Feijóo busca el voto femenino con guantes de boxeo

El líder del PP activa una estrategia agresiva para captar electores jóvenes y mujeres, pero el envoltorio social no logra disimular el fondo conservador de su propuesta. El estilo no camufla el contenido

22 de Septiembre de 2025
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Feijóo busca el voto femenino con guantes de boxeo

En plena rentrée política, Alberto Núñez Feijóo intenta recomponer su discurso y ampliar su base electoral apelando a dos grupos tradicionalmente reacios a sus siglas: los jóvenes y las mujeres. Con guiños de TikTok y una retórica endurecida sobre igualdad, vivienda o prostitución, el líder del PP intenta presentar una versión modernizada de su partido. Pero ni la coreografía ni los algoritmos bastan para tapar una estructura ideológica que, en lo esencial, sigue mirando más al pasado que al presente.

Un feminismo impostado que no resiste el contraste

El giro estratégico hacia el voto femenino no se acompaña de un cambio real en la política del PP hacia las mujeres. Al contrario, el intento de capitalizar los fallos técnicos en dispositivos antimaltrato para pedir dimisiones en Igualdad se convierte en un ejercicio de oportunismo político que omite deliberadamente el contexto: un sistema judicial aún lastrado por sesgos estructurales y años de desinversión en prevención y protección.

Feijóo insiste en cargar contra la ministra de Igualdad y contra la ley del “sí es sí”, con la que ha hecho bandera de ataque. Pero ni su partido ha propuesto una alternativa seria en materia legislativa ni ha demostrado compromiso alguno con el blindaje de derechos que garanticen la autonomía y la seguridad de las mujeres. La supuesta preocupación del PP por las víctimas desaparece cuando se trata de hablar de recortes, de violencia institucional o del papel de los medios en la revictimización.

Resulta difícil convencer con un discurso de igualdad mientras se sostiene un marco político que se niega a reconocer la existencia de la violencia estructural, que criminaliza la migración femenina y que blanquea los discursos negacionistas que se escuchan con naturalidad en algunas de sus alianzas territoriales.

Mensajes reciclados para una juventud que ya no compra humo

El nuevo objetivo del PP es también el voto joven, con especial atención al desencanto que ha empezado a extenderse en sectores precarizados que no se identifican con la política institucional. Feijóo ha decidido competir en ese campo apelando a dos frentes: más presencia en redes sociales y más promesas de acceso a la vivienda. Ni uno ni otro parece bastar.

La estrategia digital, basada en vídeos virales y consignas recicladas de otros líderes de la derecha populista, no consigue más que amplificar una imagen de falta de autenticidad. La juventud hiperconectada, acostumbrada a leer más allá del titular, detecta rápidamente cuándo el contenido no tiene sustancia. De momento, el crecimiento de otras fuerzas en ese segmento revela que el mensaje del PP no está calando.

En cuanto a la vivienda, el partido se limita a anunciar planes de ahorro fiscal y deducciones que, como ya se ha demostrado en gobiernos autonómicos, tienen un alcance limitado y favorecen a las rentas medias-altas. Nada que garantice un parque público de alquiler, ni control de precios, ni intervención real sobre un mercado que sigue expulsando a jóvenes, familias y personas vulnerables de los centros urbanos.

El problema no es el tono, es el modelo

El viraje táctico del PP en busca de nuevos votantes no es tanto una renovación como una maniobra de maquillaje. El mensaje se ha barnizado, pero la lógica de fondo sigue siendo la misma: recortar derechos con la promesa de eficacia, responsabilizar al Estado del fracaso individual y convertir la política en un duelo de titulares.

Lo que Feijóo ofrece no es una alternativa, sino una reconfiguración estética del mismo marco político que ha sido incapaz de abordar con seriedad los desafíos estructurales del país: desde la igualdad de género hasta el acceso a la vivienda, desde la precariedad laboral hasta la crisis climática.

La ironía es que en su intento de parecer menos previsible, Feijóo se ha vuelto aún más transparente. Y cada nuevo gesto pensado para sumar, termina revelando lo que no puede esconderse: la falta de proyecto transformador detrás de la estrategia electoral.

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