Noviembre suele ser un mes complicado para el mercado laboral español. Se acaba el buen tiempo, se vacían las terrazas y el turismo baja el ritmo a la espera de la campaña de Navidad. Este año no ha sido una excepción: la Seguridad Social ha perdido 14.358 afiliados respecto a octubre y se queda en 21,83 millones de personas trabajando de media en el mes. Sin embargo, a la vez el paro registrado baja en 18.805 personas y se sitúa en 2,42 millones, la cifra más baja para un mes de noviembre desde 2007, justo antes de la gran crisis financiera.
Dicho de forma sencilla: hay algo menos de gente trabajando que en octubre, pero también hay menos personas apuntadas al paro que hace un mes y muchas menos que hace un año.
Menos destrucción de empleo que otros noviembres
La pérdida de 14.358 afiliados supone un descenso muy moderado si se compara con otros noviembres recientes. En 2024, por ejemplo, se destruyeron unos 30.000 empleos en el mismo mes, más del doble. Y antes de la pandemia eran habituales caídas de más de 50.000 puestos en noviembre.
Si miramos el año completo, el panorama es claramente expansivo: en los últimos doce meses se han sumado alrededor de 522.000 afiliados a la Seguridad Social, lo que supone un crecimiento del empleo cercano al 2,5%. Es decir, pese al bache estacional de noviembre, hay más de medio millón de personas trabajando hoy que hace un año.
Además, si se eliminan los efectos de la temporada (lo que se conoce como “dato desestacionalizado”), la afiliación incluso sube en noviembre en unas 44.700 personas, hasta rozar los 21,84 millones. Eso indica que, una vez descontado el vaivén del turismo y las campañas comerciales, la economía sigue tirando del empleo.
¿Cómo es posible que baje el empleo y también baje el paro?
A primera vista puede resultar extraño que haya menos afiliados, pero también menos desempleados. La clave está en la llamada población activa: el conjunto de personas que o bien tienen trabajo o bien están buscando uno y, por tanto, figuran inscritas en las oficinas de empleo.
En noviembre ha habido personas que han salido de esas listas: algunos se han jubilado, otros han dejado de buscar trabajo, otros han optado por estudiar o cuidar a familiares y no se han apuntado al SEPE. Eso reduce el número de parados aunque se destruyan empleos. Es justo lo contrario de lo que pasó en octubre, cuando aumentó tanto el empleo como el paro porque se incorporó más gente al mercado laboral.
La hostelería se apaga, la educación y el comercio despegan
Detrás de la caída de afiliados hay un protagonista claro: la hostelería. Con el fin de la temporada alta, bares, restaurantes y hoteles prescinden de parte de su plantilla. Solo en noviembre este sector ha perdido en torno a 116.000 ocupados, más de un 7%. Es el comportamiento típico del sector cuando se acaba el tirón del verano y del otoño turístico.
En el lado contrario, otros sectores ganan empleo. La educación suma casi 30.000 afiliados en el mes, hasta lograr 1,44 millones de personas trabajando en colegios, institutos, universidades, academias o escuelas de música. El comercio añade casi 24.000 ocupados, empujado por el Black Friday y el inicio de la campaña navideña. También crecen la construcción y las actividades sanitarias, así como sectores de alto valor añadido como la información y las comunicaciones o las actividades científicas y técnicas.
Si se mira el último año completo, los sectores que más tiran del empleo son sanidad y servicios sociales, transporte y almacenamiento y construcción. No es casual: reflejan una sociedad que envejece y necesita más cuidados, un comercio cada vez más apoyado en la logística y las compras por internet, y un país en plena crisis de acceso a la vivienda que demanda obra nueva y rehabilitación.
Autónomos en máximos y empleo más estable
El número de trabajadores por cuenta propia se mantiene en cifras récord: más de 3,4 millones de autónomos, casi 39.000 más que hace un año. El crecimiento es especialmente intenso entre los profesionales de la información y la comunicación, así como en las actividades científicas y técnicas y en las sanitarias y educativas. Es decir, también entre los autónomos gana peso el trabajo más cualificado.
Otro cambio de fondo de los últimos años está en el tipo de contrato. Desde finales de 2021, con la reforma laboral, hay más de cuatro millones de afiliados con contrato indefinido y algo más de dos millones menos con contrato temporal. La temporalidad ha bajado de alrededor del 30% al entorno del 12%, con una caída aún más fuerte entre los menores de 30 años. Eso significa que, aunque no se cree empleo al mismo ritmo todos los meses, el trabajo que se genera es cada vez más estable.
Mujeres y jóvenes: avances con asignaturas pendientes
Las mujeres siguen batiendo récords de empleo: en noviembre hay algo más de 10,3 millones de afiliadas, casi 248.000 más que hace un año. Desde antes de la reforma laboral su ocupación ha crecido en torno a un 12%, algo más que la de los hombres. Sin embargo, siguen siendo minoría en el mercado laboral (aproximadamente un 47% del total), les afecta más la destrucción de empleo en noviembre y continúan habiendo más mujeres que hombres en paro: 1,47 millones frente a cerca de 959.000.
Lo positivo es que el paro femenino también baja con fuerza en noviembre y que el desempleo juvenil desciende por debajo de los 190.000 jóvenes apuntados al paro, la cifra más baja para un mes de noviembre desde que hay registros.
Un buen dato… con un gran pero europeo
Con todo, y pese a la mejora, España sigue siendo el país de la Unión Europea con mayor tasa de paro: un 10,5% según la encuesta de población activa, casi el doble de la media europea. El avance de la afiliación, la reducción de la temporalidad y el tirón de los sectores de alto valor añadido dibujan un escenario más sólido que hace una década, pero la distancia con nuestros vecinos sigue siendo grande.
En resumen: noviembre trae el habitual frenazo del empleo ligado al turismo, pero confirma que el mercado laboral español sigue creando puestos de trabajo a buen ritmo, con más estabilidad y más peso de los sectores cualificados. La cuestión pendiente es si este avance será suficiente para acercarnos, de una vez, a los niveles de paro del resto de Europa.