La Flotilla Sumud desafía el bloqueo mientras denuncia ataques en el Mediterráneo

Los activistas aseguran haber sufrido explosiones y drones en su travesía hacia Gaza. Israel intenta desacreditarlos calificando la misión de “iniciativa yihadista”

24 de Septiembre de 2025
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La Flotilla Sumud desafía el bloqueo mientras denuncia ataques en el Mediterráneo

La Flotilla Global Sumud, que partió de Barcelona con ayuda humanitaria rumbo a Gaza, ha denunciado ataques con drones, explosiones y bloqueos de comunicación frente a las costas griegas. El convoy, integrado por 51 embarcaciones y activistas de 45 países, mantiene el rumbo pese a las advertencias israelíes y los intentos de criminalización. El viaje, que se produce en un contexto de hambruna declarada por la ONU en el enclave palestino, se ha convertido en símbolo del pulso internacional contra el asedio.

Explosiones en la travesía y guerra psicológica

La madrugada del miércoles, el barco Spectre registró en vídeo una detonación a escasa distancia. No fue la única: la organización contabilizó trece explosiones y la presencia de hasta dieciséis drones sobrevolando sus embarcaciones. Las comunicaciones, según denunciaron, fueron interferidas durante horas.

Los activistas interpretan estos hechos como operaciones de intimidación destinadas a forzar la retirada. La respuesta ha sido tajante: “No tenemos armas. No representamos una amenaza para nadie”, afirmó Yasemin Acar, activista alemana de derechos humanos, desde el propio convoy. El mensaje es claro: la flotilla no se plantea atracar en puertos israelíes, como exige Tel Aviv, porque hacerlo supondría reconocer la legalidad de un bloqueo declarado ilegal por múltiples organismos internacionales.

El relato israelí: del humanitarismo al “terrorismo”

El Gobierno de Netanyahu ha redoblado sus esfuerzos por presentar la misión como una tapadera de Hamás. La acusación busca desactivar la fuerza simbólica de un convoy que reúne a figuras reconocidas internacionalmente, como Greta Thunberg, y a voluntarios de medio centenar de países.

La estrategia no es nueva. En campañas anteriores, Israel ya intentó encuadrar a flotillas similares como amenazas terroristas. El objetivo es legitimar intervenciones armadas y desplazar el debate: de la hambruna en Gaza al terreno de la seguridad nacional. En paralelo, ofreció que la ayuda fuera descargada en Ascalón, para luego ser “canalizada” por su Ejército. Una propuesta rechazada por los activistas, que denuncian que esa “redistribución” nunca llega a la población civil palestina.

Gaza, el epicentro del hambre

La travesía marítima ocurre cuando el bloqueo israelí cumple casi dos años de máxima dureza. En agosto, la ONU declaró oficialmente la hambruna en la Franja, con miles de personas en riesgo extremo de inanición. Las cifras de víctimas superan ya las decenas de miles y la infraestructura civil —hospitales, escuelas, redes de agua— ha quedado devastada por los bombardeos.

El convoy Sumud, con su composición heterogénea y visibilidad global, rompe el silencio internacional y expone una contradicción: la ayuda humanitaria es presentada como amenaza, mientras la población civil palestina sobrevive entre la escasez y la destrucción.

Una ruta de resistencia

No es la primera vez que la flotilla se enfrenta a ataques. En septiembre, embarcaciones fueron impactadas frente a Túnez. En junio y julio, otros intentos de llegada a Gaza fueron frustrados. Pese a ello, los activistas insisten en continuar hasta el final. La presencia de mujeres, jóvenes y referentes internacionales refuerza el carácter político de una iniciativa que busca visibilizar, más allá de los muros y las fronteras, la responsabilidad internacional ante un genocidio que se prolonga día tras día.

La Sumud —“perseverancia” en árabe— se ha convertido así en metáfora de un movimiento que trasciende al Mediterráneo: la solidaridad como antídoto frente al asedio, y la denuncia como forma de resistencia.

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