Este 20 de noviembre, se cumplió 50 años del fallecimiento del dictador y genocida Francisco Franco Bahamonde. A diferencia de Hitler que se suicidio y de Mussolini que fue colgado y apaleado, Franco murió en la cama. Pero sus reminiscencias con el régimen que impuso, siguen presentes y cada vez más extendidas. En este sentido, continúa teniendo vigencia su celebre frase: “dejo todo atado y bien atado”.
Eso se demuestra cuando en su momento, con cinco ministros franquistas, estando al frente Manuel Fraga Iribarne, constituyeron la organización política Alianza Popular y esta posteriormente pasó a denominarse con el actual nombre de Partido Popular. A través de éste y por mediación de Santiago Abascal (discípulo político de la ultra conservadora Esperanza Aguirre) siendo uno de sus militantes, se creó el ultra derechista partido político denominado Vox, que tiene cada vez más arraigo.
Franco aun siendo un gran mediocre e incapaz, tal y como lo describen la gran mayoría de los historiadores, pero por sus dotes manipuladoras y el sadismo que imponía en sus acciones, era una persona respetada y temida. Llegó al extremo según expuso el historiador Paul Prestón, que, para crear pánico hacia su persona, mandó ajusticiar a un pobre soldado, debido al simple hecho de protestar por la bazofia de comida que servían a la tropa.
Este era el tipo de personaje que, encabezó el golpe de Estado a la II República legalmente constituida. Al respecto, se aprovechó de las “hazañas” que protagonizó en Marruecos y fue desde ahí, partiendo a través de Melilla con tropas nómadas y de la Legión, donde inició la vil y cobarde insurrección, que tantos cientos miles de muertos causó y otros tantos represaliados en cárceles o sufriendo el exilio. Esto como “buen católico, apostólico y romano”, lo estuvo llevando a efecto hasta el fin de su miserable vida.
Inexplicablemente, aún no se ha disuelto la reaccionaria Legión que tanto daño ha venido causando. Fue creada el 28 de enero por el teniente coronel fascista José Millán Astray y, tenía como ayudante al comandante genocida Francisco Franco. Ha sido mucho (demasiado) tiempo, el camino que haciendo tanto daño ha recorrido, Por eso no se entiende su continuidad desde el advenimiento de la democracia. Algo lógico con los gobiernos de derechas que hemos tenido hasta ahora. Pero no así, por parte de los gobiernos que, se han considerado y consideran de “izquierda y progresistas”.
Franco siempre contó con el apoyo de la ultraconservadora y nefasta Iglesia Católica, de ahí, la imposición del Nacional Catolicismo, conjuntamente con el llamado Movimiento Nacional. Por eso, no es de extrañar que la Iglesia siga manteniendo sus privilegios. En las visitas a las diversas capitales de provincias, solía acudir a sus catedrales siendo recibido por sus obispos y en las que entraba y salía bajo palio. Salvo en la de Las Palmas de Gran Canaria en la que su obispo, el vasco Antonio Pildain y Zapiain, le negó la entrada. Si España es un Estado aconfesional, no se entiende que con un Gobierno de “izquierda y progresista”, todos los domingos se retransmita por la televisión pública (TVE) la misa.
Franco tenía previsto que a su muerte le sustituyera otro sádico de toda su confianza, el almirante Carrero Blanco. De haberse producido esa herencia, hubiera significado la prolongación del franquismo. Sin embargo, lo único positivo que la banda terrorista y asesina ETA hizo, fue el atentado que acabó con su vida. Eso evitó que se produjera más víctimas y represalias.
Al no producirse la deseada ruptura con el régimen franquista y si llevarse a cabo “la reforma”, colgando sus camisas azules de falangistas, de la noche a la mañana se volvieron “demócratas”. Como burdo y patético colofón, ha sido la pleitesía con palabras de elogio del indecente rey emérito Juan Carlos I, expresadas en el libro que contempla sus memorias, y dedicadas a su mecenas el genocida Francisco Franco.
El caso es que, en la actualidad y como se viene comprobando, el fascismo no necesita dar golpes de estados, para obtener el poder, pues ya lo tienen mediante los poderes fácticos: Iglesia, Judicatura, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, grandes empresas, sobre todo las del Ibex 35, e importantes medios de comunicación. Sólo necesitan alcanzar el Gobierno disponiendo del BOE.