No hay un problema con la juventud, somos los viejos los responsables. La Educación no resulta, empecinarse en el error es contumacia. Yo tengo experiencia pero no la solución, en cambio sí sé lo que no funciona. La autoridad y la disciplina (ya huyen los pedagogos) son condiciones “sine qua non” se da la Enseñanza.
Convertir la Educación en un supuesto oasis del mundo es despojarla de su función principal. Nuestras logorreicas leyes pretenden suprimir lo docente como ajeno a la vida e insuflar a las clases realidad; lo que consiguen es un artificio vacuo que confunde, porque nada es más real que alguien que intenta enseñarte incluso cuando tú no quieres o no sabes por qué.
La burocratización de la evaluación, llamada ahora criterial y convertida en tablas de datos inasumibles para los propios evaluados, despoja al profesional de toda “Auctoritas”, poniendo su trabajo en manos de “revisadores” que, entre tanta profusión de calificaciones, son quienes evalúan al evaluador, relegando el aprendizaje a un segundo plano: ahora las directivas, la inspección, las familias, tienen la capacidad de valorar el trabajo docente en función de unos objetivos expresados en esas tablas, convirtiendo al profesorado en un instrumento sin criterio propio,,. ni dignidad.
No conozco a ningún profesional, ninguno, que entienda estas leyes. Los habrá, seguro, pero casualmente, entre los cientos que trato habitualmente nadie entiende nada; todos rellenamos, la inspección exige pero nadie sabe lo que está haciendo ni para qué; es verdad que en Educación Física o los idiomas la recogida datos puede ser útil, pero para explicar mecánica cuántica crea más dificultades que soluciones.
Asisto disciplinado a un curso de profesores donde se nos explica esto y no entiendo nada de lo que me dicen; me desespero, porque si al menos viera una utilidad evidente en el proceso me culparía de mi incapacidad, pero además de incomprensible no soluciona nada de lo que desarrollo en mi trabajo cotidiano y me lo complica hasta extremos desesperantes y meramente mecánicos.
Creer que la Educación no es selectiva es no darse cuenta de que refleja las diferencias sociales; es al revés, la Educación debe favorecer que esa selección no se convierta en clasista, igualando las oportunidades. Sutilmente, como en Sanidad, quien puede se busca una alternativa que suavice la falta de calidad asistencial. No les hace falta desinvertir, se desmonta sola cuando no da lo que se necesita (no creen en lo Público). No puedes pedir a una familia humilde un bachillerato, un examen selectivo y catorce puntos para ser médica, cuando has tenido a esa alumna más de una década en un mundo paralelo en el que estudiar no era lo importante; la familia rica, a veces la culta: exige desde el comienzo... y sí consigue llegar, sí; se fragua el sesgo de clase.
Los sindicatos de profesores sólo consiguen éxitos laborales para los de la concertada y la Educación Primaria, lo que da votos; el profesorado de Secundaria Obligatoria y Bachillerato se ha transformado en una masa informe expendedora de certificados que sólo enseña de verdad en el Bachillerato y cuando se lo permiten, a veces contra el sistema y por responsabilidad profesional, porque la Física admite pocos juegos, la Lengua y Literatura requiere estudio y lecturas, la Historia datos y comprensión y la Historia del Pensamiento alejarse de la tradición y las creencias milenarias para adentrarse en otras épocas y valores.
No existe evaluación criterial para ser Notaria, una neurocirugía no se puede convertir en una “rúbrica” (qué coño significará esta palabra ensalmo que ahora cura todo lo pedagógico), no se puede decir a la arquitecta lo que debe hacer sino que se le paga y exige por saber hacer. El profesorado está perdiendo su dignidad profesional; con franqueza, nada de lo que yo sé ahora mismo me ha llegado por otro medio que por el esfuerzo, el estudio, la lectura, el error, el aprendizaje de los maestros más exigentes, y la frustración de comprobar cómo el medio pide fiesta, relajación y medias tintas pero la sabiduría exige trabajo, tensión y rigor, si se quiere llegar a una excelencia profesional. Si lo que se pretende rasar o arrasar por debajo... me callo, yo pensaba que se debe exigir al máximo para ver a dónde llega cada cual, analizar por qué no y solucionar las carencias; parece que damos por hecho que es mejor no traumatizar, dejar solos a nuestros tutorados y que cada cual se coloque donde pueda... Esto sólo lo puede decir un ignorante o una ideóloga del racismo económico.
Se quejan los sindicatos de que el profesorado nunca hace huelgas, que por eso ellos no tienen la fuerza que deberían. Admitan una recomendación: vayan a los institutos, sondeen, pregunten, hablen, vayan avisando de una movilización, un paro que sea una advertencia, por qué no dejar de evaluar en Navidades como aviso (sería legal, otra cosa es la de final de curso), vayan todos a una porque hay malestar y grande, y grave.
La Inspección debería sumarse, porque sabe la verdad, está colaborando perdiendo también la función para que se creó. Si no paramos esto la conflictividad de los centros va a seguir aumentando, el “bullying” por el que nos rasgamos las vestiduras, la falta de formación básica de un alumnado que puede matricularse en bachillerato con materias suspensas de la Obligatoria, bachilleres que van a Selectividad sin superar todas las materias, las agresiones a los docentes, la dedicación a cubrir expedientes en vez de la labor intelectual implícita en el acto de enseñar van a ser la dominante. El analfabetismo funcional, sumado a la progresiva tendencia a tragar bulos y martingalas diversas es el futuro inmediato, ya. Lo diré más claro: cuál va a ser el trabajo de la docencia en los próximos años, es oscuro ahora mismo salvo para la divinidad; enseñar desde luego no.