Tres de cada diez personas en España viven con malestar emocional: la soledad y la precariedad golpean el bienestar social

El informe 2025 de la Fundación Cruz Roja Española alerta de que el 30% de la población presenta bajos niveles de bienestar emocional, condicionados por la soledad no deseada, la pobreza y la salud mental

27 de Octubre de 2025
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Muchos jóvenes experimentan sentimientos profundos de soledad. | Foto: UNICEF/Anush Babajanyan/VII Photo
Muchos jóvenes experimentan sentimientos profundos de soledad. | Foto: UNICEF/Anush Babajanyan/VII Photo

El bienestar emocional se ha convertido en uno de los grandes desafíos del siglo XXI. Así lo demuestra el informe “Bienestar Emocional y Vulnerabilidad” presentado por la Fundación Cruz Roja Española, que revela un dato alarmante: tres de cada diez personas en España (30%) aseguran tener un estado de bienestar emocional negativo. Detrás de esta cifra hay causas estructurales que afectan a millones de hogares: la soledad, la precariedad económica y el deterioro de la salud mental.

Según el estudio, los niveles de satisfacción vital aumentan con la edad —especialmente entre la generación del “baby boom”—, pero se desploman entre quienes viven en condiciones socioeconómicas medio-bajas o bajas. La falta de ingresos estables y de seguridad material se traduce directamente en ansiedad, tristeza o falta de esperanza.

María del Mar Pageo Giménez, presidenta de la Fundación Cruz Roja Española y de Cruz Roja Española, advierte: “El bienestar emocional no es un asunto individual, sino una cuestión profundamente social. La soledad no deseada, la precariedad y las brechas tecnológicas están minando el equilibrio emocional de millones de personas. Afrontarlo requiere un compromiso compartido y una mirada integral de toda la sociedad”.

El bienestar emocional, un reto urgente

El informe demuestra que el bienestar emocional se reduce drásticamente cuando coinciden tres o más factores de vulnerabilidad. Los más determinantes son el aislamiento social, la violencia y las malas condiciones de vida. La salud mental actúa como un elemento transversal: un 34% de la población española padece algún problema de este tipo, siendo la ansiedad, los trastornos del sueño y la depresión los más frecuentes.

Las largas listas de espera en los servicios públicos de salud mental provocan una preocupante “medicalización de la pobreza”: ante la falta de atención psicológica, se recurre a los fármacos como solución rápida, lo que alivia los síntomas, pero no las causas de fondo.

El malestar emocional se agrava en los entornos más vulnerables: las mujeres jóvenes duplican la probabilidad de sufrir ansiedad, las personas migrantes enfrentan aislamiento y discriminación, y las familias con menos recursos soportan un mayor estrés derivado de la inestabilidad laboral.

Incluso el empleo, tradicionalmente asociado al bienestar, puede convertirse en fuente de angustia. La temporalidad, los bajos salarios y la sobrecarga laboral afectan tanto a las personas trabajadoras como a su entorno familiar, perpetuando el ciclo de precariedad emocional.

La soledad no deseada, una epidemia silenciosa

Uno de los datos más reveladores del informe es el que señala a la soledad no deseada como un factor clave de malestar. En España, el 16% de la población se siente sola o poco acompañada y el 17% reconoce estar “poco o nada integrada” en su comunidad.

La soledad afecta de manera especial a personas que viven solas entre los 36 y 65 años, a hogares monoparentales y a jóvenes que comparten piso. En muchos casos, esta situación se agrava cuando existen problemas de salud mental, generando un círculo vicioso entre aislamiento y depresión.

Además, las crisis vitales —como la pérdida de un empleo, una ruptura o la muerte de un familiar— pueden disparar este sentimiento. Pedir ayuda no siempre es fácil: el estigma y la vergüenza siguen siendo barreras para reconocer la soledad y buscar apoyo.

El estudio destaca la importancia de las redes comunitarias y los espacios compartidos, desde huertos urbanos o talleres locales hasta grupos de apoyo. Estas iniciativas reducen significativamente el sentimiento de soledad, creando un “efecto espejo” en el que las personas se sienten comprendidas al compartir experiencias similares.

Nuevas vulnerabilidades y discursos de odio

La Fundación Cruz Roja Española alerta también sobre la exclusión que sufren las personas migrantes, atrapadas en un círculo de precariedad. Muchas de ellas carecen de empleo estable o de derechos laborales por su situación administrativa, viven en condiciones precarias y afrontan discriminación y aislamiento por no conocer el idioma.

El informe denuncia, además, que “ciertos discursos mediáticos extremistas” responsabilizan a colectivos vulnerables de problemas sociales que son, en realidad, estructurales. Esta estrategia desvía la atención de las causas reales de la desigualdad y alimenta la xenofobia y la aporofobia.

Por otro lado, entre la población joven emerge una “soledad no percibida”: la hiperconexión digital genera una falsa sensación de acompañamiento, pero intensifica la ansiedad y la frustración cuando las redes fallan. Aunque los jóvenes son los que más sufren ansiedad, también son quienes más fácilmente buscan ayuda, lo que indica una mayor conciencia social sobre la salud mental.

Una hoja de ruta para recuperar el bienestar emocional

El estudio propone medidas concretas para revertir esta crisis silenciosa. Entre ellas, incorporar la “alfabetización emocional” en todas las etapas educativas, reforzar la atención psicológica en la sanidad pública y apostar por el deporte, la cultura y el voluntariado como “recetas sociales” frente al aislamiento.

También recomienda tratar las políticas económicas como intervenciones de salud pública, mejorar el acceso universal a la Sanidad y lanzar campañas contra la aporofobia y los discursos de odio.

Estas conclusiones se basan en un riguroso proceso de investigación: una encuesta representativa a 1.000 personas de entre 18 y 75 años y una fase cualitativa con expertos y participantes en programas de Cruz Roja. La combinación de datos y testimonios ofrece una visión estructural y humana del bienestar emocional en España.

El informe deja claro que el bienestar no depende solo de factores individuales, sino de cómo la sociedad garantiza la seguridad, la igualdad y la conexión entre las personas. Como señala la presidenta de la Fundación, “una sociedad emocionalmente sana es aquella que protege, cuida y no deja a nadie atrás”.

Porque detrás de cada cifra hay una historia. Y detrás de cada historia, una oportunidad para reconstruir el bienestar común.

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