El Partido Popular, principal partido conservador en la historia de la democracia en España (por ahora) carga sobre sus espaldas un reguero incesante de noes a leyes fundamentales que lo retratan, y desnudan, como un partido que primero rechaza ferozmente los avances, sociales principalmente, y pasado un tiempo siempre se suma a estos progresos legales y normativos que en todo momento han impulsado gobiernos progresistas encabezados por el PSOE. Es una dinámica que vuelve a repetirse con el reconocimiento del genocidio que el Gobierno de Israel está cometiendo en la Franja de Gaza contra el pueblo palestino.
Admitir esta realidad –que el mundo entero está viendo en directo con decenas y decenas de asesinados a diario, hasta casi 70.000 en total por el momento desde la matanza de Hamás el 7 de octubre de 2023, principalmente niños, mujeres y ancianos– les está costando admitirlo a los dirigentes del PP sudor y sangre, y cuando algunos de sus líderes empiezan a hacerlo a cuentagotas, dan el paso adelante con la boca pequeña y a regañadientes, como han sido estos días los casos de los presidentes autonómicos de Galicia, Aragón y Andalucía, Alfonso Rueda, Jorge Azcón y Juan Manuel Moreno Bonilla, respectivamente.
Tan a regañadientes lo hacen que incluso se permiten la frivolidad de mentir descaradamente a la ciudadanía, como el barón del PP en Aragón, que este jueves admitió el genocidio con esta frase: “Yo nunca he dicho que lo que está ocurriendo en Gaza no sea un genocidio. Nunca he dicho que no sea genocidio. Nunca lo voy a decir”. Pero hace solo dos semanas no se atrevió a reconocerlo y se limitó a decir que la estrategia genocida de Israel “es absolutamente indefendible”. Sin más, sin llamar a las cosas por su nombre.
En la misma línea, el barón popular andaluz ha venido denominando simplemente “esto” al genocidio de la población palestina en Gaza, un eufemismo sonrojante que sólo ahora, cuando la opinión pública mundial se moviliza masivamente contra esta masacre, decide admitir con el nombre de genocidio, aunque lo haga con la boca pequeña en una respuesta parlamentaria a la oposición.
Esta renuencia histórica del principal partido conservador del país a admitir hechos clamorosos que no admiten discusión y frenar iniciativas legislativas que promueven los avances sociales de la ciudadanía en general es una marca de la casa que, una vez más, con el tema del genocidio de la población gazatí, queda de nuevo plasmada negro sobre blanco. Ahí están votaciones parlamentarias históricas para atestiguarlo, y posturas que hoy sonrojan incluso a muchos votantes conservadores. Sin ir más lejos, la ley del divorcio, que en 1981 la matriz de lo que hoy es el PP, Alianza Popular, votó en contra. El diputado conservador José Luis de la Vallina llegó entonces a decir: “No quiero contribuir al espectáculo divorcista de este país”. Pero no queda ahí la tendencia histórica del PP al no. Apenas cuatro años después, con la primera ley del aborto, José María Ruiz-Gallardón, padre del ex alcalde de Madrid, recriminó “el egoísmo de las madres”.
La lista de iniciativas legislaturas que han supuesto avances sociales para el país y a las que el PP se ha opuesto siempre, incluso a veces de forma belicosa, es interminable: eutanasia, matrimonio entre personas del mismo sexo, igualdad, cambio registral de personas transexuales, ley antitabaco… En diciembre de 2020, solo los votos de PP y la ultraderecha de Vox se opusieron a la ley de eutanasia, una norma pionera que dio la vuelta al mundo al convertirse España en el sexto país del planeta en amparar la muerte digna. Tampoco la ley de salud sexual y reproductiva y de interrupción voluntaria del embarazo de José Luis Rodríguez Zapatero consiguió sacar del no a los populares en 2010. Lo mismo sucedió con la ley de Igualdad en 2007.
Entre admitir el genocidio y el sionismo activo
Así las cosas, y mientras algunos barones populares empiezan a llamar con la boca pequeña genocidio a la masacre del pueblo gazatí, el actual líder del partido, Alberto Núñez Feijóo, tira de equidistancia entre los tímidos pasos adelante dados por algunos de sus barones territoriales y el sionismo militante y confeso de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, o el ex presidente del Gobierno José María Aznar