El nuevo intento del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso por “concienciar a los jóvenes” ha acabado generando indignación. Bajo el lema “¿Te desnudarías delante de ellos? Si no lo haces en la vida real, no lo hagas en tu contenido exclusivo online”, la Comunidad de Madrid ha lanzado una campaña contra los supuestos riesgos de la pornografía digital. El resultado, sin embargo, ha sido una tormenta de críticas por su enfoque: un mensaje que no señala a los responsables de las violencias, sino a las posibles víctimas.
En los carteles, difundidos en redes sociales, universidades y espacios de ocio juvenil, aparecen cinco hombres mirando fijamente a cámara. Al fondo, la pregunta en letras grandes: “¿Te desnudarías delante de ellos?”. La imagen sugiere que las mujeres deben protegerse de esos hombres, no que los hombres deben dejar de agredir o de compartir imágenes sin consentimiento.
La campaña, con un presupuesto de un millón de euros, ha sido presentada por la consejera de Familia, Juventud y Asuntos Sociales, Ana Dávila, quien aseguró que está “especialmente dirigida a las chicas adolescentes, para que respeten su cuerpo, su intimidad y su dignidad”. Un planteamiento que, lejos de promover la igualdad o la educación sexual, vuelve a situar sobre las mujeres la carga de la responsabilidad.
Un mensaje que olvida a los agresores
El gran problema de esta iniciativa es a quién interpela. La Comunidad de Madrid dice querer prevenir la exposición de menores a la pornografía, pero sus mensajes no hablan de quienes consumen ni de quienes difunden ese tipo de contenido. No se dirige a los hombres (principales consumidores y responsables de los delitos vinculados a la pornografía no consentida), sino a las jóvenes, a quienes se invita a “protegerse” y “pensárselo dos veces”.
Los datos desmienten el enfoque. Según el Ministerio del Interior, el 96% de los investigados por delitos sexuales en internet son hombres, mientras que las mujeres representan más del 66% de las víctimas. Sin embargo, el material publicitario no los menciona. El peligro, sugiere el cartel, está en las decisiones de las chicas, no en los actos de los agresores.
Paola Aragón, periodista feminista, lo resume con claridad: “Una campaña que pretende prevenir delitos sexuales debería hablar a quienes los cometen, no a quienes los sufren. Lo contrario es perpetuar la cultura de la violación”.
“Culpar a las mujeres es el primer paso para justificar la violencia”
Las críticas no tardaron en extenderse. La exministra de Igualdad Irene Montero cuestionó en redes sociales la lógica del mensaje: “¿Y si una mujer responde que sí se desnudaría? ¿Entonces se merece lo que venga? Esto no es prevención, es culpabilización”.
Proteger a las mujeres es evitar que los hombres agredan, no que ellas dejen de actuar con libertad. Porque además a las mujeres nos agreden sexualmente hagamos lo que hagamos, por ser mujeres
— Irene Montero (@IreneMontero) November 6, 2025
Aquí lo intento explicar: pic.twitter.com/hkEU8LrUnu
La doctora en Estudios de Género Bárbara Tardón coincide en que el problema de fondo es estructural. “Este tipo de campañas construyen un relato peligroso: el de que la mujer debe cuidarse y limitar su libertad para evitar la violencia. Es el mismo patrón de siempre: poner límites a las víctimas y silencios a los agresores”, explica.
Tardón subraya que compartir imágenes íntimas puede formar parte de la autonomía sexual, y que el delito surge cuando alguien rompe la confianza y difunde esas imágenes sin permiso. “No se trata de decir a las mujeres que no se desnuden, sino de enseñar a los hombres a respetar los límites del consentimiento”, añade.
Confusión y moralismo en lugar de educación
La campaña madrileña mezcla conceptos muy distintos: pornografía digital, sexting, OnlyFans y difusión no consentida de imágenes. Al no diferenciar entre ellos, genera confusión y lanza un mensaje moralista sobre el comportamiento sexual de las mujeres.
Nerea Barjola, doctora en Feminismos y autora de Microfísica sexista del poder, advirtió hace años del riesgo de construir un discurso del “terror sexual”: un relato que presenta a las mujeres como potenciales víctimas permanentes y que limita su libertad bajo la excusa de protegerlas. Para muchas expertas, la nueva campaña de Ayuso encaja de lleno en esa categoría.
