Junts ha retirado su apoyo parlamentario al PSOE debido al incumplimiento del Acuerdo de Bruselas, lo que pone en riesgo la estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez y reconfigura el tablero político tanto en España como en Cataluña. La decisión se sustenta en el malestar acumulado por el incumplimiento de los pactos de Bélgica, firmados en 2023 para facilitar la investidura de Pedro Sánchez. Eran otros tiempos, Santos Cerdán era un interlocutor con el que Junts se sentía cómodo (hoy el secretario de Organización socialista está en prisión por el caso Koldo); y la ley de amnistía creaba un ambiente propicio para sentar las bases del diálogo con el independentismo (hoy esa amnistía forma parte del pasado y Junts mira al futuro).
Según Carles Puigdemont, líder de la formación exconvergente, a partir de ahora su partido pasará a “ejercer oposición” al actual Gobierno que preside Pedro Sánchez. La ejecutiva de JxCat decidió ayer retirar el acuerdo parlamentario al considerar que “no hay voluntad política” por parte de los socialistas de “ejecutar los acuerdos en tiempo y forma”. ¿Pero qué tipo de acuerdos son esos? Sustancialmente, la oficialidad del catalán en la Unión Europea; la tramitación de la ley de amnistía; y el impulso al diálogo general sobre el conflicto político catalán, con la posibilidad de un referéndum de autodeterminación en el horizonte.
“El PSOE ha considerado que sus tiempos y ritmos eran los únicos válidos. El PSOE ha estado ignorando su debilidad parlamentaria y ha menospreciado los avisos y las señales que hemos ido avisando en estos 22 meses de trabajo y 19 encuentros en Suiza. No ayudaremos a este Gobierno ni a ningún otro que no ayude a Cataluña”, aseguró, desde su sede Perpiñán, un Puigdemont más radical y contundente que nunca. Ahora bien, ¿estamos ante un órdago en toda regla al Gobierno de Madrid o está jugando Puigdemont al postureo? Las encuestas que maneja Junts no son nada halagüeñas. Si al PP le está comiendo el terreno electoral Vox, a Junts se lo está robando Aliança Catalana, el Vox catalán que apuesta por la independencia y por políticas abiertamente xenófobas contra la inmigración. Los nacionalismos, tanto el español como el catalán, se están merendando a la derecha supuestamente moderada y convencional. El miedo al sorpasso está en la médula de la decisión de Junts de romper los pactos de gobernabilidad con el PSOE. La idea de ir de la mano de un partido socialdemocráta cuando soplan aires ultraderechistas en toda Europa ha terminado por convencer al honorable de que era mejor poner fin al idilio con los socialistas.
Mayoría en peligro
La consecuencia inmediata para el partido socialista es evidente: la posible pérdida de mayoría parlamentaria. Junts aporta siete escaños clave. Sin ellos, el Gobierno de coalición queda en franca minoría y depende de pactos puntuales para aprobar leyes. Además, el bloqueo legislativo que practican PP y Vox será más fácil a partir de ahora. Junts ha anunciado que no apoyará ninguna iniciativa del Ejecutivo, lo que podría paralizar reformas legislativas que están en la hoja de ruta del socialismo. Es decir, entramos en un momento de mayor inestabilidad gubernamental, ya que el PSOE deberá buscar apoyos alternativos, como ERC, PNV o incluso pactos puntuales con partidos minoritarios.
Al contrario, Carles Puigdemont, a sabiendas o por omisión, fortalece a la derecha española, sobre todo al PP como primer partido de la oposición. El Partido Popular observa con expectativa, ya que la debilidad del Gobierno podría abrirle espacio para presionar en su machacona petición de elecciones anticipadas. La reconfiguración del bloque de investidura está en juego y la ruptura de Junts podría provocar una fragmentación del bloque progresista y dificultar la gobernabilidad. Falta por saber cuál será el siguiente movimiento de Esquerra. Cuando un partido indepe rompe con Madrid, quedarse atrás puede ser un mal negocio para los demás. Rufián ya estudia la siguiente jugada.
Liderazgo
Algunos analistas consideran que esta decisión reafirma el liderazgo de Puigdemont. La ruptura podría ser aprovechada por Junts para movilizar a sus bases, presentándose como el único partido que “no se pliega” ante Sánchez. Sin embargo, ese efecto está por ver. Copiar a Aliança, al igual que el PP copia las formas antisistema de Vox, no parece una decisión acertada. Buena parte del independentismo puede no llegar a entender que un partido catalanista apoye, aunque sea de rebote, a la extrema derecha española empeñada en recortar derechos a la autonomía catalana.
De momento, Junts se desmarca de la estrategia mucho más pragmática de Esquerra Republicana, lo que podría polarizar aún más el espacio independentista. Esto puede tener impacto en las urnas. Lo único cierto es que la retirada de apoyo de Junts al PSOE marca un punto de inflexión en la legislatura. Más allá del ruido político, representa una fractura en el bloque que permitió la investidura de Sánchez y reabre el debate sobre cómo gestionar el conflicto catalán. Las próximas semanas serán clave para saber si esta ruptura es definitiva o si se abre una nueva fase de negociación. El PSOE (que tiene su primera prueba fuego en unos Presupuestos Generales del Estado que probablemente no podrá sacar adelante ante el no de Junts) ya ha manifestado su intención de seguir con la “mano tendida” para retomar las conversaciones con Puigdemont. España huele a elecciones anticipadas, pero Sánchez aún no ha dicho su última palabra. De hecho, insiste en que se agotará la legislatura hasta 2027. Puro manual de resistencia.
