.
Democracia frente al militarismo y las autocracias
La primera mesa abordó un fenómeno que preocupa cada vez más: el crecimiento del militarismo y la expansión de regímenes autoritarios en distintas regiones del mundo. Para muchos ciudadanos, estos términos resultan abstractos, pero los ponentes —Rubén Ranz (UGT), Joanen Cunyat (Recortes 0) y Marta Iglesias (AIPAZ)— se centraron en explicar su impacto cotidiano.
El aumento del gasto militar en Europa, impulsado por la guerra de Ucrania y por la tensión creciente entre grandes potencias, convive con una realidad difícil de asumir: millones de personas siguen perdiendo derechos sociales mientras la inversión en armamento se dispara. Esto, advirtieron, abre la puerta a un modelo político donde la seguridad se impone sobre las libertades y donde las decisiones se justifican en nombre del miedo.
Según los ponentes, este clima internacional favorece la llegada de gobiernos autoritarios o abiertamente ultraconservadores que recortan libertades, persiguen a minorías y debilitan la justicia social. También insistieron en que la izquierda debe ser capaz de ofrecer seguridad —pero una seguridad ligada a los derechos, la convivencia y la igualdad, no a la fuerza militar—.
Europa, atrapada entre crisis y tensiones globales
La segunda mesa, titulada “Europa en la encrucijada”, intentó responder a una pregunta urgente: ¿qué papel quiere jugar la Unión Europea en un mundo cada vez más dividido?. Intervinieron Fernando Sampedro, secretario de Estado para la UE; el exsecretario de Estado Diego López Garrido; y el portavoz socialista para asuntos europeos, Vicent Montavez.
Los debates giraron en torno a tres ideas principales:
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Europa debe proteger sus valores democráticos, pero lo hará solo si no renuncia a los derechos sociales que han sido su seña de identidad durante décadas.
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El aumento del gasto militar no puede ponerse por delante de la sanidad, la educación o el cuidado de las personas.
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La Unión Europea necesita autonomía y valentía, porque su futuro depende de cómo responda a desafíos como la crisis ecológica, el auge de la extrema derecha y la presión de los grandes bloques económicos.
Los participantes coincidieron en que la ciudadanía percibe a menudo la política europea como algo lejano y técnico. Por eso, insistieron en explicar de forma sencilla que muchas decisiones que afectan a la vida diaria —el precio de la energía, la protección laboral o la regulación de las grandes plataformas tecnológicas— se toman en Bruselas. Y que, en un mundo polarizado, Europa solo será fuerte si cuida la cohesión interna y no sacrifica sus compromisos sociales.
¿Qué significa ser de izquierdas hoy?
La última mesa, moderada por la periodista Marta Nebot, buscó responder a una cuestión fundamental en estos tiempos acelerados: ¿qué es hoy ser de izquierdas?. Participaron Antonio García Santesmases, Antoni Mestre (Juventudes de UGT) y el profesor Marcos Ritman (UCM).
Los ponentes coincidieron en que la izquierda se enfrenta a un triple desafío:
1. Responder a la “economía de mercado” sin limitarse a tapar sus daños
Explicaron que el modelo económico dominante genera desigualdades, precariedad y un consumo de recursos que pone en riesgo el planeta. La izquierda, dijeron, no puede conformarse con “gestionar” esa desigualdad: debe proponer alternativas que garanticen vidas dignas y sostenibles, y hacerlo con claridad.
2. Combatir el poder de las grandes empresas tecnológicas
Estas compañías influyen en qué información recibimos, cómo nos relacionamos y qué decisiones tomamos. Los expertos advirtieron de que estos “tecnopoderes” pueden favorecer la llegada de gobiernos de ultraderecha, ya que amplifican discursos de odio, noticias falsas y mensajes simplistas. La defensa de la democracia, señalaron, pasa por regularlas con fuerza y transparencia.
3. Ofrecer esperanza y unidad
La fragmentación de la izquierda —política, social y generacional— debilita su capacidad para responder a la inseguridad económica, a la crisis climática o a los ataques a la libertad de prensa. Para los ponentes, la prioridad es reconstruir un proyecto ilusionante, que hable claro a la ciudadanía y que devuelva la idea de que la política puede mejorar la vida de la gente.
Una reflexión colectiva que continuará en los próximos días
Las jornadas fueron inauguradas por Enma López, responsable de Políticas Económicas y Transformación Digital en el PSOE, y clausuradas por Cristina Narbona, presidenta del partido. Ambas subrayaron que este debate no debe quedarse en los círculos internos del PSOE, sino abrirse a la ciudadanía, especialmente en un momento en el que la desinformación y el desencanto amenazan a la democracia.
Los organizadores han anunciado que en los próximos días se presentará un documento público con las conclusiones completas de las mesas, con el objetivo de trasladar estas reflexiones al debate político nacional y europeo.
La sensación general del encuentro puede resumirse en una frase: la democracia no se defiende sola, y la izquierda tiene la responsabilidad de explicar con claridad qué está en juego y cómo proteger los derechos y libertades en un mundo que cambia más rápido que nunca.