Los técnicos sanitarios exigen ser reconocidos, respetados y utilizados según sus conocimientos, su experiencia de muchos años y sus necesidades.
Como en 40 años de lucha no han conseguido que se les reconozca su Grado universitario, los Técnicos Superiores Sanitarios convocan huelga de cuatro días ante el incumplimiento de los acuerdos para equiparar su formación al nivel europeo.
Esta reclamación, repetida durante cuatro décadas, no ha sido atendida por ningún gobierno. No sé cuál es el criterio por el que las máximas instancias ejecutivas no consideran necesario que los especialistas que conocen la técnica para explorar los recovecos más ocultos de nuestro cuerpo y averiguar el lugar y el origen de las averías, tengan formación universitaria. Imaginar los prejuicios por los que los sucesivos ministros de Sanidad se niegan a implementar el grado universitario en esa especialidad daría lugar a muchas fantasías que no consigo adivinar.
Todo comenzó con la organización de los sistemas educativos. Allí nacieron los Técnicos Superiores Sanitarios y los Ayudantes Técnicos Sanitarios (ATS), de diferentes ramas o especialidades. Como señalaba Rosa Luxemburgo: “Quien no se mueve no nota sus cadenas”, y este colectivo ha permanecido inmóvil demasiado tiempo dentro de un sistema que los encadena a una formación inferior a sus competencias reales.
Los ATS estudiaban dos años de Formación Profesional, ya fuera en centros públicos o privados. Para ingresar en las escuelas de enfermería hospitalarias se exigía el Bachillerato Elemental (que finalizaba a los 14 años) y, posteriormente, el Bachillerato Superior y el COU (Curso de Orientación Universitaria). Quienes entraban en una escuela de enfermería a menudo tenían que esperar un año para poder trabajar. Cabe destacar que, en aquel momento histórico, se necesitaban muchos profesionales sanitarios. Pocas eran las ATS tituladas, y muchas se convirtieron en profesionales realizando cursillos de seis meses desde las oficinas de empleo. El resto de los puestos eran ocupados por enfermeras con el título de ATS, pero con una preparación de tres años.
Con la apertura y expansión de hospitales, la demanda de personal era alta, y las escuelas de Formación Profesional formaban a los Técnicos Especialistas Superiores (TES) en sus distintas especialidades.
Desde 1960 que se implantó La Educación General Básica (EGB), mientras unos terminaban el Bachillerato Elemental y el Superior, otros cursaban EGB + BUP + COU para acceder a la universidad, o bien optaban por la Formación Profesional.
El cambio se produjo en 1990 con la LOGSE, que integró la FP en los Institutos de educación secundaria.
El impacto en las especialidades sanitarias: consecuencias de una transición incompleta. La historia de estos años no es, sino la crónica de una batalla por los espacios de poder dentro de la sanidad, donde los recursos formativos se distribuyeron siguiendo líneas de fuerza ya establecidas. Como escribió Aleksandra Kolontái: “La lucha de clases se expresa en todos los ámbitos de la vida social”, y la sanidad no ha sido una excepción.
Los Técnicos Superiores de Radiología, Radioterapia, Medicina Nuclear, Laboratorio, Nutrición y Enfermería de Planta tenían sus diplomas. Algunos nunca pudieron trabajar debido a la oposición de las enfermeras, que ocupaban esos puestos y no querían cederlos.
Otros, gracias a la gran demanda de personal, lograron ocupar con dificultad los departamentos de las diferentes especialidades. La enfermería luchó con todas sus fuerzas por ocupar los puestos, pero no lo consiguió. La batalla por las competencias entre especialistas y enfermeras fue intensa.
