Cuando la justicia incomoda, mejor hablar de otra cosa

Feijóo exige responsabilidades políticas a Sánchez por el caso Begoña Gómez, pero no menciona los frentes judiciales del PP. Ni uno.

25 de Septiembre de 2025
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Cuando la justicia incomoda, mejor hablar de otra cosa

Cuando el juez Peinado propone juzgar con jurado popular a Begoña Gómez por presunta malversación, Feijóo salta al estrado para afirmar que “la persecución judicial ya no cuela”. Es un reproche espectacular. Y también un acto calculado: mientras lanza advertencias al Ejecutivo, oculta las propias comprobaciones que pesan sobre su entorno político.

El discurso del reproche selectivo

En su aparición pública, Feijóo aludió a los “escándalos continuos” del Gobierno, a los casos judiciales que rodean a Sánchez, incluso a su hermano, y reclamó la responsabilidad política inmediata. Dijo que la responsabilidad penal la decidirá la justicia, pero que la política ya está “sentenciada”. Luego instó a los socios del Ejecutivo a romper con Sánchez. Feijóo construyó su ataque con un lenguaje contundente y sin matices.

Pero su discurso estuvo plagado de omisiones peligrosas: no aludió a investigaciones locales del PP, contratos dudosos en comunidades gobernadas por su partido, ni las imputaciones que en algunos círculos le rozan. Esa estrategia de apuntar afuera y callar dentro no es descuido: es diseño de guerrilla política.

La “persecución” como espejo invertido

Cuando Feijóo dice que la “persecución judicial ya no cuela”, está tratando de desmontar una narrativa crítica hacia el Gobierno. Pero al emplear esa negación, se posiciona como víctima antes que como opositor. De ese modo, la acusación sirve para desviar atención. Y mientras tanto, las causas que cercan al propio PP quedan fuera del primer plano. Ese movimiento no es nuevo: acusar desde la retina del político débil mientras se evita el escrutinio interno. Es más cómodo denunciar conspiraciones que asumir responsabilidades propias.

¿Cuánta energía dedica el PP a autocuestionarse?

Cuando se exige limpidez y autocrítica al Gobierno, sería legítimo preguntar cuánta energía dedica el PP a escrutarse a sí mismo. Feijóo habla de lodazales y monta discursos que piden “poner fin a esta legislatura”, pero no parece interesado en responder sobre sus propios barrotes.

Su silencio sobre las causas que también rozan a su partido refuerza una sensación: que los reproches morales se activan al paso del adversario, pero no como principio aplicable al propio. Este episodio no es solo un choque institucional; es una prueba de coherencia política. Y en ese examen, lo que no se dice habla más fuerte que lo que se proclama.

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