Ya esta aquí, The sexist Microphysics of Power@AKPressDistro ✊💜 pic.twitter.com/5qOrAGw6EG
— Nerea (@NBarjola) May 14, 2024
“Cuando el mensaje es ‘no te desnudes’, lo que en realidad se dice es ‘si lo haces, atente a las consecuencias’. Es un modo sutil de justificar la violencia y de desplazar la culpa”, apunta la periodista Aragón.
Falta educación sexual, sobran carteles
Desde el grupo socialista en la Asamblea de Madrid, la diputada Lorena Morales ha criticado que el Ejecutivo regional “prefiera gastar dinero en carteles que culpabilizan antes que en programas educativos que prevengan”. Morales recuerda que la Fiscalía de Madrid lleva años reclamando más educación sexual en los centros escolares, pero la respuesta del Gobierno autonómico siempre ha sido la misma: que cada colegio haga lo que quiera.
Los datos muestran el abandono. Entre 2019 y 2022, se realizaron 4.740 talleres educativos sobre igualdad y prevención de la violencia de género. En 2025, solo 30. Una reducción drástica que revela la falta de interés institucional por abordar el problema desde la raíz.
“La educación afectivo-sexual es la mejor herramienta para prevenir la violencia, también la digital. Pero mientras se siga hablando de moral y no de derechos, seguiremos sin avanzar”, sostiene Morales.
De Ayuso, creadora de la campaña "no pierdas de vista tu copa". Ahora llega "Te desnudarías delante de ellos?"
— Lorena Morales (@Lorenamp82) November 5, 2025
Las responsables NO son las mujeres. Contra el porno hay que dar educación sexual. Pero Madrid se la ha cargado. Igual que la formación contra la violencia machista. pic.twitter.com/N0Inu5RvS0
Un patrón que se repite
No es la primera vez que el Gobierno de Ayuso lanza una campaña polémica. En 2022, la Comunidad fue duramente criticada por su iniciativa contra la sumisión química, que recomendaba a las mujeres “vigilar su copa” o “no aceptar bebidas de desconocidos”. De nuevo, la carga recaía en ellas, como si evitar ser drogadas o agredidas dependiera de su prudencia.
¿Cómo hacer una campaña institucional contra la violencia sexual reforzando la cultura de la violación? Pues como ha hecho la @ComunidadMadrid: dirigiéndose a las mujeres y haciéndolas responsables de su cuidado y de lo que pueda pasar. Ni un mensaje hacia los hombres o los bares pic.twitter.com/nSn7rRhzrb
— Ana Requena Aguilar (@RequenaAguilar) September 21, 2022
En Galicia ocurrió algo similar durante el 25N de ese mismo año. La Xunta distribuyó carteles con la imagen de una mujer corriendo por la noche y el lema: “No debería pasar, pero pasa”. El mensaje era idéntico: si te pasa algo, es porque asumiste el riesgo.
Una pedagogía que no enseña
Las expertas consultadas coinciden en que el enfoque de la Comunidad de Madrid no solo es ineficaz, sino contraproducente. “Si de verdad se quiere prevenir, hay que hablar de consentimiento, de respeto y de nuevas masculinidades. No de miedo”, explica Tardón.
Mientras tanto, el Ejecutivo regional anuncia que abrirá un centro público especializado en menores expuestos a la pornografía. Una medida que podría ser útil si se acompañara de una estrategia educativa, pero que pierde sentido en el contexto de una campaña basada en la culpabilización.
La libertad no es el problema
Al final, el debate vuelve siempre al mismo punto: la libertad de las mujeres. Si una mujer decide hacerse fotos íntimas o compartirlas, está ejerciendo su autonomía. Quien comete el delito es quien las difunde sin su permiso. “El problema no es la mujer que se desnuda, sino el hombre que rompe su intimidad”, recuerdan desde los colectivos feministas.
La campaña de Ayuso no protege a las mujeres: las señala. No educa a los hombres: los exime. Y no previene la violencia: la normaliza. En una sociedad que presume de haber aprendido algo sobre igualdad, gastar un millón de euros en ese mensaje no solo es un error político. Es una vergüenza institucional.
Campaña que si funciona: La de UGT