Lo que sí consiguieron las ATS hospitalarias de tres años (muchas sin Bachillerato Superior) fue, de la noche a la mañana, obtener la diplomatura mediante la realización de cursos y exámenes profesionales, sin necesidad de tener el bachillerato completo ni pisar la universidad. Esta homologación tardó años, pero finalmente todas se convirtieron en diplomadas. Las universidades comenzaron a impartir Enfermería y se cerraron las escuelas hospitalarias, aunque las prácticas seguían realizándose en los hospitales; esto ocurrió en 1979.
Los Técnicos Superiores reclamaron su derecho a ser universitarios, a tener más preparación y competencias. Pedían más capacitación, con manifestaciones, concentraciones y huelgas de hambre. La Administración hizo oídos sordos y nunca cumplió los acuerdos firmados, y este colectivo ha decidido hace públicas sus demandas ante la indiferencia institucional.
Así pues, mientras hoy todo el mundo sabe qué es una enfermera o un TCAE (Técnico en Cuidados Auxiliares de Enfermería), pocos saben quiénes son los Técnicos Superiores en las diferentes especialidades.
Ocupan lugares estratégicos en la Sanidad: realizan las pruebas necesarias para diagnosticar con precisión o aplican terapias para tratar enfermedades. Las PCR de la COVID-19 las hicieron los técnicos; también las radiografías, escáneres, resonancias y pruebas de laboratorio y anatomía patológica.
Parece como si no existieran. Todas estas especialidades, y otras de FP, deberían ser revisadas, y muchas deben pasar a ser universitarias. En los hospitales, los especialistas se encuentran cada día con técnicas y tecnología nuevas y complejas que exigen una cualificación superior.
Todas estas especialidades son universitarias en Europa. Los Técnicos Superiores Sanitarios en España han quedado relegados a la FP. Esto genera un grave problema: sus títulos no pueden ser homologados en el extranjero, mientras que los titulados extranjeros sí pueden homologar sus especialidades en España, aunque sea a un nivel inferior.
Su formación requiere una nueva capacitación, un nuevo plan de estudios y más horas de prácticas. Si se quiere dar calidad, no puede ser Formación Profesional. Necesitan equiparación: el Grado Universitario es una necesidad.
Por ello, pensando en la calidad asistencial, han organizado una huelga de cuatro días: 30 y 31 de octubre, y 3 y 4 de noviembre. Si la Ministra de Sanidad intenta convencerlos de que van a mejorar su borrador del Estatuto Marco del 10 de junio de 2025, no lo aceptarán. No quieren mejoras; quieren que se cumpla lo pactado. Quieren el Grado Universitario.
Sus peticiones (según el comunicado oficial) son las siguientes:
- Dinamizar el Grado Universitario, para lo cual el Ministerio se comprometió a crear grupos de trabajo.
 - Declaración de Profesiones Sanitarias Tituladas y Reguladas.
 - Corrección de la definición del MECES 5 (Marco Español de Cualificaciones para la Educación Superior, que corresponde a un nivel de Grado universitario) para establecer la necesidad de un título habilitante.
 - Dependencia orgánica de la Dirección Médica, así como la creación de la figura del Técnico Coordinador en todo el Estado.
 - Reclasificación al grupo B (reconocida por el propio Gobierno en respuesta parlamentaria e incorporada al “Acuerdo Marco por una Administración del siglo XXI”, suscrito el 19 de octubre de 2021).
 
A excepción del pago de esta reclasificación, ninguna de las demás peticiones supone costes sustanciales para el Ministerio de Sanidad ni para los Servicios de Salud.
La Sanidad no es un juego de profesionales. La Sanidad debe ser competente, eficaz y apoyarse en el conocimiento científico y empírico, donde la investigación sea el pilar fundamental. En el espíritu de Clara Zetkin: “La lucha por la transformación social requiere tanto de la movilización en las fábricas como en los espacios del saber”, y los espacios del saber sanitario deben ser accesibles para todos los profesionales.
Sanidad pública, universal y de calidad.
No aceptan mejoras. Quieren una mejor formación, y eso solo será posible con el grado universitario.