La operación bancaria más ambiciosa del año oPS ha terminado en fracaso para el BBVA. La entidad presidida por Carlos Torres ha reconocido que su oferta pública de adquisición (opa) sobre el Banco Sabadell ha sido rechazada por tres de cada cuatro accionistas. Con apenas un 25,33% de aceptación, el banco no alcanza el umbral mínimo del 30% necesario para seguir adelante, tal y como confirmó la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
El resultado supone un golpe directo a las aspiraciones del BBVA y una victoria clara para el Sabadell, que consigue mantener su independencia tras casi año y medio de tensión, negociaciones frustradas y presiones políticas.
Una sorpresa en los mercados
La noticia ha sacudido al mundo financiero. Las apuestas apuntaban a que el BBVA lograría entre un 30% y un 50% del capital del Sabadell, pero finalmente no ha sido así. La propia CNMV confirmó en un comunicado que “la oferta pública ha tenido resultado negativo al no haberse alcanzado el límite mínimo fijado por el oferente para la validez de la misma”.
El BBVA anunció que la operación “queda sin efecto” y que todas las aceptaciones quedarán sin validez inmediata, corriendo la entidad con los gastos ocasionados.
Fuentes del banco reconocen que el resultado “no es el esperado”, aunque apuntan que la expectativa de una segunda opa a un precio más alto pudo influir en el rechazo de los accionistas. “Es una oportunidad perdida, pero pasamos página y miramos al futuro”, afirman desde la entidad vasca.
El Sabadell resiste y sale reforzado
En el otro lado, el presidente del Sabadell, Josep Oliu, y su consejero delegado, César González-Bueno, salen fortalecidos. Ambos defendieron durante meses que el banco catalán “vale más en solitario” que con la oferta del BBVA, que proponía una acción del banco vasco por cada 4,83 del Sabadell.
El equipo directivo contó con el apoyo de asesores de peso —Goldman Sachs, Morgan Stanley y Evercore— y logró mantener a raya tanto a los fondos internacionales como a los pequeños inversores. De hecho, los accionistas minoristas, muchos de ellos clientes del banco, apenas aportaron un 1,1% del capital a la oferta.
El apoyo del Gobierno también fue determinante. El Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, que impuso condiciones para garantizar la autonomía del Sabadell durante al menos tres años, celebró el resultado y destacó la “impecable actuación de todos los supervisores y autoridades implicadas”.
El BBVA cambia de rumbo
Tras el revés, el BBVA ha anunciado que acelerará su plan de retribución al accionista y que retomará de inmediato el programa de recompra de acciones de 1.000 millones de euros. Además, prevé pagar en noviembre el mayor dividendo a cuenta de su historia: 0,32 euros por acción, lo que equivale a unos 1.800 millones de euros.
El presidente del banco, Carlos Torres, ha intentado transmitir optimismo en un mensaje a los inversores:
“Quiero agradecer a los accionistas del Sabadell que nos apoyaron, a los del BBVA por su confianza constante y al equipo por su gran trabajo. Miramos al futuro con confianza y entusiasmo”, señaló.
El consejo de administración del BBVA ha ratificado por unanimidad su compromiso con el nuevo plan estratégico 2025-2028, que incluye una rentabilidad media del 22% y una mejora de la eficiencia hasta el 35%. La entidad calcula que repartirá 36.000 millones de euros entre sus accionistas hasta 2028.
Un pulso con ecos políticos y territoriales
El intento del BBVA no ha sido solo una maniobra financiera. Detrás de la opa se escondía un choque de poder y de identidad territorial entre dos bancos con raíces muy distintas: el vasco BBVA y el catalán Sabadell. El primero buscaba reforzar su peso en el mercado español y aumentar su escala internacional; el segundo defendía su independencia como símbolo de resistencia y estabilidad.
Durante los 17 meses que ha durado el pulso, el Gobierno español y las grandes empresas catalanas se posicionaron del lado del Sabadell. Incluso se llegó a advertir del riesgo de concentración bancaria y pérdida de competencia si prosperaba la fusión.
El desenlace ha dejado al BBVA sin margen de maniobra: la ley le impide lanzar una nueva oferta al menos en un año.
David vence a Goliat
El fracaso del BBVA en su opa hostil sobre el Sabadell marca un hito en la banca española. Lejos de la fusión que muchos daban por segura, el resultado refuerza al Sabadell como banco independiente, consolidando su posición en Cataluña y ganando prestigio en los mercados.
Mientras tanto, el BBVA intenta recomponer su imagen y demostrar que su crecimiento puede continuar sin necesidad de grandes adquisiciones. La batalla empresarial ha terminado, pero su desenlace redefine el mapa financiero español: David ha vuelto a vencer a Goliat.