El busto que mira al futuro: Málaga redescubre a Picasso entre memoria y deseo

Un centenar de piezas —con préstamos del MoMA y diálogos con Dalí, Lorca, Magritte o De Chirico— sitúan al artista en el vértigo de los años veinte y en la forja del sujeto moderno

16 de Noviembre de 2025
Actualizado el 17 de noviembre
Guardar
Vista de una de las salas de la exposición © Museo Picasso Málaga
Vista de una de las salas de la exposición © Museo Picasso Málaga

Málaga vuelve a mirar a Picasso desde un ángulo poco transitado: no el mito encerrado en su biografía, sino el creador que utiliza las imágenes como laboratorio para pensar el tiempo, el yo y la modernidad. El Museo Picasso Málaga inaugura Picasso. Memoria y deseo, un proyecto patrocinado por Fundación Unicaja y comisariado por Eugenio Carmona, que toma como eje Estudio con cabeza de yeso (1925) para articular un relato sobre cómo los símbolos clásicos se reactivan en el presente y cómo la subjetividad se quiebra, se multiplica y se desea a sí misma. La muestra, abierta hasta el 12 de abril de 2026, reúne más de un centenar de obras y convoca a algunos de los nombres que reescribieron el siglo xx: De Chirico, Léger, Cocteau, Man Ray, Magritte, Juan Gris, Dora Maar, entre otros. También incorpora la resonancia que Dalí y Federico García Lorca encontraron en esa pintura axial del malagueño.

Pablo-Picasso-(1881---1973).-Estudio-con-cabeza-de-yeso
Pablo-Picasso-(1881---1973).-Estudio-con-cabeza-de-yeso

Un pivote en 1925: el taller como campo de fuerzas

En el verano de 1925, Picasso tenía 45 años y una posición ya consolidada, pero su pintura entró en una fase de turbulencia fértil. Estudio con cabeza de yeso, hoy en la colección del MoMA y núcleo de esta exposición, funciona como un “teatro” silencioso: un busto antiguo que no se limita a citarnos al pasado, sino que irrumpe en la tela descolocando las coordenadas. La sombra se emancipa, el perfil se fractura, la mirada se vuelve incisiva. Ese busto —con ecos de la formación académica y de la figura paterna— se convierte en un emblema movedizo, una pieza que arrastra memoria y a la vez empuja el deseo de forma, de vida y de sentido.

La tesis curatorial no se refugia en el fetiche de una obra maestra, sino que expande su campo magnético: alrededor del lienzo, el visitante reconoce estrategias, respuestas y fricciones de una época que dejó de concebir el tiempo como línea recta. Pasado, presente y expectativa se superponen; el sujeto ya no es una voz única, sino un coral de identidades en tensión.

Salvador Dalí
Salvador Dalí

Ecos: de Dalí y Lorca a Magritte

Uno de los capítulos más atractivos del recorrido aborda las apropiaciones juveniles que Dalí y Lorca realizaron tras descubrir la pieza de Picasso en revistas y círculos de la vanguardia. Dalí desplaza el busto hacia un imaginario de martirio y devoción, preñado de ironía y conflicto, mientras Lorca explora el desdoblamiento del rostro y la sombra para pensar el amor, el deseo y la herida de la identidad. Ambos trabajan en diálogo —y a veces en desafío— con Picasso, y la exposición pone esas correspondencias en primer plano, sin anécdota ni solemnidad.

A esa constelación se suman Magritte, que convertirá el busto en un motivo persistente asociado a memoria, femineidad y trauma, y Giorgio de Chirico, cuya arquitectura metafísica ya había sembrado maniquíes y figuras inertes en espacios suspendidos. Léger aporta el pulso maquinista y el perfil neto, y Cocteau entrelaza mito y autorrepresentación, mostrando que el Orfeo moderno vive entre el amor, la muerte y la creación. Lejos de una lista de nombres, estas presencias funcionan aquí como respuesta coral a la pregunta que plantea el cuadro: ¿qué nos hacen las imágenes cuando cambian los tiempos?

La ciudad como escenario onírico

El discurso no se limita a la pintura. Man Ray, Brassaï, Kertész o Dora Maar llevan el cuestionamiento al terreno fotográfico: sombras que adquieren entidad propia, maniquíes que invaden el espacio urbano como esculturas involuntarias, talleres convertidos en escenarios donde lo clásico se reformula. La muestra subraya cómo estas imágenes desdibujan las fronteras entre lo cotidiano y lo artístico y, de paso, desajustan los códigos de género.

