El secuestro de la activista española Asunción “Asun” Estriégana Martín por parte del ejército israelí en aguas internacionales el pasado 8 de octubre ha provocado una ola de indignación dentro y fuera de España. Estriégana, reconocida defensora de los derechos humanos, formaba parte de la Flotilla de la Libertad–Thousand Madleens, una misión civil que transportaba ayuda médica y alimentos rumbo a Gaza para denunciar el bloqueo ilegal impuesto por Israel. Desde entonces, permanece encarcelada en territorio israelí y en huelga de hambre desde el día siguiente a su detención.
Desde Rumbo a Gaza - Flotilla de la Libertad confirman que han firmado la deportación: Jimena González Gómez y María Teresa Arancon Cortes quienes navegaban en veleros de Thousand Madleens. También María Plata Diaz, Yacine Belkaid Ayari, con pasaporte español. Y Elisabeth di Luca, italiana residente en España.
Solo tienen confirmación de que la diputada madrileña Jimena llega hoy a Barajas. Del resto sabemos que vuelan hoy a Estambul

Una acción ilegal en alta mar
El asalto militar israelí se produjo a 120 millas náuticas de la costa de Gaza, muy lejos de la zona de exclusión y, por tanto, fuera de cualquier justificación legal. El Conscience, barco principal de la flotilla, fue abordado de madrugada por fuerzas armadas israelíes que detuvieron a los 140 tripulantes de más de 30 nacionalidades. Entre ellos, ocho españoles.
El Gobierno de Netanyahu justificó el ataque alegando que los activistas “intentaban entrar en una zona de combate” y “romper el bloqueo naval legal”. Pero el derecho marítimo internacional es tajante: Israel no tiene autoridad alguna en aguas internacionales, y su actuación constituye una violación directa de las convenciones sobre navegación y derechos humanos.
Asun, símbolo de dignidad y resistencia
Asun Estriégana no es una desconocida en la lucha por la justicia y la libertad del pueblo palestino. Desde hace más de dos décadas participa en campañas solidarias y ha intentado unirse en otras ocasiones a flotillas humanitarias bloqueadas por las autoridades israelíes o europeas. En este tercer intento, su compromiso le ha costado la libertad.
Según ha confirmado el cónsul español, Asun sigue presa sin fecha de liberación y sin haber recibido atención médica adecuada pese a su huelga de hambre. Su familia denuncia el silencio institucional y exige que España y la Unión Europea actúen con firmeza frente a esta detención arbitraria.
Algunos españoles regresan hoy, pero la misión continúa
Entre los ocho españoles detenidos se encuentran Jimena González Gómez, diputada de Más Madrid, que regresa hoy a España por motivos de salud, el bombero Charles Rodríguez Dosantos, el periodista José María Lozano Maneiro, y la psicóloga María Plata Bahamonde, entre otros. Algunos han aceptado la deportación forzosa tras días de aislamiento, malos tratos y privación de agua y medicamentos.
La diputada González llegará a Barajas esta noche, a las 22:30, en la Terminal 1, según ha confirmado su equipo. Sin embargo, otros activistas, como Asun, se han negado a firmar la deportación hasta que se garantice la libertad de todos los detenidos. Su postura es un acto de coherencia moral frente a un régimen que convierte la solidaridad en delito.
Netanyahu, fuera de la ley
El asalto al Conscience es una muestra más del desprecio del Gobierno de Netanyahu hacia el derecho internacional y los derechos humanos. No hay guerra que justifique secuestrar civiles en alta mar. Ningún Estado puede autoproclamarse juez, fiscal y verdugo de misiones humanitarias que intentan aliviar el sufrimiento de Gaza.
Las autoridades israelíes, con total impunidad, han convertido la ayuda humanitaria en un enemigo político. Mientras el mundo asiste con pasividad, Netanyahu afianza su poder mediante la represión, el miedo y la propaganda. Pero cada día que Asun continúa detenida es también un día más en que la sociedad civil internacional se levanta contra esa injusticia.
Libertad para Asun Estriégana Martín
España y Europa deben exigir su excarcelación inmediata y el fin de las detenciones ilegales de cooperantes. Ninguna razón de Estado puede justificar la violencia contra quienes defienden la vida y la dignidad humana.
Hoy, mientras algunos regresan a casa, Asun sigue encerrada por hacer lo correcto: ayudar al pueblo palestino y denunciar un bloqueo que ya ha costado miles de vidas. Su nombre se ha convertido en un grito compartido: ¡Libertad para Asun y para todas las personas secuestradas por Israel!