Cuando la oposición no encuentra su sitio

El líder del PP propuso citar a Sánchez en la comisión del Senado, acusó de “estar tan pringado como ellos” y fue respondido con un seco “Ánimo, Alberto”. Un diálogo con más gestos que contenido

09 de Octubre de 2025
Actualizado a las 10:27h
Guardar
Cuando la oposición no encuentra su sitio

Ayer, el Congreso fue escenario de una escena política con pocas fisuras y muchos signos de desgaste. Feijóo acumuló acusaciones sobre corrupción, desplegó un ultimátum a Sánchez y escuchó una réplica lapidaria. Su táctica, basada en el espectáculo del enfrentamiento, quedó a merced del contraste: muchas palabras, pocos hechos nuevos.

La embestida teatral

Feijóo dedicó buena parte de su intervención a denunciar lo que llamó “indignidad” en el entorno del Gobierno y reivindicó que citará a Sánchez a la comisión del ‘caso Koldo’ del Senado. Lo hizo con énfasis y con un tono de apremio: “Usted está tan pringado como ellos”, afirmó, señalando que el presidente no puede eludir responsabilidades.

Pero el aire del hemiciclo estaba cargado de escepticismo. Las acusaciones sonaron más a rosario de reproches que a proposición política. No aportó pruebas nuevas de peso, ni adelantó un mecanismo firme para que esa comisión no se quedara en otra citación con ecos mediáticos. El espectáculo funcionó para su audiencia, pero el Congreso exigió sustancia.

El “Ánimo, Alberto” que desmonta el decorado

Cuando Sánchez respondió con un escueto “Ánimo, Alberto”, algo más que palabras se rompió en el relato del líder de la oposición. La frase, simple y cargada de doblez, fue recibida con risas contenidas y apuntes de incredulidad entre los diputados.

Ese “ánimo” no fue paternalismo: fue un zarpazo. Fue el gesto que puso en evidencia que la teatralidad de Feijóo no intimidaba; más bien, lo dejaba aislado en su propia trinchera. Mientras el PP buscaba escenificar superioridad moral, el Gobierno devolvía con contención la dinámica.

El desgaste de la épica vacía

Cuando un político elige el camino del enfrentamiento puro, se arriesga a que el auditorio note qué tan huecas quedan las acusaciones. Feijóo apostó por insistir en que Sánchez debe dar explicaciones urgentes, por articular un relato de corrupción persistente; sin embargo, tanto en el turno como en el contraste parlamentario, le faltaron datos que sostengan esa narrativa sin fragmentos de espectáculo.

No es que esté mal acusar: es que hay que tener qué acusar. Y cuando lo que se acusa ya ha sido objeto de diligencias, audiencias y debates públicos, elevar un discurso trillado se vuelve profético del propio agotamiento político.

Feijóo intentó hacer historia en el Congreso. Se quedó haciendo la escena. Por algunas audiencias fue victoria simbólica; para muchos diputados fue un desliz más en su desgaste interno. En política, antes de montar el teatro, conviene asegurarse de tener actores que lo sostengan fuera del guion.

Lo + leído