En esa línea, Eileen Agar y Claude Cahun resultan fundamentales. Agar invierte la dirección de la mirada que el surrealismo asignaba a las mujeres, y Cahun, en colaboración con Marcel Moore, despliega un doble autorretrato hoy leído como pionero en la reflexión sobre identidades transgénero. Nada de forzar el presente hacia el pasado: lo que se ve en sala es la materialidad histórica de esos ensayos sobre el yo, la máscara y el deseo, mucho antes de que el debate contemporáneo les pusiera etiquetas.

Constelaciones

La exposición reserva un espacio inmersivo para las “constelaciones” que Picasso dibujó en 1924: puntos y líneas que sugieren guitarras y mandolinas, una música de tinta que, años después, se trasladó a madera para ilustrar La obra maestra desconocida de Honoré de Balzac. Aquí, mientras se recorren los cuadernos y aguafuertes vinculados a esa publicación (con trabajos entre 1927 y 1931), la voz del barítono malagueño Carlos Álvarez declama pasajes del relato en varios idiomas. La instalación no es un adorno: pone en fricción palabra e imagen y plantea la cuestión balzaquiana —¿qué ocurre cuando la ambición de la obra total se vuelve incomprensible?— en diálogo directo con el experimento picassiano del busto.

Eileen Agar El ángel de la misericordia
Eileen Agar El ángel de la misericordia

una geografía de ida y vuelta

Junto al MoMA, instituciones y colecciones de Europa y Estados Unidos han cedido obras que rara vez se han visto juntas en Andalucía. El espectro va de museos nacionales a fondos especializados y archivos fotográficos, lo que permite conectar el Picasso malagueño con los circuitos que lo convirtieron en referencia internacional. Ese tráfico de miradas —Málaga–París–Nueva York y vuelta— late en cada sala: la modernidad no surge en un punto, sino en las rutas que los artistas trazan con sus préstamos, publicaciones, viajes y correspondencias.

El hilo tenso entre memoria y deseo

El mérito del proyecto radica en que no petrifica el clasicismo ni lo usa como escapatoria decorativa: lo reabre. El busto no es una reliquia, sino una bisagra: por un lado, memoria (la academia, el padre, los inicios); por otro, deseo (la voluntad de vivir, de crear, de tocar el futuro). En ese choque, la exposición dice algo que excede al caso Picasso: la modernidad no es un catálogo de estilos, es una ética de la atención. Observar lo heredado sin rendición, intervenirlo sin soberbia, aceptar que el yo se construye a golpes de sombra y que el tiempo se pliega.

Lejos de la liturgia del aniversario perpetuo, “Picasso. Memoria y deseo” resulta pertinente en 2025 porque retrata una década de paradojas: emancipaciones y regresiones, euforia tecnológica y amenaza autoritaria, expansión cultural y miedo. Los años veinte del siglo pasado no fueron tan felices; los nuestros tampoco se parecen a la postal. El museo propone una pedagogía del matiz: mirar las imágenes como hipótesis sobre lo que somos y sobre lo que está por venir. En el trayecto, el visitante reconoce una inquietud familiar: el mundo cambia de ritmo, y las formas del arte aprenden a respirar en esa alteración.

Una experiencia cuidada

Más allá del guion, el diseño expositivo acompasa el relato. Las salas envuelven la mirada en una atmósfera contenida, que hace legible el diálogo entre obras sin perder su tensión. La pieza del MoMA se sitúa como faro, pero nunca eclipsa: convoca. Las cartelas y textos evitan la jerga y exploran conexiones sin dictar conclusiones. El público sale con pistas y con preguntas, que es, al fin y al cabo, lo que cabe pedirle a una gran exposición.

Información práctica

La muestra puede visitarse en el Museo Picasso Málaga desde el 14 de noviembre de 2025 hasta el 12 de abril de 2026. Está patrocinada por Fundación Unicaja y reúne más de cien obras entre pinturas, dibujos, fotografías, estampas e instalaciones sonoras. Para quienes se acerquen con prisa, la ruta mínima podría ser: el encuentro con Estudio con cabeza de yeso, el nudo Dalí–Lorca, el corredor de las “constelaciones” y Balzac, y el ámbito fotográfico donde la ciudad y el taller se mezclan con maniquíes y sombras. Para quienes dispongan de tiempo, cada cruce ofrece una bifurcación enriquecedora.

Veredicto: una propuesta ambiciosa y clara, que devuelve a Picasso al foro de las ideas sin renunciar a la emoción de la mirada. Memoria para comprender de dónde viene la imagen; Deseo para intuir hacia dónde puede ir. Málaga, de nuevo, como punto de partida.

 

Lo + leído