Trump se lleva los aplausos, pero Gaza sigue destruida

Pedro Sánchez acude a la cumbre del frágil plan de paz participa en la firma del acuerdo impulsado por Trump, mientras Israel libera a los primeros presos palestinos y la reconstrucción de Gaza sigue siendo una incógnita

13 de Octubre de 2025
Actualizado a las 14:16h
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El presidente Trump pronuncia un discurso ante la Knesset (Parlamento de Israel)
El presidente Trump pronuncia un discurso ante la Knesset (Parlamento de Israel)

El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronunció este lunes un discurso triunfal ante el Parlamento israelí en el que proclamó “el final de una era de terror y el inicio de la era de la fe, la esperanza y de Dios”. En un tono mesiánico y grandilocuente, celebró el regreso de veinte rehenes y la paz alcanzada tras “años de guerra incesante y peligro infinito”, asegurando que Israel entra en “su era dorada” y que Oriente Medio vivirá “una armonía duradera”.

Trump, recibido con honores por el presidente israelí y el primer ministro Benjamin Netanyahu, abrió su intervención dando gracias “al Dios todopoderoso de Abraham, Isaac y Jacob” y afirmó que “los cielos están en calma, las armas en silencio y el sol vuelve a salir sobre una tierra santa en paz”.

Trump proclama “el amanecer de un nuevo Oriente Medio” y ensalza a Netanyahu ante el Parlamento israelí

“Esto no es solo el fin de una guerra, es el fin de una era”, declaró, arrancando aplausos entre los diputados israelíes. “Es el amanecer histórico de un nuevo Oriente Medio, y quiero agradecer a un hombre de valentía excepcional cuya alianza ha hecho posible este día: Benjamin Netanyahu”, añadió, dirigiéndose al primer ministro con su habitual apelativo de “Bibi”.

Elogios, aliados y un tono mesiánico

El exmandatario dedicó buena parte de su intervención a agradecer a las naciones árabes y musulmanas que, según él, presionaron a Hamás para liberar a los rehenes. “Este es un triunfo increíble para Israel y para el mundo: tener a tantas naciones trabajando juntas como socias por la paz”, aseguró.

Trump evocó los llamados Acuerdos de Abraham, impulsados durante su presidencia, como el modelo de convivencia regional. “Abraham suena muy bien —bromeó—. Me gusta ese nombre porque simboliza la unión”. También mencionó a su yerno Jared Kushner e incluso hizo una referencia personal a su hija Ivanka, “que se convirtió al judaísmo”, en un intento de mostrar cercanía con el pueblo israelí.

El expresidente atribuyó el éxito diplomático a su equipo y recordó cómo, en sus palabras, “resolvió ocho guerras en ocho meses” durante su primer mandato, defendiendo que su personalidad “no busca la guerra, sino resolverlas”. “Cuando uno logra que los rehenes vuelvan, se siente bien decirlo. Lo logramos porque no nos gusta la guerra”, afirmó.

Trump evocó los llamados Acuerdos de Abraham, impulsados durante su presidencia, como el modelo de convivencia regional. “Abraham suena muy bien —bromeó—. Me gusta ese nombre porque simboliza la unión”

Defensa del poder militar y crítica a sus adversarios

Trump reivindicó el papel de la fuerza militar estadounidense y destacó el armamento proporcionado a Israel: “Le dimos a Israel las mejores armas del mundo. Algunas ni siquiera las había oído nombrar, pero las hicimos porque son los mejores y las han usado muy bien”. Añadió que “la paz se consigue a través de la fuerza”, y que Estados Unidos “nunca ha tenido un ejército tan poderoso”.

"La paz se consigue a través de la fuerza"

En su tramo final, evocó el ataque del 7 de octubre, calificándolo de “la mayor crueldad contra el pueblo judío desde el Holocausto” y asegurando que “Estados Unidos lloró junto a Israel”. A su juicio, el fin del conflicto supone también una victoria moral: “Las fuerzas del caos y del terror están derrotadas, y una nueva coalición de naciones responsables emerge. Los enemigos de la civilización están en retirada”.

Con un estilo cargado de épica y religiosidad, Trump concluyó asegurando que “el amanecer ha llegado” y que Israel y Oriente Medio “tienen ahora un futuro más brillante que nunca”.

Trump busca su foto de paz en medio de los escombros

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue recibido este lunes entre aplausos ensordecedores en el Parlamento israelí. Durante varios minutos, los diputados ovacionaron al mandatario antes de su discurso sobre el alto el fuego con Hamás y la liberación de rehenes. “Un gran honor, un nuevo comienzo”, escribió Trump en el libro de honor del Knéset, en una jornada que él mismo quiso presentar como el inicio de una nueva era en Oriente Próximo.

Sin embargo, bajo la retórica del triunfo se esconden sombras difíciles de ignorar. Mientras Trump y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se felicitaban mutuamente por lo que califican como “un acuerdo histórico”, los primeros presos palestinos liberados llegaban a Ramala entre lágrimas, gritos de emoción y rostros marcados por los años de encarcelamiento. Algunos presentaban señales de golpes; otros, apenas podían caminar.

Israel ha liberado en total a dos mil prisioneros a cambio de los veinte rehenes israelíes que seguían con vida en Gaza. Una operación mediática presentada como un gesto de paz, aunque en la práctica deja un sabor amargo: Gaza sigue devastada, miles de familias continúan sin hogar y la desconfianza entre las partes es absoluta.

Pedro Sánchez se suma a la cumbre en Egipto

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, llegó a Sharm el-Sheij para participar en la ceremonia de firma del llamado plan de paz para Gaza. A la cita asisten más de treinta líderes internacionales, entre ellos Emmanuel Macron y Abdel Fattah al-Sisi, anfitrión del encuentro junto a Trump.

Fuentes de Moncloa han destacado que España acude “con esperanza, pero con los pies en la tierra”, insistiendo en que “la solución de los dos Estados es la única vía posible”. Sánchez pretende reforzar el papel de España en el marco europeo y reivindicar una posición más equilibrada frente a la narrativa impuesta por Washington y Tel Aviv.

Macron, por su parte, ha anunciado que Francia tendrá “un papel especial” en la futura gobernanza de Gaza junto al Gobierno Autónomo Palestino. Su mensaje marca distancia respecto al tono triunfalista de Trump y Netanyahu, quienes insisten en que el acuerdo “ha conseguido el apoyo de casi todo el mundo”.

Un aplauso que no borra el dolor

En Jerusalén, la ovación a Trump se prolongó durante más de quince minutos. Netanyahu lo llamó “el mejor amigo que Israel ha tenido jamás en la Casa Blanca” y agradeció su “liderazgo decisivo” para lograr el canje y el alto el fuego. Pero mientras los discursos llenaban el hemiciclo, la realidad seguía golpeando en Gaza: hospitales destruidos, miles de desplazados y una franja sin un futuro claro.

Trump busca su gran foto de paz antes de las elecciones, pero el acuerdo firmado en Egipto parece más un símbolo que una solución. La guerra no termina con discursos ni con aplausos en Jerusalén. Y aunque Pedro Sánchez y otros líderes europeos hayan acudido a firmar la paz sobre el papel, el verdadero desafío empieza ahora: devolver la vida a una Gaza que sigue, literalmente, en ruinas.

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