El presidente del BBVA, Carlos Torres, ha sido tajante: el fracaso de la oferta pública de adquisición (opa) lanzada sobre el Banco Sabadell no le hará abandonar su cargo. Tampoco lo hará el consejero delegado, Onur Genç, con quien ha defendido la operación durante los últimos 17 meses. Ambos se mantienen firmes y aseguran que el BBVA “está en su mejor momento histórico” y que recompensarán a los accionistas con más dividendos y recompras de acciones.
Durante la rueda de prensa posterior al cierre de la opa, la cúpula del banco habló casi en tono de funeral. La “oportunidad perdida”, como la calificaron repetidamente, no ha generado autocrítica alguna: “Volveríamos a hacer lo mismo”, dijo Torres, justificando cada paso por la información que tenían en aquel momento. El presidente incluso llamó la noche anterior al presidente del Sabadell, Josep Oliu, para desearle suerte “en su nueva etapa en solitario”.
“No es una razón para dimitir”
Con un tono sereno pero firme, Torres insistió en que su continuidad no depende de este revés. “Mi continuidad en el banco no responde a este proceso. No es una razón para dimitir”, afirmó. Recordó además que tanto él como Genç fueron renovados en sus cargos por otros cuatro años durante la última junta de accionistas, y que ambos cuentan con el respaldo del consejo de administración.
“Hay que juzgarnos por los resultados”, subrayó Torres, recordando que el banco obtuvo 10.000 millones de euros de beneficio en 2024, una cifra récord en la historia de la entidad. En su opinión, eso demuestra que el BBVA “está en una trayectoria excelente”.
Respecto a las causas del fracaso, el presidente evitó profundizar, aunque apuntó a varios factores. Uno de ellos fue la “expectativa infundada” de que habría una segunda opa con mejores condiciones, lo que habría frenado la adhesión de algunos inversores. También señaló la influencia de la oposición del consejo del Sabadell, que habría calado entre los pequeños accionistas, más del 40% del capital.
Torres destacó que los minoristas con acciones del Sabadell depositadas en el BBVA aceptaron la oferta en más del 50%, aunque reconoció que su peso era reducido dentro del capital total. En cambio, lamentó el bajo apoyo de los fondos indexados, que solo acudieron parcialmente a la operación.
El mercado reacciona con fuerza
Pese al fracaso, la Bolsa ha premiado al BBVA. Sus acciones se dispararon más de un 7%, la mayor subida en cinco años, mientras que las del Sabadell se hundieron un 6,5%. Los analistas interpretan que los inversores celebran que el banco vasco destine ahora su capital a retribuir al accionista, en lugar de embarcarse en una fusión incierta.
Según la firma Jefferies, el resultado ha invertido la lectura del mercado: “Si la opa era una apuesta estratégica a largo plazo pero un lastre a corto, ahora ocurre lo contrario: se elimina la incertidumbre y se refuerza el valor inmediato para el accionista”.
También desde RBC se considera que el episodio ha sido “una distracción importante” para la dirección del banco, pero que la generosa política de dividendos puede compensar a los inversores. En la misma línea, Citi subraya que el repunte del BBVA responde a la “eliminación de la incertidumbre” y a la posibilidad de usar inteligentemente el capital liberado.
El propio banco ya ha anunciado que retomará la recompra de acciones por 1.000 millones de euros, congelada durante la opa, y que prepara otra de “tamaño significativo”. Además, abonará un dividendo en noviembre y mantiene el compromiso de distribuir 36.000 millones hasta 2028, de los cuales 13.000 millones llegarán a corto plazo.
Un nuevo rumbo sin fusiones
Torres y Genç insistieron en que no planean nuevas operaciones corporativas ni ajustes de plantilla. Su prioridad, dijeron, será el crecimiento orgánico y consolidar la expansión internacional, con México y Turquía como mercados clave. Negaron que el intento de absorber el Sabadell tuviera como objetivo reforzar el peso del negocio en España.
“El BBVA está más fuerte que nunca. Tenemos una posición de capital sólida, una rentabilidad récord y un modelo de negocio sostenible”, resumió Torres.
El presidente también quiso despejar cualquier sombra sobre su liderazgo. “Seguimos al frente, comprometidos con el plan estratégico y con los accionistas”, declaró, intentando cerrar el capítulo de la opa fallida con una imagen de estabilidad y continuidad.
“Una fiesta” en Sabadell
En el otro lado, el tono era muy distinto. El consejero delegado del Banco Sabadell, César González-Bueno, se mostró exultante en una entrevista en Onda Cero: “Ha sido una fiesta en el banco”. Aseguró que el resultado, con solo un 25,47% de aceptación, “ha sorprendido muy favorablemente”.
“Esperábamos que la opa no prosperara, pero pensábamos que se quedaría más cerca del 30%. Este resultado confirma que somos un gran proyecto en solitario”, explicó. También bromeó con que no habrá “represalias” para el empresario mexicano David Martínez, tercer accionista del Sabadell y uno de los pocos que apoyó públicamente la operación.
González-Bueno recalcó que el desenlace “avala la fortaleza y la independencia del banco catalán” y que la plantilla vive el momento con “gran satisfacción”.
Una lección de mercado
El episodio deja, según los expertos, una enseñanza clara: sin el apoyo del consejo de administración del banco objetivo, una opa hostil tiene pocas posibilidades de éxito. La historia se repite para el BBVA, que ya intentó sin éxito absorber al Sabadell años atrás.
Ahora, con las cartas sobre la mesa, Torres confía en que el mercado reconozca la solidez de su entidad. La banca española, sin embargo, observa el episodio con prudencia: el sueño de la gran fusión vuelve a quedar aparcado.
Mientras tanto, el BBVA se aferra a sus cifras récord y el Sabadell celebra su independencia. Dos visiones opuestas de un mismo desenlace: una derrota financiera que el mercado ha convertido, paradójicamente, en un impulso para quien la sufrió.