Ábalos tiene ganas de largar

El exministro ha lanzado varios dardos envenenados contra Pedro Sánchez antes de ingresar en Soto del Real

28 de Noviembre de 2025
Actualizado a las 8:31h
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Ábalos en una imagen de archivo
Ábalos en una imagen de archivo. | Foto: Flickr PSOE

Ábalos ha dormido su primera noche en Soto del Real. Él, que siempre ha ido de lujosos paradores nacionales, notará más que nadie la dureza del catre. Pero a todo se acostumbra uno.

Nunca antes, desde la instauración de la democracia, un diputado en activo había pasado por ese trance. En las horas previas a la decisión del Supremo, el exministro de Transportes se había mostrado muy nervioso y preocupado ante la posibilidad de terminar a la sombra. Así lo confesó a una periodista que lo abordó por la calle para preguntarle si tenía miedo. Y quizá haya sido ese pánico, ese terror a la celda, el que le ha llevado a apretar el botón del ventilador para tratar de arrojar basura contra el PSOE, contra Yolanda Díaz y el Gobierno de coalición, contra Pedro Sánchez.

“Sobre la reunión del presidente, Santos Cerdán y Arnaldo Otegui en 2018, en un caserío para negociar la moción de censura contra Rajoy, sólo puedo decir lo que me contaron fuentes presenciales, y es que esa entrevista existió”, tuiteó Ábalos horas antes de ingresar en “el hotel”. Pero no quedó ahí la cosa. Tras el dardo envenenado contra Sánchez, arremetió contra Yolanda Díaz por llamarlo “golfo”. “Y ya que nos ponemos tan estupendos, quizás usted nos debería aclarar si la vivienda asignada para los ministros y ministras y sus familias podía ser usada por otras personas sin derecho a ello”, espetó contra la vicepresidenta acusándola de prestar un piso oficial del ministerio sin permiso.

¿Qué pretendía el exministro con estas acusaciones? Sin duda, amedrentar a Pedro Sánchez, mostrarle la fina hoja de la guadaña, presionarle para que el presidente levantara el teléfono, marcara el número de la Fiscalía y ordenara de inmediato que tanto él como el robusto asesor aizkolari siguieran en libertad una temporada más. Lógicamente, cualquiera medianamente informado sabe que Sánchez no tiene ese poder. Entre otras cosas porque el caso lo lleva el fiscal Anticorrupción, que no es precisamente sanchista. Luzón es el hombre que suena como fiscal general del Estado si el PP llega al poder con la ayuda de Vox. El García Ortiz de la derechona.

Curiosamente, hasta la fecha Luzón no había apreciado riesgo de fuga ni en Ábalos ni en su ayudante, que finalmente ha corrido el mismo destino penitenciario que su jefe. De forma ciertamente astuta, el fiscal ha ido prorrogando la libertad provisional hasta que ha visto que los dos frutos estaban maduros. Terminar entre rejas es duro, pero más torturante y cruel es la idea de que a uno se le va de las manos la libertad, poco a poco, día a día, gota a gota, y que el momento del presidio se acerca inexorablemente. Con la UCO buscando indicios de financiación ilegal del PSOE (el premio gordo de toda esta historia), lo que tocaba ahora, según Luzón, era aplicarle al dúo Ábalos/Koldo la misma medicina que a Santos Cerdán, a quien la Justicia ha tenido cinco meses a la fresca carcelaria hasta ver si la terapia le estimulaba la memoria y recordaba dónde estaba la pasta de las comisiones y mordidas de Servinabar. No sabemos a qué pactos han llegado finalmente Cerdán y Luzón, si la mano derecha de Sánchez ha prometido colaborar con la Justicia o no, si va a contar todo lo que sabe como exsecretario de Organización del PSOE, pero el caso es que ha vuelto a casa por Navidad. Revelador.

Tras la experiencia carcelaria de Santos, ahora le toca el turno a los otros dos del trío del Peugeot. Soto del Real es como un convulso balneario que ayuda a aclarar ideas, a reflexionar, a poner luz en las sombras de la mente. Decía el estoico Epicteto que no hay que tener miedo de la cárcel, de lo que hay que tener miedo es del propio miedo. Y con esa resignación se lo ha tomado Koldo, que ya queda con los reporteros de OK Diario (el periódico del enemigo, lagarto, lagarto) para enseñarles lo que lleva en la maleta de cara a su largo viaje al corazón de las tinieblas de uno mismo. Un chándal, unas zapatillas deportivas para hacer algo de gimnasia (con velcro, sin cordones) y las medicinas para la diabetes. Llama la atención que después de tanta mariscada, de tanta dolce vita, de tanta chistorra, un hombre que “ha cometido un error en la vida” solo necesite esas cuatro cosas para afrontar la existencia de monje que le espera en el monasterio penitenciario. “Estoy tranquilo. Siempre he dicho: es adaptarse”, ha declarado el asesor antes de perderse por las galerías de acero. Impresiona su entereza. Aunque bien pensado, quizá sea solo una pose y esté tramando algo.

Koldo ha entrado bien en su nueva vida ascética lejos del mundanal ruido de la política, y se le ve sereno, sosegado, como asumiendo su propio drama personal (a fin de cuentas, todo hombre viene marcado por un destino dramático). De un chicarrón del norte que ha hecho guardias y garitas con la Guardia Civil puede esperarse un carácter recio. Sin embargo, Ábalos ni parece estar hecho de ese pelaje ni parece estar en ese mismo rollo zen. Ábalos ha aterrizado en el penal algo levantisco, encabritado, peleado con el mundo. Ábalos se muerde la lengua, siente ganas de largar. Un bon vivant lo tiene más dfícil para adaptarse a la vida espartana del trullo. Y no resulta descabellado pensar que salga dentro de una semana tras firmar confesiones y colaboraciones con la Fiscalía. Lo cual no es bueno para Sánchez. Hasta ahora, el exministro se había comportado como un caballero con el partido. O como suele decirse, no había tirado de la manta. Pero la amenaza de la cárcel cambia a cualquiera hasta transformarlo, hasta convertirlo en una persona diferente. Alguien que no fue ni sombra de quien fue.

Queda por saber qué pasará con su escaño. Sin él en el Congreso, el Gobierno de coalición contará con un voto menos. Si ahora saca una ley de cada cuatro, la ausencia del exministro lo pondrá más difícil todavía. Ábalos sigue siendo diputado a todos los efectos. En España, el escaño es personal y solo se pierde por renuncia, fallecimiento, inhabilitación firme o sentencia que lo ordene. Será un diputado “en suspenso”, un diputado en cárcel en lugar de un diputado en Cortes, pero al menos conservará el acta. ¿Qué para qué la quiere? Sin duda, para negociar/chantajear al Gobierno, que a partir de ahora será todavía más débil. Leopoldo Bernabeu, periodista y una de las personas que mejor conoce a Koldo, dice que el asesor “tiene información suficiente para hacer caer a Pedro Sánchez varias veces”. Cada día que pasa huele más fuerte a elecciones.

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