El misterio del robo del Louvre: siete detenidos y un botín aún invisible

La policía francesa amplía las detenciones por el asalto que dejó sin joyas a la galería Apolo, mientras los investigadores rastrean el mercado negro para recuperar piezas valoradas en 88 millones de euros

30 de Octubre de 2025
Actualizado el 31 de octubre
Guardar
Lugar por donde entraron los ladrones en el Museo del Louvre
Lugar por donde entraron los ladrones en el Museo del Louvre 

La policía francesa ha detenido a otras cinco personas en relación con el espectacular robo de las joyas de Napoleón en el Museo del Louvre, ocurrido el pasado 19 de octubre. Con estos nuevos arrestos, el número de sospechosos bajo custodia asciende a siete. Sin embargo, las joyas siguen desaparecidas. Los investigadores no descartan que puedan haber sido ya sacadas del país o utilizadas como moneda de cambio en redes de crimen organizado.

Las detenciones se produjeron la noche del miércoles en París y en el departamento de Seine-Saint-Denis, según confirmó la fiscal de la capital, Laure Beccuau, en una entrevista radiofónica. La Brigada de Represión del Banditismo (BRB), una unidad especializada en robos de alto perfil, ha liderado la investigación desde el primer día.

Beccuau explicó que uno de los detenidos era “uno de los objetivos principales” de la policía, ya que su ADN había sido hallado en la escena del crimen. Los otros arrestados, según la fiscal, son personas que “podrían aportar información relevante sobre el desarrollo de los hechos”. Entre los objetos incautados durante los registros hay varios teléfonos móviles que, tras ser analizados, han permitido a los agentes acceder a comunicaciones encriptadas utilizadas para planificar el golpe.


Un robo de película

El robo en el Louvre, cometido a plena luz del día, duró apenas siete minutos. Los ladrones entraron por una ventana lateral de la galería Apolo, una de las más visitadas del museo, utilizando herramientas simples como radiales y cortadores de vidrio. En ese breve intervalo de tiempo lograron sustraer un conjunto de joyas de valor incalculable: 8.700 diamantes, 34 zafiros, 38 esmeraldas y más de 200 perlas. Entre ellas figuraban el diadema de Eugenia de Montijo, adornado con cerca de 2.000 diamantes, y un collar de zafiros que perteneció a Marie-Amélie, última reina de Francia, y a Hortense de Beauharnais, madre de Napoleón III.

Las imágenes de la cámara de seguridad no detectaron a tiempo la irrupción de los ladrones, lo que ha generado una fuerte polémica sobre las deficiencias en la seguridad del museo más visitado del mundo.

La directora del Louvre, Laurence des Cars, compareció ante el Senado francés y reconoció “errores graves” en el sistema de vigilancia. “Es una herida inmensa. Hemos fracasado”, admitió. Aseguró que había advertido previamente sobre el deterioro de las infraestructuras y pidió la creación de una comisaría policial permanente dentro del museo.

Mientras tanto, algunas de las piezas más valiosas del Louvre han sido trasladadas al Banco de Francia, donde se guardan las reservas de oro del país a 27 metros bajo tierra. Una medida excepcional que refleja el impacto emocional y patrimonial que ha causado el robo.

El mapa del mercado negro, bajo lupa policial

Aunque el botín podría alcanzar los 88 millones de euros, venderlo es prácticamente imposible. Las joyas robadas están catalogadas, documentadas y ampliamente fotografiadas, lo que impide su comercialización en el mercado legal del arte.

Por ello, la policía baraja la posibilidad de que los ladrones planeen desmontar o fundir las piezas para borrar su rastro, o usarlas como medio de pago en redes criminales. La fiscal Beccuau ha advertido de que quienes las conserven o intenten colocarlas en circuitos clandestinos se enfrentarán a cargos por receptación de bienes robados, un delito grave en Francia. También ha dejado claro que la cooperación con la investigación puede traducirse en atenuación de las penas.

Además, el Oficina Central de Lucha contra el Tráfico de Bienes Culturales, un cuerpo especializado en arte robado, se ha incorporado a las pesquisas. Su misión consiste en rastrear tanto los mercados legales como los paralelos de objetos de lujo y antigüedades.

Seguridad en los museos: el fallo que venía de lejos

El robo ha reabierto un viejo debate sobre la falta de inversión en seguridad en las instituciones culturales francesas. Un informe preliminar del Tribunal de Cuentas señala que el Louvre ha reducido drásticamente su presupuesto en vigilancia durante las dos últimas décadas. Según ese documento, el gasto en seguridad en 2024 fue muy inferior al de hace veinte años, y la infraestructura tecnológica del museo presenta “una deficiente jerarquización de prioridades”.

Las críticas han obligado al Ministerio de Cultura a prometer una revisión integral de los protocolos de seguridad en los grandes museos del país, incluido el Museo d’Orsay y el Centro Pompidou.

Panorama judicial y posibilidades de recuperación

A pesar de las dificultades, la fiscal de París mantiene el optimismo: “Mi papel no es preocuparme, sino mantener la determinación. Y la determinación de los investigadores es total”.

Los siete detenidos —cinco arrestados este miércoles y dos el pasado fin de semana— están acusados de robo en banda organizada y asociación de malhechores con fines criminales, delitos que podrían suponer penas de hasta 25 años de prisión.

La posibilidad de que las joyas sean recuperadas aún existe. Es plausible que estén escondidas y que algunos implicados decidan devolverlas para reducir su condena. Entre tanto, frente a la fachada del Louvre, los turistas siguen fotografiando la ventana rota de la galería Apolo, convertida ya en símbolo del mayor robo de arte en Europa en lo que va de siglo.

El caso que trasciende la crónica

El robo del Louvre es más que una crónica policial. Cruza arte, codicia y errores de seguridad en una de las instituciones culturales más prestigiosas del mundo. Francia confía en que las joyas de su historia no se pierdan en la oscuridad del mercado negro, sino que regresen —intactas— al lugar que les corresponde: el corazón del arte universal.

 

Lo + leído